editorial

Hacia la recuperación del ferrocarril

Finalmente, parece empezar a concretarse la tan esperada reactivación del transporte ferroviario. Es un tema del que se viene hablando desde hace ya demasiado tiempo y que parecía no tener solución.

Desde mediados del siglo pasado, fue posible asistir a un paulatino deterioro de toda la infraestructura del ferrocarril (vías, durmientes, locomotoras, vagones, etcétera) a pesar de los plausibles esfuerzos de algunos administradores que no lograron revertir el proceso. Todavía en 1970 la línea Montevideo-Rivera transportaba pasajeros en condiciones aceptables y en un tiempo poco mayor que los autobuses, pero AFE ya estaba herida de muerte.

Hubo –de parte de los sucesivos gobiernos– una mezcla de insensatez, ineptitud, desidia y frivolidad en la administración de la empresa, sin contar, también, ciertos espurios intereses, todo lo cual coadyuvó a que el transporte ferroviario haya llegado al grado de deterioro que hoy exhibe.

Esa política de dejar de invertir y de abandonarlo todo tuvo su momento cúlmine luego del retorno a la normalidad institucional, concretamente bajo el primer gobierno del doctor Julio María Sanguinetti. En medio del júbilo por la recuperación de la democracia, el mazazo asestado al transporte ferroviario no suscitó demasiadas reacciones, o por lo menos, diríamos que la medida de desmantelamiento del ferrocarril no generó un rechazo contundente.

Un país que se propone superar el subdesarrollo y emerger para crecer sostenidamente no puede prescindir de un medio de transporte (fundamentalmente de carga pero también de pasajeros) mucho más eficiente y, sobre todo, sensiblemente más económico que el transporte por carretera; en ese sentido, las cifras hablan por sí solas de las ventajas incomparables que supone el transporte ferroviario. Al respecto, vale recordar lo escrito hace ya un tiempo por Gustavo Melazzi: “El consumo de combustible por tonelada es un cuarto del que realiza un camión y, si es eléctrico, disminuye notoriamente la contaminación; y los motores tienen una durabilidad muy superior. El costo de un kilómetro de carretera es al menos el triple del de una vía férrea (cuya capacidad de transporte es diez veces más), y su duración, siete veces superior. Basta ver en Uruguay el escándalo de rutas destrozadas por la forestación, que nosotros pagamos”.

En fin, lo que importa es que, por fin, esa triste realidad podría empezar a revertirse mediante la puesta en marcha de una sociedad mixta. Se ha anunciado que, luego de sortear un pequeño obstáculo formal, la nueva compañía podría estar operativa hacia fines de marzo o comienzos de abril.

Hay voluntad política para que así sea. De no surgir ningún inconveniente, el país habrá dado un paso de enorme significación en su camino sostenido hacia el desarrollo. El modelo de país productivo implica necesariamente dar un fuerte impulso a un transporte eficiente, económico y lo menos contaminante posible.

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