tiempos modernos

Comunicación: FA corre en chancletas

Enero es el mes de la dispersión. Los núcleos sociales se disuelven, en tanto el disfrute de las vacaciones provoca que se generen nuevas relaciones, por lo menos durante 20 días.

Esto pasa entre los obreros de la construcción, pero fundamentalmente en las capas medias que tienen capacidad para trasladarse a nuevos escenarios, donde se construyen relacionamientos de otro tipo aunque no sean los que se expresan durante el año.

Esto hace que los canales normales de la comunicación no tengan el peso tradicional. No es lo mismo un obrero de la construcción en la obra y vinculado al sindicato, que un obrero en pleno goce de la licencia, donde queda atrapado en el barrio sin contacto con sus iguales y en manos de los grandes medios de comunicación.

Estas afirmaciones habría que estudiarlas en profundidad – hay gente capaz para hacerlo-, pero que eso no exista no nos impide tener nuestra propia interpretación.

Después del 15 de enero me entrevisté con conocidos con quienes nos encontramos una vez por semana, absolutamente capturados por la agenda que construye la oposición. Estoy hablando de gente de izquierda, que por lo general busca informarse y que está atenta al acontecer diario.

Lo nuevo, que vengo percibiendo desde hace tiempo, es que la agenda y las denuncias de la oposición, que tiene como vanguardia a los medios de comunicación afines a sus posturas políticas, poseen un fuerte impacto dentro del electorado frenteamplista.

Tengo la sensación que es creciente el número de uruguayos votantes o afines al FA que primero sienten como una cuasi verdad las denuncias de la oposición, para después preguntarse si lo leído o lo escuchado es verdad o no. Y si no tienen con quién conversarlo, se comieron el pastel.

Si estoy en lo cierto estamos ante un fenómeno de descreimiento extremadamente peligroso para los intereses de la izquierda y para su futuro electoral.

Quizás en algún reservado estos temas se deben estar discutiendo, pero lo cierto es que el FA no tiene una política comunicacional propia, pero tampoco con lo medios afines. Incluso muchos de sus dirigentes privilegian dar información a los medios opositores, dentro de una política menor, pero cuando necesitan defender su pellejo recurren a los medios históricamente afines a la izquierda.

Así estamos, al borde del precipicio y con la posibilidad de dar un paso al frente. Solo el diablo sabe en qué va a terminar todo esto, pero por ahora huele mal.

 

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