diez preguntas

Gustavo Leal: “Hay que temer al silencio”

Gustavo Leal, sociólogo y especializado en altos estudios de comunicación social y diplomado en políticas sociales, es el padre de esta convocatoria. Lo hizo a través del portal “change.org”, una plataforma de peticiones, de donde lo llamaron para manifestarle que quedaron sorprendidos por el “tsunami” de personas que adhirieron a la causa que impulsó. Tanta fue la convocatoria que el sitio en internet debió reforzar el sistema para evitar colapsos.

1 – ¿Qué tiene para usted el cine Plaza que lo llevó a emprender esta campaña?

Varios motivos. Porque es un emblema de la ciudad y tiene un perfume relacionado a la identidad cultural del país. Es un lugar de recuerdos. En 60 años desfilaron por allí músicos y artistas de renombre internacional. Está lleno de historias ciudadanas. Todos tenemos recuerdos de ese lugar.

2 -La IM y el MEC le anunciaron a usted ayer que se creará un consorcio público-privado. ¿Qué determina eso?

Habilita a captar recursos de empresas para rescatar el lugar y, además, a canalizar recursos públicos que hay disponibles para ese modelo de gestión de estas salas. La administración no se hace mediante expedientes y eso hay que entenderlo. El proyecto de gestionar mediante el consorcio garantiza que el Plaza seguirá siendo destino de la cultura nacional.

3 – Si en lugar de la iglesia “Dios es amor” al Plaza lo hubiera adquirido otra entidad religiosa o un supermercado o se pensara hacer allí un estacionamiento, ¿hubiese actuado usted de la misma manera?

Igual. El fundamento no es por la iglesia. Hay que cuidar los lugares emblemáticos que son íconos del perfil ciudadano. Ya hemos visto demasiados cines convertidos en otras cosas. El Plaza está en el kilómetro cero de la ciudad y la IM dice que es un emblema. Además, está exonerado en el pago de impuestos. Algo parecido pasó con el lugar donde hoy está La Trastienda, sobre la avenida Fernández Crespo. Allí se revirtió la decisión.

4 – Con este recurso, ¿no se afecta el libre juego del mercado?

No, porque actuamos de acuerdo a la ley. No hay que tenerle miedo a la palabra. Hay que temer al silencio y “expropiación”; es un recurso que se utiliza regularmente.

5 – ¿Tuvo alguna llamada del comprador o vendedor del cine Plaza?

No.

6 – ¿Podría procederse de igual manera con otras salas consideradas históricas, como el Trocadero o el Liberty?

Hay que preservar y yo no me abrazo a los mecanismos. Ahora estoy concentrado en este caso del Plaza pero creo que no sería posible recuperar los 250 cines que había antes en Montevideo.

7 – ¿Qué pasaría de repetirse esta situación con la venta de otro inmueble ícono de Montevideo?

Yo propuse elaborar un catálogo de emblemas para preservar su uso. Con fundamentos, se propone regular el uso manteniendo el destino. Pongamos como caso el cine Splendid de Buenos Aires. Hoy, en ese lugar, funciona la librería Ateneo.

8 – ¿Qué pasa con la compra de espacios radiales o televisivos por parte de estas organizaciones religiosas? Estamos hablando de ondas eléctricas que son del Estado y están en carácter provisorio en manos de privados.

Hay que analizar esto con detenimiento porque podríamos afectar el derecho al culto.

9 – Hace un tiempo, el arquitecto Mariano Arana criticó que la Intendencia no preservara el patrimonio edilicio tras comprobar que se había derrumbado una vieja casona ubicada sobre boulevard España. ¿Comparte esa mirada del ex intendente?

No soy un conocedor del tema pero creo que a veces hay que ser un poquito más ambicioso.

10 – A su entender, ¿el Estado preserva el patrimonio?

No siempre lo hace porque se piensa que eso es de una élite o de pitucos. Están muy equivocados. Si se quiere ser un país de primera hay que hacer aportes fuertes e imitar lo que hizo el batllismo a comienzos del siglo pasado cuando construyó la rambla montevideana. Los críticos decían que esa obra era elitista. Eso es audacia.

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