INFORME STIGLITZ
Publicado el viernes 7 de junio, 2013
En nuestra entrega anterior hicimos referencia al libro “El informe Stiglitz; La reforma del sistema económico en el marco de la crisis global”, cuya autoría es de la “Comisión de Expertos Financieros de las NNUU” presidida por Joseph Stiglitz. La publicación original en inglés es de 2010 y la edición en español fue publicada tres años después, en marzo de 2013, por RBA Libros SA, de Barcelona.
Se establecieron cuatro grupos para hacer el Informe, que reflejan los cuatro capítulos principales del libro. El primer grupo de trabajo se dedicó a la macroeconomía y fue dirigido por Jean-Paul Fitoussi, jefe del Observatorio Económico Francés (OFCE) y uno de los macroeconomistas más destacados del mundo. El segundo grupo examinó la falta de regulación y fue dirigido por Avi Persaud, de Barbados, quien presidió el Intelligence Capital de Londres. Las reformas fundamentales que requieren las instituciones internacionales se trataron en el tercer grupo, conducido por K.S. Jomo, académico malasio que fue secretario asistente del Departamento de Naciones Unidas (NNUU) sobre Asuntos Económicas y Sociales y jefe de investigación del G-24 (establecido en 1971 para coordinar las posiciones de los países en vías de desarrollo con el propósito de que sus intereses fueran adecuadamente representados en las negociaciones internacionales). El cuarto grupo de trabajo se planteó la necesidad de concebir creativamente las reformas más fundamentales, concentrándose en medidas a mediano y largo plazo, y fue dirigido por el colombiano José Antonio Ocampo, destacado historiador de la economía, secretario general de la Cepal, que fue subsecretario general de NNUU para América Latina y ministro de Planificación, de Finanzas y de Agricultura de su país.
Luego de la Introducción –a la que hicimos referencia en nuestro artículo anterior y que lleva el número 1 en la numeración de los capítulos del informe–, el capítulo 2, titulado “Cuestiones y perspectivas macroeconómicas”, desarrolla una serie de conceptos –relevantes como todo el informe para comprender el funcionamiento de la economía contemporánea– que repasaremos a continuación. Comenzando por esta idea clave: “Es importante que los gobiernos nacionales sean conscientes de que sus políticas serán más efectivas a la hora de proteger a sus ciudadanos de la crisis si coordinan a nivel internacional”. De lo contrario “habrá más desequilibrios y una volatilidad creciente en los tipos de cambio y en precios de activos”, lo que debilita las posibilidades de “un crecimiento sostenido y sólido”. El informe es enfático en cuanto a que “las medidas proteccionistas (…) en respuesta a la crisis impedirían una recuperación global rápida”.
Los orígenes de la crisis
Detrás de la crisis “hay numerosos errores”. Por ejemplo, la crisis de las hipotecas subprime fue causada en parte por un exceso de liquidez en los mercados de capitales globales y por las fallas de los bancos centrales en Estados Unidos y otros países industrializados “a la hora de actuar para contener la liquidez y atenuar el aumento de la especulación en el mercado de la vivienda y otros precios de activos”. Para la Comisión que redactó el Informe Stiglitz “fueron importantes el aumento de las desigualdades en los ingresos”. Subraya que “los mercados financieros gestionaron mal el riesgo y asignaron mal los capitales”. En clara referencia al neoliberalismo, expresa que parte de la responsabilidad de la crisis es “culpa de las doctrinas económicas que se pusieron de moda en muchos lugares y que constituyen los “fundamentos económicos subyacentes durante las últimas tres décadas”. Estas doctrinas planteaban que “los agentes económicos son racionales, los gobiernos están inherentemente menos informados y menos motivados por principios económicos sólidos y así es probable que sus intervenciones distorsionen las asignaciones de mercado, y los mercados son eficientes y estables y tienen una gran capacidad para absorber las sacudidas”. Contradiciendo estas políticas neoliberales, el Informe Stiglitz sostiene que “los mercados no se corrigen automáticamente y (…) se requiere la intervención de los gobiernos a nivel macroeconómico para asegurar la recuperación y el pleno empleo”. El hecho de que el mundo se recuperara rápidamente de crisis como la asiática (1997-1998) y la global de 1998 indujeron a “una falsa confianza en la naturaleza autocorrectora de los procesos del mercado”. La Comisión dice en el Informe que “se olvidó el papel histórico de las intervenciones gubernamentales en la recuperación y la estabilidad”.
Los cambios en la economía global
“La fragilidad de la protección social y la reducida progresividad de sus sistemas impositivos debilitaron los estabilizadores automáticos”. Agrega que “se ha utilizado la globalización como pretexto para reducir ostensiblemente la protección social, creando una carrera global para alcanzar el nivel más bajo”.
Entre otros efectos, señala que el aumento de los precios de la energía “se vio exacerbado por la especulación financiera”. Y dado que gran parte del presupuesto de las familias se gasta en energía y comida, crecieron las desigualdades en los ingresos. Justamente, afirma el documento, las políticas “para garantizar una recuperación sólida y sostenible de la crisis deben plantearse la cuestión de cómo revertir las crecientes desigualdades en los ingresos y de la riqueza”.
Es imperativa “una reforma del sistema de reservas global que proporcione medios aceptables de mitigación del riesgo”, afirma el Informe.
“Una crisis global necesita de un estímulo global, algo así como un bien público global”, expresa. Reitera su rechazo a políticas proteccionistas, que “pueden ser especialmente dañinas para los países en desarrollo”. Insiste en la necesidad de “una protección social más fuerte” y afirma que “el gasto social podría aumentar la inversión privada y el crecimiento” de la economía, restándole volatilidad.
Responsabilidad de los bancos centrales
La política fiscal es un instrumento muy importante a la hora de buscar respuestas a la crisis.
Se afirma que “las políticas destinadas a tratar las causas subyacentes es más probable que garanticen una recuperación sólida y rápida y una reducción de la vulnerabilidad de la economía mundial ante otras crisis”. Añade que “los sistemas económicos nacionales que producen una fuerte desigualdad provocan problemas, no solo en la sostenibilidad social y política sino en la sostenibilidad económica, es decir, un excesivo endeudamiento de las familias y del sector público”. Considera necesaria una ayuda adicional a los países más pobres para evitar los efectos de la deuda.
El Informe propone “transformar el actual modelo de crecimiento intentando reducir la sobreexplotación de los recursos naturales, especialmente cuando se contribuye al calentamiento global”. Las nuevas tecnologías ambientales y energéticas son “capaces de rebajar el contenido de energía y emisiones”. Se subrayan las responsabilidades de los países industrializados.
En el resumen de este capítulo se señala que “los países en desarrollo tienen una dependencia exterior y una vulnerabilidad a los ciclos externos más grande y una menor capacidad de aplicar políticas contracíclicas”. Asimismo, tras reconocer las diferencias de situaciones y posibilidades entre los países, expresa que “si los gobiernos aceptan que lo importante no son solo los pasivos (la deuda nacional) sino el conjunto de su balance (lo que también comprende sus activos), y si dedican gran parte de la inversión (en infraestructuras, tecnología y recursos humanos), los gastos en estímulos pueden dejar al país en una posición más sólida y la podrán mantener más tiempo. Esto es especialmente importante porque la crisis actual podría ser larga”.
Plantea la necesidad de “mejoras significativas en la cooperación reguladora”, tema que desarrolla en el capítulo siguiente, al cual nos remitiremos en próximo artículo.
Por mayor información sobre el libro: cbaraibar@parlamento.gub.uy
Carlos Baráibar - Senador AU - Frente Amplio