tiempos modernos
- Me gusta cuando los avisos comerciales son audaces. - ¿Como qué? - Me puse a mirar la factura de Previsión y vi que arriba, en un recuadro, decía “Consumo final”. ¿No es notable? - Eso me hace acordar que allá, a mediados de los 60, cuando empezaron esos planes de pompas fúnebres prepagas, había [...]
- Me gusta cuando los avisos comerciales son audaces.
- ¿Como qué?
- Me puse a mirar la factura de Previsión y vi que arriba, en un recuadro, decía “Consumo final”. ¿No es notable?
- Eso me hace acordar que allá, a mediados de los 60, cuando empezaron esos planes de pompas fúnebres prepagas, había un aviso de una agencia de viajes que decía “Viaje ahora y pague después”.
- Eso era audaz, porque se podían rajar y ellos le estaban dando el pasaje.
- Justamente. Por eso pegaba; jugaban con el peligro. Bueno, un primo mío decía que lo de las funerarias eran planes “pague ahora y muera después”.
- Ta, pero lo del consumo final es sutil.
- ¿Y dónde decía eso? ¿No será lo que dicen todas las boletas cuando uno no descuenta IVA?
- Como sea, pero no pueden haberlo puesto sin darse cuenta. Si no, podrían haber ido a hablar con Pablo Ferreri para que los deje poner otra cosa, el usuario no descontará IVA o algo así.
- Es que cuando sea usuario no va a descontar nada.
- No sé. Yo creo que está hecho con toda la pega. Me gustan los audaces.
- Eso es para los que dicen que aquí no hay creatividad.
- Que le pregunten a la ANII.
- No, la disolvieron porque los delegados de los demás ministerios no eligieron como presidente al que quería Ehrlich.
- Bueno, igual. La creatividad oriental es más antigua que la ANII.
- Por ejemplo, desde la Guerra Grande.
- ¿Por qué la Guerra Grande?
- Porque aquí inventaron el tanque de guerra, por 1848.
- ¡Si no había motores!
- Precisamente. Los sitiados, los colorados, hicieron una especie de cabaña de madera gruesa sobre ruedas. Adentro iban los caballos.
- ¿Por qué adentro?
- Porque si los ponían adelante, como un carro, los blancos los mataban enseguida.
- Claro.
- Y además, adentro iban algunos con fusiles.
- Terror y triunfo.
- No. La verdad, una cagada.
- ¿Cómo? La idea estaba bárbara.
- Es que, ¿se imagina lo que debe pesar una cabaña de madera gruesa? Los pobres caballos no podían con ella. En la primera zanja se quedaron. Y si ponían más caballos tenían que sacar a los soldados.
- ¿Y?
- Los mataron a cañonazos y tuvieron que recular, o salir corriendo, no me acuerdo.
- Bueno, pero en 1917, con algún perfeccionamiento, la cosa anduvo.
- Sí, pero no la habían patentado.
- Así que aquella vez, fue su consumo final.
Irene Quake
analista