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Opinión

Incoherencias de la derecha

Enrique Ortega Salinas
Autor de “Verdades Mentirosas”.
PUBLICADO el Jueves 21 de marzo, 2013

En el homenaje a Hugo Chávez, Lacalle (el ex) criticó al Comandante por su injerencia en los asuntos internos de América Latina. Por algún extraño motivo no mencionó las constantes injerencias de Estados Unidos en todas partes del planeta, incluyendo voladuras de vehículos con niños en Medio Oriente, tiendas de la Cruz Roja y hospitales y acribillamiento de civiles desde sus helicópteros, más múltiples complots para quitar del tablero a presidentes no afines como Evo Morales. Ni una palabra sobre las recientes incursiones neocoloniales de Francia en África.

Ni siquiera recordó que en 1971 sus amigos del Norte colaboraron con el fraude que le arrebató el triunfo a Wilson Ferreira, tal cual indican los documentos desclasificados del Departamento de Estado. Su frágil memoria le impide recordar también que tras el derrocamiento de Lugo, él mismo, como senador, corrió a Paraguay para ponerse a las órdenes del gobierno de Franco. Incluso llegó a olvidar que un grupo de legisladores de su propio partido, encabezados por Jaime Trobo, avalaron con su presencia el plebiscito de los kelpers en las Malvinas. Maquiavelo sugería al Príncipe enviar colonos antes que ejércitos, porque los primeros, ante un intento de recuperación de las tierras usurpadas, las defenderían como propias.

De igual manera obvió mencionar que hace pocas semanas, en una actividad organizada por la colectividad judía en el Hotel Conrad, el legislador criticó al gobierno de Venezuela por sus amistades árabes.

Es rara la derecha. Critica al Frente Amplio por cuestionar las decisiones de la Suprema y Sagrada Corte de Justicia, cuyos fallos han de quedar exentos de cualquier análisis discorde por parte del resto de los mortales; pero los rosados no ahorraron críticas ante el fallo del mismo órgano de otro país cuando aquel determinó que debía ser Nicolás Maduro y no Diosdado Cabello el presidente mientras se realizan los comicios, contemplando así lo que dice el artículo 233 de la Constitución que al final establece: “Mientras se elige y toma posesión el nuevo Presidente o la nueva Presidenta, se encargará de la Presidencia de la República el Vicepresidente Ejecutivo o la Vicepresidenta Ejecutiva”.

Tampoco ahorraron epítetos cuando nuestra Justicia comenzó a condenar represores. Tal como recordara nuestro colega Julio Guillot, el Dr. Gonzalo Aguirre (que fuera Vice de Lacalle) tildó de caballo al fiscal Cavalli por procesar a Juan Carlos Blanco, mientras que a la Dra. Mariana Mota, los también doctores Jorge Batlle y Luis Alberto Lacalle la trataron de “inepta”.

Todo esto ha pasado a un segundo plano porque nuestra tele, que es más argentina que uruguaya, no nos muestra otro tema que no sea relativo al Papa. El Papa. Los argentinos celebran su elección como si hubieran ganado un mundial de fútbol. No aceptan bromas ni preguntas. Muchos periodistas comentaron la ocurrencia de Maduro (que Chávez habría influido en Jesús para que nombrara a un latinoamericano) como si lo hubiera dicho en serio.

Del otro lado, algunos ilusos sueñan con que el Sumo haga algo por los pobres… Es un líder espiritual, y no el presidente del Fondo Monetario Internacional. Peores los que sueñan con que flexibilice las posturas de la Iglesia sobre el matrimonio igualitario, el aborto o la eutanasia. ¿Le piden un Papa progresista a la Iglesia Católica? ¿Alguien con dos dedos de frente puede pensar que los cardenales elegirían a un líder que trate a las mujeres con dignidad y no como meras sombras de los hombres, con la facultad de dar misas o tomar confesiones? Es una institución misógina y homofóbica que, paradójicamente, se muestra excesivamente liviana en los castigos cuando el depravado tiene sotana.

Más realista sería sentarse al lado de un olmo y esperar que dé peras. Lo más que podemos pedirle es que, en defensa del honor de una inmensa mayoría de sacerdotes de inmaculada conducta, se castigue como es debido a los degenerados que abusan de niños o a los corruptos del Vaticano y no le pase lo mismo que a Juan Pablo I. Y paren de contar.

Es lo que hay.

 

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