Miércoles, 24 de Abril, 2013. Montevideo - Uruguay
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Un traspié para el progresismo

editorial HACE 22 horas

El progresismo suramericano ha sufrido un retroceso. El Partido Colorado del Paraguay ha vuelto al gobierno de la mano de un candidato casi sin antecedentes políticos pero con una trayectoria de empresario exitoso.

Luego de demasiados años de dictadura, la nación hermana exhibe una cierta fragilidad institucional; ello se explica por un sistema político no lo suficientemente consolidado después del gobierno autoritario y sangriento de Alfredo Stroessner. Este dictador emblemático fue removido por un golpe orquestado por elementos de su propio partido, el Colorado. Aquella movida se debió al desgaste del viejo dictador –casi un personaje de García Márquez – y pretendió lavar la imagen internacional del país con el propósito de insertarlo en el mundo moderno.

Paraguay pareció emprender la senda de la normalidad institucional y la democracia, aunque con episodios que revelaron inestabilidad. La forma de actuar de Lino Oviedo, un personaje controversial cuyos propósitos nunca fueron claros, así como el asesinato del vicepresidente Luis María Argaña, son hechos denotativos de esa inestabilidad institucional de que hablamos y que tuvo su punto cúlmine en la destitución del presidente Fernando Lugo en 2012.

Precisamente el acceso al gobierno de este último había sido producto de una trabajosa ingeniería electoral que permitió la conformación de la frágil coalición. Fue así que prontamente el presidente perdió apoyo parlamentario y la derecha se las ingenió para sacárselo de encima.

El triunfador en las elecciones del domingo, Horacio Cartes, no es solamente un hombre políticamente situado a la derecha (el Partido Colorado ocupa ese lugar en el espectro ideológico paraguayo), sino que su trayectoria lo define como un hombre de negocios inescrupuloso.

No ha habido denuncias ni sospechas de irregularidades en el proceso electoral paraguayo, por lo que el resultado, por más que no nos guste, debe ser aceptado. Por otra parte, las fuerzas progresistas obtuvieron un relativo apoyo que permite una aceptable representación parlamentaria.

Pero es innegable que el progresismo latinoamericano ha sufrido un traspié. La marcha hacia la justicia social y el crecimiento responsable en Paraguay encuentra un serio obstáculo para su consecución.

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