Opinión

Rodney Arismendi, presente

Ayer la Cámara de Senadores rindió homenaje a Rodney Arismendi, con motivo de los cien años de su nacimiento: el 21 de marzo de 1913.

Fue secretario general del Partido Comunista de Uruguay desde 1955 hasta que en 1987 fue designado presidente de ese partido, cargo que ejerció hasta su muerte, habiendo sido electo senador, el 27 de noviembre de 1989.

Fue reconocido no solo en nuestro país como teórico marxista, escritor, legislador y brillante polemista, lo que le generó muchos enemigos, pero no pocos admiradores entre sus adversarios.

Nació en Cerro Largo en una cuna batllista, e ingresó a filas del partido Comunista en 1930.

Tuvo una destacada actuación en el periodismo, siendo redactor responsable del Diario Popular y director de Justicia; y, desde su fundación, dirigió la revista teórica Estudios.

En 1955 Arismendi encabezó el proceso de renovación del PCU, contra la conducción del entonces secretario general Eugenio Gómez.

En ese proceso que provocó un profundo cambio político, organizativo y teórico en su partido, estuvo acompañado por otros destacados dirigentes como Enrique Rodríguez, José Luis Massera, Alberto Suárez, Jaime Pérez, Enrique Pastorino, entre otros.

El PCU, bajo su conducción, fundó en 1962 junto a otros grupos provenientes de los partidos tradicionales el Frente Izquierda de Liberación (FideL) que en las elecciones de ese año se transformó en la primera fuerza electoral de la izquierda.

También hizo un aporte muy importante a la unificación del movimiento sindical que se plasmó en la Convención Nacional de Trabajadores (CNT).

Fue uno de los fundadores del Frente Amplio en el año 1971, y la lista 1001 fue la que obtuvo el mayor caudal de votos dentro del FA en aquellas elecciones.

La construcción de la unidad del pueblo bajo las banderas del Frente Amplio, la llevó a cabo junto a los colorados y batllistas Zelmar Michelini y Alba Roballo, y al democristiano Juan Pablo Terra, entre otros, además de destacadas personalidades universitarias como el doctor Hugo Villar y el director de Marcha, Carlos Quijano.

En esas elecciones de 1971 apoyó y promovió con fervor que el general (r) Líber Seregni fuera el candidato presidencial de la coalición de izquierda.

Arismendi, un marxista con una fuerte impronta republicana, estuvo en la primera línea en defensa de los republicanos españoles en su resistencia al golpe franquista; en la defensa de la autonomía de la Universidad de la República, así como en la promoción de ideas progresistas, como el laicismo en la enseñanza pública.

Supo batirse en la defensa de la libertad de expresión plástica, como ocurrió con el “caso Oscar Larrocca”, cuyos dibujos fueron considerados pornográficos, al retorno de la democracia.

Una de sus preocupaciones fundamentales fue promover el encuentro entre marxistas y cristianos, lo que permitió que su partido y el Partido Demócrata Cristiano (PDC) se encontraran bajo las banderas del Frente Amplio.

Su accionar no quedó solo en el debate de ideas, sino que supo construir una fuerza política poderosa, con fuerte arraigo en el proletariado y en las capas medidas cultas urbanas.

Bajo la dictadura cívico-militar encabezó la dirección del Partido Comunista desde la clandestinidad, hasta que es detenido el 8 de mayo de 1974.

El 4 de enero de 1975 fue expulsado del país rumbo a la Unión Soviética, jugando en el exterior un destacado papel en la denuncia de la dictadura y en la solidaridad con la lucha del pueblo uruguayo.

En el año 1983 se radicó en Buenos Aires, para retornar al país un año después.

Durante los años de plomo que ensombrecieron nuestra tierra, Arismendi, junto a otros dirigentes comunistas, trazó la estrategia para derrumbarlo.

Fue así que propuso que el accionar de su partido y del Frente Amplio estuviera dirigido hacia la estrategia de unidad y convergencia de partidos, gobiernos y pueblos.

En los comicios de 1989, Arismendi fue electo senador, junto a otros tres candidatos de la lista 1001, en la mayor votación de la historia de esta lista, que obtuvo más del 46% de los votos del Frente Amplio.

Pocos días después de su elección falleció en Montevideo.

En 1985 insistió ante su partido en la necesidad de apuntar hacia una democracia avanzada, como preámbulo de la construcción del socialismo.

La propuesta fue para todo “un período histórico” al que se llegaba mediante la consolidación y la profundización de la democracia.

Iniciativa que fue aceptada y que hoy se debería considerar, en base a los cambios producidos a nivel mundial, con la implosión de la URSS, de la que Arismendi fue un intransigente defensor.

Durante su vida parlamentaria supo construir fuertes lazos afectivos con la clase obrera y la intelectualidad, pero también con líderes adversarios provenientes de los partidos tradicionales como Luis Hierro Gambardela, Wilson Ferreira Aldunate, Manuel Flores Mora y Julio María Sanguinetti, entre otros, así como con el obispo monseñor Carlos Partelli.

En el plano internacional mantuvo una fuerte y entrañable amistad con Fidel Castro, así como con algunos de los dirigentes comunistas de Vietnam.

Ayer se homenajeó a un uruguayo, frenteamplista y comunista, orgullo de las corrientes democráticas y antifascistas de un país que le juró “Nunca más” al terrorismo de Estado.

Volver arriba