ideario

Viejas costumbres

Hace un par de semanas recibí un comunicado sobre un debate en el cual participarían el presidente Mujica y el ex presidente de Brasil Luis Inácio Lula da Silva, entre otros, en el edificio del Mercosur. Más allá de lo que se pueda pensar de ambos personajes, es innegable que son dos de los líderes de izquierda más emblemáticos del progresismo latinoamericano, y la posibilidad de escucharlos hablar a ambos en una misma instancia no es algo que se dé muy seguido por estos lares.

Al llegar al lugar del debate pasó lo que pasa siempre: media hora antes de arrancar ya estaba lleno. Los lugares que se habían asignado para el evento estaban ocupados por los mismos de siempre, los mismos viejos de siempre. La gente que está en el brindis de tal, en el lanzamiento del libro de aquel y en el acto de tal o cual cosa. Los ilustres, los referentes, los leídos y los sabios. Todos en primera fila, los mismos en todos lados.

Hasta acá todo está perfecto, porque están los “viejos” donde tienen que estar (algunos por mérito propio y otros, la gran mayoría, para robar un poquito de cámara y tratar de justificar su lugar) y en el fondo, parados, tratando de ver de lejos, los “jóvenes”. Si fuéramos una sociedad más honesta consigo misma, esto no sería un problema para estos “viejos”, pero no lo somos.

Estoy cansado de escuchar discursos que aluden a la juventud, su rol fundamental en el avance del progresismo, el país, la región, el planeta y la galaxia, dados por “viejos” en lugares que, ya sea por gusto o no, parecen no querer que estemos ahí.

Ser joven no es un mérito, ni algo digno de ser premiado con espacios o cargos. No hay que estar en lugares solo por ser joven, pero si necesitamos que se den las instancias de formación y expansión para poder formarnos, tanto por nuestra cuenta como con la experiencia de quienes están en los lugares que, en un futuro no tan lejano, vamos a tener que ocupar. No por la fuerza, sino porque los que ahora los ocupan no van a poder seguir estando por cuestiones, como dice el futuro candidato (de 73 años) a la Presidencia, biológicas.

Como última idea, más seguido de lo que nos gustaría, discrepamos con algunos puntos de vista de referentes y líderes dentro de nuestros propios sectores. Esto no se debe a que pensemos radicalmente distinto a ellos en cuestiones claves, pasa casi exclusivamente por lo generacional. No se puede esperar que un señor grande, un “viejo” de casi 80 años, piense lo mismo sobre ciertos temas que además de ser fundamentales, fueron tabú cuando se estaba formando.

Criticamos sin parar los discursos de la derecha, que atacan la gestión y las ideas, pero estamos haciendo lo mismo con el discurso del cambio generacional en la izquierda. Nunca vamos a lograr un cambio generacional significativo si los jóvenes no podemos acceder a las instancias que necesitamos para formarnos con la gente que debería formarnos, mucho menos si cuando queremos escucharlos, no tenemos lugar para participar y, más triste aún, no tenemos lugar para sentarnos.

Volver arriba