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tiempos modernos

Los teléfonos de Europa y América Latina

Joaquín Roy
catedrático Jean Monnet
director del Centro de la Unión Europea de la Universidad de Miami
PUBLICADO el Domingo 27 de enero, 2013
La República Digital

Los mandatarios de 60 países europeos, latinoamericanos y caribeños se reunirán en Santiago de Chile en una cumbre bicontinental. Al clausurarse ese cónclave, los latino-caribeños realizarán allí mismo la reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac).

Aunque ese calendario esté dictado por las agendas, la buena lógica habría aconsejado cambiar el orden. Primero los latinoamericanos y caribeños debieran haber consensuado un guión común. Pero el contraste de intereses ya se habrá mostrado como evidente en la reunión europeo-latinoamericana-caribeña, cuando se abra la de la Celac.

La actualidad recuerda la anécdota atribuida a Henry Kissinger, a quien cuando era secretario de Estado de Estados Unidos (1973-1977) se le recomendó consultar con Europa. Sarcásticamente contestó que se le proporcionara el número del teléfono europeo. Ahora Kissinger habría pedido los teléfonos europeo y latinoamericano.

El bloque latino-caribeño es evidente que habrá superado con creces al europeo en número de teléfonos.

Aunque en el caso de la Unión Europea (UE) pudiera pensarse que cada uno de los estados miembro tiene un teléfono con el que comunicarse, en realidad, en el terreno de la representación global, es más simple, como se demostró en la ceremonia de entrega al bloque del Premio Nobel de la Paz, en diciembre.

Los receptores europeos fueron tres: los presidentes del Consejo, la Comisión y el Parlamento. Son los que de veras cuentan en la soberanía común. En Santiago, la otra parte presentará una impresionante variedad de interlocutores.

Algunos acudirán con ventaja a Santiago y presumirán de logros en sus negociaciones con la UE, cuando comience la cumbre bicontinental el día 25 de este mes.

En contraste con su tamaño, el ganador neto ya ha sido América Central, que estrenará su flamante nuevo Acuerdo de Asociación con la UE. Mientras, al pisar América del Sur, los teléfonos móviles diversos sonarán con insistencia.

Entre tanto, se podrá observar en unas esquinas con el aparato al oído a los representantes de los países que desde hace años disfrutan de un favor especial con la UE: México y Chile.

Las conversaciones telefónicas de los representantes mexicanos rebotan ecos en inglés, pues así se comunican con Canadá y, sobre todo, con Estados Unidos, en sintonía con la mutua pertenencia al Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

Al sur del continente, el teléfono de Chile chirriará de lenguas diversas, al estar en contacto con medio planeta por una docena de acuerdos de libre comercio.

Chile ha seguido siendo reticente a volver al redil de la Comunidad Andina (CAN), que parece perder miembros (y teléfonos) por minutos.

Por una parte, la Venezuela chavista entró como un elefante en la cacharrería en Mercosur (Mercado Común del Sur), aprovechando que desapareció el veto de Paraguay. Bolivia, con un teléfono multilingüe, ya ha anunciado que también se uniría al bloque mercosureño, por lo menos con un ahorro de líneas telefónicas.

A este paso, el secretariado general de la CAN, situado en Lima, no deberá responder paradójicamente más que a los intereses de Ecuador, ya que Colombia y Perú parecen más preocupados por acercarse a Europa, Estados Unidos y a la región Asia-Pacífico.

El teléfono de la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA) puede en breve contestar las nerviosas llamadas y desde Santiago de Chile se darán consignas para una actuación en común.

Si la evolución de la crisis de Venezuela desemboca en la desaparición de su líder, Hugo Chávez, el ahorro de la reducción de los regalos petroleros de ese país puede facilitar el pago de la factura telefónica de la organización.

Teniendo en cuenta que ninguno de sus miembros tiene fronteras con otros (caso único en los esquemas de alianzas y bloques del planeta), el coste de la línea puede resultar prohibitivo.

Celosos de su insularidad, los países caribeños (mayoritariamente de origen colonial británico) parece que comparten sin mayores problemas una línea telefónica sita en la Comunidad del Caribe.

Pero República Dominicana no renuncia a sus vínculos con Estados Unidos y los experimentos centroamericanos, además de recibir los cuantiosos beneficios del grupo económico de naciones de África, el Caribe y el Pacífico (ACP).

Ante la variada suerte de los sub-bloques, se puede especular acerca de la eficacia tanto de la Celac o de la territorialmente más reducida Unasur (Unión de Naciones Suramericanas).

Quizá su innata incapacidad para la verdadera integración supranacional, que los demás esquemas nunca han sabido sublimar, sirva de consejo para que tanto el ente latinoamericano-caribeño como el sudamericano se dediquen a la consulta y la negociación.

Desde una Europa también con dudas, probablemente es lo que más convenga.

Mientras tanto, en medio del subcontinente, otro teléfono multiuso destacará en lengua portuguesa. Brasil, reafirmando la leyenda de que “Deus é brasileiro (Dios es brasileño)”, está en todas partes. Su aparato, versión último modelo, tendrá más aplicaciones que las de los demás.

No se sabe bien si los receptores de llamadas en Unasur y Mercosur las derivan a Brasilia, pero muchos lo suponen.

En cualquier caso, la UE tratará en Santiago de llamar oficialmente a un solo interlocutor: la Celac. Su futuro depende de cómo conteste.

ExclusivoIPS

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