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editorial

Miedo al futuro

Jorge Larrañaga PUBLICADO el Lunes 6 de agosto, 2012
Jorge W. Larrañaga

La memoria es frágil, es cierto, pero el que sufre no olvida. Para algunos hay temas que ya están saldados cuando pasan su día de debate en el Parlamento o su minuto de fama en los medios. ¿Preguntémosle a esa madre o a ese padre que no tiene recursos para mandar a sus hijos a una institución educativa privada si la educación pública de calidad ha aburrido o es meramente electoralista?

Muchas veces oímos hablar de justicia social, de planes a medida, de solidaridad, pero la gran mayoría de las veces nos quedamos solo con el título, nos limitamos a nuestra propia realidad, a nuestra memoria y olvidamos que dentro de cada tema hay gente, y por lo general los que tienen menos voz, que queda más olvidada y sufre las consecuencias.

Los blancos hemos luchado históricamente por la libertad, por la igualdad, y hoy no cederemos ni un centímetro en esta lucha, no soltaremos esta pelea por la educación pública de nuestro país, porque tenemos las herramientas y sobre todo la obligación de responder a los que más necesitan de nosotros.

El ministro Ehrlich presume que en este tema de la interpelación hay una “jugada política”, que queremos con este tema ganar votos. No me muevo por los vaivenes de los votos, no mido mis palabras ni mis ideas por cuántos votos representan. Es una obligación y una responsabilidad que debo asumir, pelear porque la brecha entre los que más tienen y los que tienen menos se achique, y que de esa manera hagan un mejor estribo en sus posibilidades de futuro, que puedan acceder a mejores oportunidades. Es la educación a la que debemos darle nuestros mayores esfuerzos. Es esta la que debe ser el motor que aporte equidad y posibilidades de progreso a todos por igual.

Es la revolución del siglo que estamos transitando. De la misma manera que en el siglo XVIII fue la industrial, en el XIX la libertad, en el XX la igualdad. En el siglo XXI es por el conocimiento y dominio de la técnica. Por esto nuestra insistencia. Porque creemos que el país está en inmejorable condición de comenzar una profunda transformación del proceso educativo.

Se está discutiendo en la Cámara de Representantes la Rendición de Cuentas y balance presupuestal que el gobierno envía todos los años para su consideración y aprobación. En ella podemos observar cómo el gobierno ha dilapidado los esfuerzos realizados. El gobierno decidió romper con todos los compromisos asumidos en materia educativa, tanto los suscriptos a comienzo de esta administración como el acuerdo educativo firmado en el mes de febrero.

Por qué sostenemos esto: porque el gobierno ha decidido no volcar los recursos necesarios para viabilizar la mayor de las reformas, el plan Promejora. Único plan que permitiría una adecuación de los centros de enseñanza a la realidad y contexto de sus alumnos, brindándoles mecanismos de autonomía a los centros educativos para la adaptación de los planes de estudio. Ya no existe un único prototipo de alumno como existía antes y para el cual se diseñó tanto la currícula como forma de enseñarla. Es indispensable aceptar que la realidad se ha transformado para, a partir de esta nueva realidad, generar los mecanismos que permitan adaptar la forma en que se enseña y los contenidos de la educación.

Las reformas profundas nunca son hechas por quienes están cómodos con la situación actual. Siempre son externas. Por ello también cuestionamos al gobierno que protege los corporativismos enquistados en la educación. Por dejar las cosas como están y no proteger a las futuras generaciones que son los destinatarios de la mejor de las políticas públicas que se pueden tener: la educación.

Esperábamos resultados y no los hemos visto. Los tiempos de la gente no son sintonizados por el gobierno. Los resultados de la educación hoy son dolorosos, agigantan la brecha de desigualdad. Es imprescindible un cambio en materia educativa, y ese cambio debe darse ya.

Percibo que la gente tiene miedo al futuro, y ese es el peor miedo de una sociedad, el que paraliza, el que erosiona los sueños, el que limita el horizonte. No podemos permitirlo.

Que una generación supere a la siguiente, que da sentido de continuidad a una nación, se está rompiendo, o al menos, está puesta en cuestión. Es la educación la única capaz de revertir este proceso. Vamos a dar batalla por la defensa de la educación pública uruguaya.

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