opinión
Empiezan las clases y vuelven las discusiones. “Que la culpa es de aquel, que es del otro, que es de ustedes…”. Lo cierto es que las cosas no están del todo bien en la enseñanza. En varios aspectos. Los salarios subieron el 49% en los 8 años de gobierno del FA, un 13% más que los demás trabajadores. Es justo, porque estaban muy atrasados. No alcanza, porque siguen estando muy atrasados: $ 14.000 líquidos gana un maestro en sus primeros años. En los profesores pasa algo similar, teniendo que trabajar muchas horas para llegar a un salario que tampoco alcanza.
Pero siendo un problema grave, no es el único. También se arrastran problemas de locales, que no alcanzan, que algunos son obsoletos, que las reformas muchas veces no llegan a tiempo.
No menos importante es que a medida que avanza el ciclo de primaria y luego secundaria se nota un deterioro en la calidad de aprovechamiento que exhiben los alumnos. Esto se refleja en el desinterés, el índice de repetición, de ausentismo y de deserción a medida que avanzan en edad. Este desinterés contrasta con los resultados logrados en UTU, cuyos cursos están abarrotados. Logicamente, los sectores más afectados son los que socialmente presentan más dificultades, por más que se hacen múltiples esfuerzos desde el gobierno, con apoyo económico en diferentes planes sociales.
En los últimos años la seguridad se ha complicado en las afueras por la presencia de grupos de muchachos con actitudes agresivas hacia alumnos y profesores.
También hay críticas porque todo el esfuerzo revolucionario en el mundo que significan las ceibalitas no se aprovecha totalmente ya que todavía no se ha logrado que los docentes adapten los trabajos educativos a esta nueva herramienta.
Si esto sucede en la enseñanza pública, no es mucho mejor en la privada, aunque de ahí nadie habla. Los padres pagan muchísimo y se desentienden. Allí los docentes, aunque también ganan tan poco como en la pública, no paran ni se quejan de nada porque si no, no los vuelven a contratar.
Problemas reales hay, sin duda. Se hacen múltiples esfuerzos para abarcar todas estas distintas áreas y como siempre sucede se remarca públicamente lo negativo pero no los logros. Lo que parece quedar claro es que el tema es vasto y complejo. Que no parece ser resorte de un “unico culpable” y tampoco será de un “único mago” su solución. Por lo que todo el mundo debería bajar el copete, bajar la pelota, y con humildad encarar la búsqueda de soluciones posibles. Esto también debería hacerlo la oposición, que se planta en un observatorio de cristal como si no tuviera nada que ver en todo este entuerto. ¿Es que todo empeoró tanto en tan solo 8 años?
En todo caso, una pregunta muy objetiva salta a la vista; si les preocupa tanto la educación y hoy se llenan la boca de indignación, ¿por qué les pagaban tan poco a maestros y profesores mientras estuvieron 20 años en el gobierno?
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