Lunes, 8 de Abril, 2013. Montevideo - Uruguay
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tiempos modernos

Honorarios exorbitantes

Julio Guillot
periodista
PUBLICADO el Sábado 6 de abril, 2013

-Un abuso. Realmente, una grosería. Nunca imaginé que este hombre fuera tan ambicioso… ¡Qué digo ambicioso! ¡Codicioso! Eso: insaciable; con un afán de lucro desmedido. Porque yo sé que el afán de lucro es el gran motor para el éxito empresarial, pero todo tiene un límite.

-¿Pero de quién está hablando?

-Pero dígame una cosa, ¿usted no lee los diarios, no oye la radio, no se conecta con las redes sociales? Hablo de ese vende-patria de Gonzalo Fernández; un abogaducho inescrupuloso, pica-pleitos, ave negra, sopla-causas, que no tuvo empacho en cobrarle unos honorarios exorbitantes al Banco República. Fíjese que por el trámite de cobrar el aval de Cosmo –un trámite sencillísimo, una pavada – le quiere cobrar al Banco País la friolera de ciento cuarenta mil dólares de honorarios. Lo denunció el doctor Carlos Moreira, el senador de Alianza Nacional.

-Bueno, la verdad que no me parece nada desmedido. Es apenas un uno por ciento de la suma, siendo que los abogados pueden cobrar el diez por ciento del monto del juicio; si el aval era de 13 millones y pico, podría haber cobrado no 140 mil dólares sino un millón cuatrocientos mil…

-Usted siempre de contra. Usted y toda esa caterva de comunistas y tupamaros que nos gobiernan han perdido por completo el sentido de Patria. Quieren fundir al Banco República. Les importa un bledo enriquecerse a costa del erario. Si uno es abogado y tiene que defender a una empresa pública, lo menos que puede hacer es hacerlo en forma honoraria, no cobrar nada, cosa de no desequilibrar las cuentas públicas; es una forma de devolverle al país lo que el país invirtió en su educación.

-Me conmueve su desinterés. Me gustaría, eso sí, que todos fueran tan altruistas. Por ejemplo, siguiendo su plausible criterio, el doctor Juan Andrés Ramírez –figura relevante del Nacionalismo, ex ministro, ex legislador – no debería haberle cobrado a Antel el millón y medio de dólares que cobró para representar al ente en el juicio de los guarda-hilos.

-Bueno, no es lo mismo: no me va a comparar a Juan Andrés, un muchacho de lo mejor, con ese impresentable de Fernández. Un hombre de rancio abolengo, de ilustre prosapia, descendiente de una familia patricia, con un Don Nadie sin ancestros ilustres, un oscuro parvenu.

-¿Y qué tiene que ver la ascendencia en todo esto?

-Mucho: la gente bien tiene compromisos, tiene que mantener a su familia. En cambio, la gentuza como Gonzalo Fernández debería conformarse con poco. A usted, como buen comunista rencoroso, le gustaría ver a la gente bien vegetando en la pobreza.

-No diga disparates. Lo único que pretendo es hacerle ver que los abogados cobran por su trabajo, como cualquier hijo de vecino; y, además, que los honorarios que Gonzalo Fernández le pasó al BROU son bastante modestos. ¿O usted piensa que el doctor Gonzalo Aguirre –otro blanco de ilustre abolengo – no va a cobrar nada por las acciones de inconstitucionalidad contra el ICIR?

-Mire, con usted no se puede hablar.

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