CON EL GOBIERNO DE DILMA ROUSSEFF
Un cable muy documentado publicado por LA REPÚBLICA el miércoles 20 indica que en estos días el gobierno de Dilma Rousseff cumplió el objetivo de sacar de la pobreza extrema a 22 millones de brasileños y se propone localizar a otros 2,5 millones que no reciben ayudas para acabar con la miseria en el país, según anunció la ministra de Desarrollo Social y Combate al Hambre, Tereza Campello.
Previamente, bajo los dos gobiernos de Lula, el plan Bolsa Familia retiró de la miseria a 36 millones de brasileños, en este país de 194 millones de habitantes. En junio de 2011 el gobierno de Dilma lanzó el programa Brasil Sin Miseria por el cual 791 mil personas con ese perfil fueron localizadas, registradas e incluidas en la Bolsa Familia. Con la aplicación del Plan Brasil Cariñoso, lanzado en mayo de 2012, otras 16,4 millones de personas salieron de la pobreza extrema. Este programa promovió iniciativas en las áreas de la educación y la salud, con ampliación de la atención en guarderías de niños hasta tres años y la oferta de medicamentos y servicios de salud para la prevención de las afecciones de la primera infancia. El plan también aumentó apreciablemente el financiamiento de la alimentación escolar. “El programa tuvo una efectividad muy grande en su aplicación”, dijo la ministra. Ahora quedan unas 700 mil familias, con alrededor de 2,5 millones de integrantes en esas condiciones, que se trata de localizar para hacerles entrega de un complemento, cuyos recursos ya están previstos y se comenzarían a pagar en marzo.
Hace dos semanas, la presidenta Dilma Rousseff había declarado: “Estamos cerca de poder decir con orgullo que este país no tiene más pobreza extrema”. Estos programas cuentan con fondos de 11.500 millones de dólares, cifra superior en un 60% a la que se manejaba al término del segundo gobierno de Lula, en 2010.
El plan de superación de la pobreza extrema también promueve acciones de inclusión productiva –como la calificación profesional, asistencia técnica y extensión rural, fomento de la producción- y de acceso a bienes de servicios públicos, en particular en las áreas de la salud, educación, vivienda, acceso al agua y energía eléctrica. Según dijo la ministra, los programas de combate a la pobreza, además de complementar los ingresos, tienen como prioridad “garantizar el acceso a los servicios públicos de salud, educación, luz, agua potable y saneamiento”, además de “proporcionar oportunidades de empleo a esas familias”, Por medio del Catastro Único, el poder público conoce quiénes son los ciudadanos más pobres, dónde viven, las características de su domicilio, su edad, y escolaridad; así puede incluir esas familias en programas de transferencia de recursos y también matricular a sus integrantes en cursos de profesionalización, ofrecerles servicios de asistencia técnica y extensión rural, proporcionarles acceso al agua y a la energía eléctrica con tarifas reducidas. La Tarifa Social de Energía Eléctrica, los programas Mi Casa Mi Vida y la Bolsa Verde son algunos ejemplos de acciones que utilizan el Catastro Único como referencia para la selección de los beneficiarios.
Otra de las realizaciones efectivas del actual gobierno es el programa Luz para Todos. En un programa radial de diálogo con la gente, titulado “Conversación con la presidenta”, Dilma Rousseff señalaba, en respuesta a un ciudadano de Bahía, que el programa Luz Para Todos ya sacó de la oscuridad a más de tres millones de familias, alrededor de 15 millones de brasileños; y que este año entrarán en operación 8,5 mil MW de generación nueva y 7,5 kilómetros de nuevas líneas de trasmisión de electricidad para asegurar la energía necesaria al crecimiento de Brasil y a la mejora de la calidad de vida de todos los habitantes.
Los distintos objetivos de estos programas se relacionan estrechamente entre sí. Por ejemplo: en el año 2012, el 96,7% de los 15,1 millones de niños y jóvenes beneficiados por la Bolsa Familia superaron la frecuencia de asistencia escolar exigida por el programa.
Estos logros de los dos años del actual gobierno se suman a los obtenidos en los dos gobiernos del presidente Lula. El 7 de febrero se publicó el estudio “Indicadores del desarrollo brasileño”, elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), conjuntamente con los ministerios de Planeamiento, Desarrollo Social, Educación, Salud y con el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), que demuestran en forma categórica la relación entre las políticas públicas brasileñas y la aceleración del desarrollo humano en el país entre los años 2001 y 2011. Estos avances se refieren a: la disminución de la pobreza y la elevación de la inclusión social, superando las metas estipuladas en los Objetivos de Desarrollo del Milenio; el fortalecimiento de los programas de educación, salud, trabajo, seguridad social, de fomento de la agricultura familiar y de seguridad alimentaria, transformando al mercado interno en un motor esencial del crecimiento económico.
El estudio destaca asimismo los avances en materia educativa, el aumento de la escolaridad en todas las franjas etarias, la universalización de la enseñanza primaria. En otro plano, aumentó la esperanza de vida y se redujo la mortalidad infantil. En esos diez años se generaron 19,1 millones de puestos de trabajo, a los que se sumaron otros 4 millones en los dos años del gobierno de Dilma. Actualmente Brasil registra la menor tasa de desempleo de su historia. Se agregan los aumentos de salario, la valorización del salario mínimo, la expansión del crédito, el aumento de la capacidad de compra de las familias.
En otros términos: está cambiando, para mejor, la propia estructura de la sociedad brasileña. Todos estos datos se conocieron al cumplirse 10 años de gobiernos del PT y 33 años de la fundación del partido, ocasión en la cual Lula promovió la reelección de Dilma Rousseff.
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