entrevista

“Ni mejor ni peor, soy distinto”

Juan Ramón Carrasco

Juan Ramón Carrasco, en su faceta más auténtica, habló con TRIBUNA sobre sus experiencias en los distintos equipos y en la selección. Sus inicios en Rocha, su explosión en Fénix y River, su pasaje por la selección y Nacional, y su fracaso en Danubio. Su manera de ser, sus virtudes, sus errores, su opinión sobre el fútbol local y la selección de Tabárez fueron temas de los que también habló en esta entrevista.

¿Cómo es Carrasco como entrenador?

Se podrá decir que Juan Ramón es esto o lo otro, pero si vos vas a la raíz del jugador, te va a decir que soy un tipo derecho, sano y muy exigente, que es muy fino a decir que soy un poco malo. Relaciono mucho el fútbol con la escuela o el liceo, que es por donde todos, o la mayoría, pasamos. Aquel que no estudiaba, aquel que no sabía las tablas, sumar o multiplicar, iba a la clase a perder el tiempo y distraía al que quería aprender y hacer las cosas bien. Y en el fútbol, por eso digo que soy distinto, ni mejor ni peor que nadie, enseño muchas cosas del fútbol que si no ponés atención, si no las memorizás, lo más factible es que el domingo no seas la pieza que armonice o aceite el motor.

Tratamos que se tenga esa disciplina, la disciplina de lo táctico, la disciplina de lo físico, para después automatizar todo eso que se enseña y que a la larga se pueda disfrutar del juego, y no que sea como un examen que vas a darlo y no lo sabés, y te comés las uñas, te volvés loco, te sentís horrible. Me considero que soy exigente cuando hay que serlo. Después, cuando ya tenés todo aprendido, ahí sí hay tiempo de “jajaja”, de salirse un poco de lo esquemático.

¿Cómo fue eso de dirigir y jugar al mismo tiempo en Rocha?

Acá es un país donde hay tradiciones inquebrantables, es como que si no ganás, no se puede dirigir y jugar. Te llevan a que dirigís solo el día del partido, y eso no tiene nada que ver. Hay cosas a favor y cosas en contra, lo que sí te puedo asegurar es que no dista mucho de ser lo mejor, pero claro, vos sos el ejemplo, tenés que rendir, físicamente estar apto. Y por el tema de si vos te sacás o no te sacás, siempre estás en el ojo de la tormenta, muy expuesto, y en conclusión, acá en este país no se puede hacer. Así de sencillo.

¿Cómo fue su primera experiencia como DT?

Fue en Montevideo con un “dream team” de jugadores libres, jugadores de las características que a mí me gustan. Trataba de buscar ese jugador idóneo para poner en práctica lo que después se vio en Rocha, Fénix, River, la Selección y Nacional. Por ahí pasó Fonseca, Hugo De León, “Petete” Correa, Diego López, jugadores que estaban retirados pero que venían igual. Y después jugadores libres: “Marito” López, el “Carita” Vecino, por decirte algunos. Hay montones de jugadores que eran libres y que se aplicaban a esa idea que después la expusimos en los clubes que nos tocó dirigir.

¿En Fénix se vio lo mejor de un equipo suyo en cancha?

No. De repente sorprendió porque de un Fénix acostumbrado a pelear el descenso y a jugar un fútbol que no se veía mucho, pasó a jugar con tres puntas y jugarles de igual a igual a los grandes, inclusive hasta golearlos. Eso fue lo novedoso. Pero después, con el tiempo que estuve en River, que fueron tres años, ahí se vio más porque era un equipo que jugaba siempre a 100 por hora. Y, sin ser reconocido en la AUF, nosotros nos sentimos que fuimos campeones uruguayos, porque llegamos a la final del Clausura pero con mejor “goal average”, y en todos lados cuando se llega empatado sale campeón ese equipo. Fue un equipo que tenía un promedio de tres, cuatro goles. Y ese equipo salió tercero en una Sudamericana.

En ese River explotaron un montón de jugadores; ¿fue o sigue siendo su especialidad sacar jugadores jóvenes y llevarlos rápidamente a un gran rendimiento?

Es lo que también sucede en la vida. Si tenés 20 años aprendés idiomas o computación, no te cuesta mucho. Ahora, si lo hacés a los 40, 50 o 60, te cuesta un montón. El jugador joven tiene el disco limpio y asimila muchas más cosas de las que enseñás que el jugador más grande, con vicios -malos y buenos-, que ya tiene su impronta, su rúbrica.

Estando en Nacional, usted comentó que a los jugadores jóvenes o de cuadros chicos les llegaba más su mensaje y que lo veían como un “Mesías”…

Sí, eso lo llevaron para otro lado, lo que pasa es que a cierto sector le interesa crearme un personaje que dista muchísimo de lo que soy. De repente yo en un tiempo di lugar a crear ese personaje, di lugar, inconscientemente, sin herir ni agraviar, sino que por ser muy frontal te lo hacen jugar en contra. He aprendido que a veces la frontalidad o ser sincero de más te juega en contra, entonces trato de decir lo mismo pero de diferente manera. Ahora, sobre la pregunta, no es que esté en contra de los jugadores grandes o con ese tipo de vicios, sino que se respaldan más en las costumbres que tuvieron toda la vida. En River uno estuvo tres años, y logramos llegaron a una copa internacional y terminar terceros. Imaginate en un cuadro grande, si tenés la continuidad, a lo que podés llegar. Pero bueno, son cosas de las que nos sentimos orgullosos, haber estado en Nacional y haber logrado lo que logramos.

En Nacional, ¿siente que le quedó en el debe tener una mejor participación en la Copa?

En la Copa quedamos eliminados en la hora, ¡y contra qué equipos! Argentinos, que había sido campeón de Argentina; Fluminense, que había sido campeón en Brasil; y América de México, un equipo fuertísimo. Y fijate que quedamos eliminados por un gol pasada la hora, que ellos se demoraron en arrancar el segundo tiempo y nosotros terminamos antes. Me hubiese gustado clasificar, claro que sí, porque yo no sé qué hubiese pasado después. Pero creo que son muchísimas más las cosas positivas en Nacional. Si querés ponerle algo de gris, capaz que fue eso, pero un gris muy tenue.

¿Puede haber jugado en contra que Peñarol justo en esa Copa llegó a la final?

No jugó nada en contra, eso es buscar algo para que no se dimensione lo que hicimos. Ese Nacional, lo mires de donde lo mires, no sé los años que irán a pasar para igualar todos los ítems que tenía. Yo antes, por ser auténtico, te decía todo, pero no era para la soberbia, para postularme, era para decir la verdad. Volviendo a la pregunta, es querer opacar otra cosa que no tuvo nada que ver, porque en definitiva, si sos un equipo grande, tenés que salir campeón. Yo entonces tendría que poner en la torre de Antel un cartel que diga: “River tercero en una Sudamericana”. Pero Nacional o Peñarol, si saliste segundo, no festejes, festejá si sos campeón. ¿Somos grandes o no somos grandes? Esa es la parte que no me cierra. Por eso a un equipo chico lo hago jugar como a un grande. Se supone que el grande tiene que salir a ganar siempre, tiene que tener esa mentalidad y no -y que se ponga el sayo a quien le quede- poner buenos jugadores cuando estás necesitado en hacer tres o cuatro goles. ¿Por qué no los ponés siempre?

¿Qué pasó en Danubio?

Lo de Danubio fue malo en resultados, pero en funcionamiento hubo buenos pasajes en partidos, inclusive contra los grandes. Los resultados no se dieron porque en un par de partidos nos empataron con pelotas sucias, partidos que merecimos haber ganado. No es excusa, pero en muchos partidos se jugó bien y se mereció ganar. Haciendo una autocrítica, pienso que quise hacer un curso intensivo de fútbol, que cuando yo llegué y con la mochila pesada que tenían, de repente no era el momento. Y los embarullás, son muchas informaciones, muchas cosas, y no estaban con la mente abierta. Ahí fue donde me equivoqué. Esas son experiencias que uno las capitaliza y que no tengo dudas que le voy a sacar provecho a este traspié, porque la verdad que me dolió muchísimo.

El plantel que dirigió en Danubio no lo armó usted, pero ¿le gustaba cómo estaba conformado?

Era lo que había. Esos jugadores, no tengas ninguna duda, los íbamos a disciplinar para que tuvieran ese famoso “tiqui tiqui” que en todos lados hemos hecho. El tema es que eran muchas enseñanzas, que quise aplicar de forma intensiva, y ahí le erré. Estoy muy contento que después fue Leo Ramos y puso a Danubio donde me hubiese gustado a mí y donde se merece.

¿Cómo se define el “tiqui tiqui”?

Lo que queremos es que la pelota vaya a la misma velocidad que el pensamiento. Por eso trabajamos mucho para automatizarlo, para que sea “tiqui, tiqui, tiqui”, a velocidad.

El famoso equilibrio, que tanto se le achacó, ¿intentó corregirlo?

El equilibrio en este país lo miden por cuánto te llegan. A mí me medían el equilibrio si me llegaban, pero yo llegaba veinte veces más, teníamos un promedio de tres goles, 90 goles a favor, 60 en contra. ¿Dónde está el equilibro ahí? A favor. Lo del equilibrio son frases hechas.

¿Cómo ve actualmente al fútbol uruguayo?

Ahora se está retrocediendo otra vez, se está jugando a no perder. Yo digo que el fútbol uruguayo, por el atrevimiento razonable, no el atrevimiento a lo loco, tuvo un cambio, porque de hecho me llevaron a la Selección. Pero resulta que el fair play se lo llevan otros, cuando fuimos nosotros que al jugador que tenía tarjeta amarilla, era cambio. Fuimos nosotros que jugábamos de igual a igual y teníamos el mejor promedio de goles.

¿Y a los equipos chicos en el medio local?

He visto buenos planteamientos. Hay un poco más de audacia, en el buen sentido. Antes el equipo chico cuando iba al Estadio era a aguantar, o si encontraba un triunfo era de milagro.

¿Qué piensa de la Selección actual?

A mí se me hace agua la boca con los delanteros que tiene. Pero ahora está Tabárez y hay que respaldarlo, tienen todo el apoyo, se lo merece él y el plantel, porque nos han dado muchas satisfacciones.

La Selección, ¿lo agarró muy joven a usted?

Sí, pero porque no supe manejar la prensa. Vino por ahí, porque por los números no había derecho.

¿Se arrepiente de haber creado aquella imagen de la que hablaba?

Yo no era ni soberbio ni nada. No me arrepiento porque yo lo hacía inconscientemente, no lo hacía de gusto. Simplemente capitalizarlo para, de aquí en adelante, cuidarse.

La herencia de Don Miguel Ignomiriello

“Es fino decir que todos los entrenadores fueron maestros. Pero él para mí, lo digo de todo corazón, fue un entrenador que nos enseñó a ser profesionales, cómo caminar en la vida, que no es solo una pelota de fútbol”.

¿Qué pasó en Emelec?

“En el plantel había jugadores consagrados, que no vale la pena dar los nombres, que ya habían jugado en la selección, jugadores con vicios. Ellos jugaban a un ritmo, y el equipo jugaba al ritmo que ellos proponían. Pero nosotros queríamos velocidad. Y no es que fueran indisciplinados en lo táctico, pero inconscientemente ya sabían que tenían una final (porque habían ganado el Apertura). Yo quería salir a jugarnos la vida, a ganar todos los partidos, nada de especular, entonces eso me jugó en contra”.

¿En qué se parecen Carrasco y Tabárez?

“Él es muy auténtico también, cuando no le gusta algo lo hace notar, somos muy espontáneos. En lo futbolístico, él tiene su forma y yo tengo la mía. Tabárez en todos lados ha triunfado, con su filosofía o con su estilo es reconocido. A mí todavía me falta más afuera, tener más repercusión”.

Frases

“Nacional o Peñarol, si saliste segundo, no festejes, festejá si sos campeón. ¿Somos grandes o no somos grandes?”

“Se me hace agua la boca con los delanteros que tiene ahora la Selección”

“Tendría que poner en la torre de Antel un cartel que diga: ‘River tercero en una Sudamericana’”

“A cierto sector le interesa crearme un personaje que dista muchísimo de lo que soy”

“En Danubio quise hacer un curso intensivo de fútbol, pero no era el momento”

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