Puerto de aguas profundas: desarrollo y soberanía nacional

No son muchas las veces que nos vemos a nosotros como país, pensando más allá de la emergencia, y encontrándonos para planificar y tener una estrategia como nación para las próximas décadas. Y esta es una de las oportunidades.

Con esta ley estamos emitiendo un mensaje al mundo respecto de nuestras definiciones, así como con el trabajo técnico estamos generando una fuerte base argumental para decirle a nuestros vecinos y potenciales interesados en la operativa de la futura terminal portuaria del Cono Sur que tenemos el lugar y por qué debe ser allí.

La decisión, respaldada por la norma, nos habilita a definir acciones en el territorio en torno al lugar elegido, alejando indefiniciones y especulaciones en torno al uso del suelo en el lugar. Que no se trata de decirle al dueño de la tierra lo que puede o no puede hacer, sino dar un orden de prioridades con un interés superior.

Seguimos tomando como punto de referencia la promulgación de la ley para decir que hace pocos días Uruguay dio un paso sustancial en torno a una necesidad que se plantea hace más de un siglo: una terminal portuaria en el océano Atlántico. Pero en cien años, distintas generaciones alentaron el deseo, la necesidad y hasta se debatieron formas, pero nada llegó a concretarse.

También por eso es que entendemos que Uruguay avanza sustancialmente. Pensamos la definición con la misma importancia con la que concebimos este puerto. Es más soberanía, comunicación, independencia y fortaleza. Los que pensamos que varios de estos conceptos son fruto de nuestra orientalidad y están en nuestra naturaleza, creemos que para seguir siendo naturales tenemos que ser más soberanos e independientes. Hablamos de desarrollo con mejor distribución de la riqueza, con convicción y sustento técnico para afirmar que tenemos territorio para hacerlo sin abdicar de nuestras riquezas naturales.

Por eso en este tema vemos un Uruguay avanzando y lo exponemos como ejemplo, porque no muchas veces se vio. Por eso defendemos la idea, como parte de un proceso que –sin dudas- es revolucionario.

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