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Opinión

El dolor de un Mercosur Educativo perdido

Claudio Rama
Economista (UdelaR)
doctor en Educación (Unesr)
doctor en Derecho (UBA)
PUBLICADO el Sábado 23 de febrero, 2013

La creación de espacio común de la educación superior en el Mercosur constituye uno de los requisitos de la consolidación del acuerdo de integración y una necesidad de los sistemas universitarios para impulsar la movilidad académica como mecanismo de mejoramiento de la calidad. Las tres áreas básicas que han estado en la discusión, son la base de la teoría de la integración universitaria: un mecanismo de reconocimiento de las certificaciones, la relativa igualación de las condiciones la formación profesional y sistemas compatibles o iguales de acceso al trabajo. La estrategia en el largo plazo se focalizó en promover procesos de acreditación común y en el corto plazo en facilitar la movilidad estudiantil a través del reconocimiento de las certificaciones. En esta última orientación, buscando un camino intermedio con menos conflicto, el Mercosur, tomó el camino de separar el proceso de validación de las distintas certificaciones de los estudios entre aquellas conducentes al ejercicio académico de las que se orientan al ejercicio profesional.

Este curso de acción se inició en 1996 cuando se recomendó analizar y formular un protocolo, y que se firmó en 1999, de Acuerdo de Admisión de Títulos y Grados Universitarios para el Ejercicio Académico en los Estados Parte del Mercosur y que fue luego de ratificado por los congresos nacionales. Se estableció el reconocimiento automático de las certificaciones profesionales con miras al ejercicio de actividades de docencia e investigación en las instituciones de educación superior de la subregión, en tanto los cursos de graduación tuvieran 2.700 horas, especialización 360 y lo suyo maestrías y doctorados siempre que estuvieran reconocidos en sus países por las respectivas autoridades. Esto creó una enorme movilidad estudiantil para cursos de posgrado, en tanto reconocía automáticamente el título anterior para cursar el nivel siguiente, y dicha certificación era reconocida en la carrera académica de docentes o investigadores en sus ascensos o concursos. Se obviaban los engorrosos procesos de reválida universitaria de los títulos y se contribuía a una movilidad con más posibilidades de formación. El flujo único fue de miles de profesores brasileros hacia los países del Mercosur para realizar estudios de maestría pero sobre todo de doctorado, en tanto, en Brasil, no solo estos cupos son muy escasos sino que la ley de educación de 1996 creó una enorme demanda al imponer que un tercio de los docentes deben tener maestría y doctorado, en un contexto también de alta diferenciación en los salarios de los docentes en función de sus posgrados y posiciones académicas reservadas a doctores o master.

Universidades de Paraguay, Uruguay y sobre todo Argentina, trataron de aprovechar este escenario a través de cursos superintensivos. Estos también viabilizaban que al tener ofertas de doctorado para brasileros, muchos locales pudieran formarse y mejorando sus sistemas académicos locales, al igual que en USA donde sin estudiantes extranjeros no existirían muchos posgrados. En Brasil se crearon resistencias por las elites académicas y Capes impuso que como Ley 9.394 de educación que tenía una jerarquía superior, impuso “los diplomas de maestría y doctorado expedidos por universidades extranjeras solo podrán ser reconocidos por universidades que posean cursos de posgrado reconocidos y evaluados en la misma área de conocimiento y en un nivel equivalente o superior” no se podía habilitar la validez automática de las certificaciones del Mercosur, más allá del Acuerdo firmado. Argentina no se restringió e incentivó que cada vez más universidades ofertaran y miles de estudiantes brasileros se están formando allí, aún a pesar del engorroso camino de sus revalidas en Brasil como si vinieran de otras partes. En Uruguay, a diferencia, el MEC complejizó y engavetó los posibles aprovechamientos de estas oportunidades y entre el 2005 y el 2012, más allá de los múltiples intentos de las privadas, solo aprobó un único doctorado (UDE) (http://educacion.mec.gub.uy) y luego inclusive prohibió continuar ofertándolo, perdiéndose una enorme oportunidad académica y económica para el país. Da dolor la política.

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