editorial

Primer paso hacia la legalización del cannabis

Finalmente, el Poder Ejecutivo remitió al Parlamento para su consideración, el proyecto de ley que regula y controla la producción y la comercialización del cannabis. Lo medular del proyecto no es el artículo único que otorga al Estado el control sobre importación, producción y comercialización de marihuana y sus derivados, y que deberá ser reglamentado pues es demasiado vago. Lo que sí vale la pena destacar es la exposición de motivos del proyecto, que viene a ser un análisis profundo y fundamentado de tan delicado asunto y que debe ser tomado como punto de partida de un debate esclarecedor sobre el tema.

La intención del gobierno es “establecer un marco normativo que permita regular el mercado del cannabis, a efectos de contribuir a reducir los riesgos y daños potenciales en los que incurren aquellas personas que usan marihuana con fines recreativos o medicinales, los que, por tener que abastecerse en el mercado ilegal, se ven denigrados e involucrados en actividades delictivas y en prácticas con alto riesgo, exponiéndose así, además, a entrar en contacto con el consumo de drogas toxicológicamente más riesgosas, como es el caso de la pasta base de cocaína entre otras”.

Se trata de una visión objetiva del problema, una visión que desmitifica la marihuana y la separa del resto de las drogas verdaderamente nocivas y particularmente adictivas. Incluso se ha demostrado que el cannabis es infinitamente menos dañino que el alcohol o el tabaco; y ni que hablar de la pasta base o la cocaína.

El texto señala: “Existen pruebas que se remontan a miles de años atrás que demuestran el cultivo y uso de diversos tipos de drogas por parte de los seres humanos”, lo que permite concluir que el consumo de sustancias psicoactivas forma parte de la naturaleza humana.

Por otra parte, es a todas luces evidente que el grueso de la sociedad –el común de las gentes de las capas medias– no percibe al consumidor de marihuana como un ser antisocial ni como un delincuente potencial.

Pero el argumento de más peso a favor de la legalización del tráfico de estupefacientes tiene que ver con el rotundo fracaso (reconocido oficialmente por los gobiernos) de las políticas de combate a las drogas fundadas en la represión. Dice el proyecto: “La guerra mundial a las drogas ha fracasado. (…) Estimaciones de Naciones Unidas indican que el consumo anual de opiáceos entre 1998 y 2008 aumentó 34,5%; 27% el de cocaína; y 8,5% el de cannabis”.

Con las cifras citadas, se demuestra que, luego de medio siglo de guerra, el consumo se ha expandido y con él sus pésimas consecuencias. “La humanidad ha despilfarrado colosales sumas de dinero en el camino equivocado de una guerra equivocada”.

El debate está abierto; es preciso abordarlo sin prejuicios ni preconceptos.