editorial

Las relaciones entre gobierno y oposición

Contra lo que podría esperarse como actitud positiva en el comienzo de un nuevo año, las relaciones entre el gobierno y la oposición parecen continuar por el camino de un deterioro que había asomado ya a principios del año pasado.

Llamó la atención que en oportunidad de conmemorarse un nuevo aniversario del trágico fin de la defensa de Paysandú, el doctor Jorge Larrañaga haya empleado duros epítetos para referirse al presidente Mujica y al gobierno del Frente Amplio en general. Con inusitada virulencia, el conductor de Alianza Nacional –que en los primeros tiempos de la actual administración se había mostrado dispuesto a ejercer una oposición responsable y a colaborar con el gobierno– no vaciló en calificar a la actual administración de “autoritaria” y “despótica”.

Consideramos que se trata de calificativos desmedidos e injustos si tenemos en cuenta el significado profundamente peyorativo de tales adjetivos. Un déspota es, según el diccionario (y de acuerdo con la semántica por todos admitida), un “soberano que gobierna sin sujeción a ley alguna”; es, también, la “persona que trata con dureza a sus subordinados y abusa de su poder o autoridad”. Por otro lado, cuando se habla de un régimen autoritario o de una organización política autoritaria, se alude a un régimen u organización política que “ejerce el poder sin limitaciones”.

No parecen ser atributos del presidente Mujica ni del resto de su equipo de gobierno. Cada ser humano es un haz de luces y de sombras, como bien decía Hugo Batalla. Por tanto, de más está decir que José Mujica –como cualquier ser humano– puede ofrecer aspectos criticables en su forma de ser o en su manera de conducir el país; de hecho, en nuestro editorial del pasado miércoles 2 expusimos nuestro punto de vista sobre el tema y señalamos lo que a nuestro juicio eran errores o aspectos a corregir en la gestión de la actual administración.

Cualquier político opositor está en todo su derecho de criticar al presidente y al gobierno en general, pero corresponde que lo haga con la mesura suficiente como para no introducir nuevos elementos de fricción. No pretendemos que aplaudan al gobierno, sino que expongan su punto de vista de forma constructiva, pensando en el bien del país, y no en sus pequeños intereses electorales.

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