editorial

El apagón logístico

El Uruguay tiene casi un siglo de atraso en infraestructura. Del ferrocarril lo que queda son restos de la inversión de los ingleses anterior a la Segunda Guerra Mundial, y ya había quejas sobre ella. Muy pocas carreteras de importancia se han trazado luego del impulso de los años 30 y 40, aunque, claro, varias han tenido que ser repavimentadas. La caminería rural es de balastro. No se aprovecha toda la energía eólica. Se ha desarrollado el puerto de Nueva Palmira, pero han decaído los del litoral que alguna vez tuvieron mucha vida. Podría seguirse, pero se sería injusto, porque se han producido notables avances en estos y otros rubros, como la digitalización -y ahora la difusión de la fibra óptica-.

¿Por qué a veces parece que se da una importancia vital a la infraestructura y a veces parece que siempre se la relega? Es fácil empezar por lo segundo. Las grandes obras de infraestructura, las que realmente cambian el funcionamiento del país, son muy costosas. Y cada vez que hay necesidad de apretar el cinturón o surge alguna nueva necesidad, parece que se puede postergar la infraestructura. Así ocurrió cuando al principio de esta administración se pidió dinero para una serie de programas y se lo sacó del presupuesto del MTOP. Hoy está planteado de dónde sacar rubros para la universidad tecnológica. Veremos cómo se resuelve.

Pero sigue en pie la primera pregunta. ¿Por qué es tan importante? La respuesta no es difícil, pero tiene varias vertientes. La primera puede ser que sin infraestructura el país no funciona, y sin desarrollar la infraestructura el país no se desarrolla. Tenemos madera, tenemos que tener por dónde sacarla. Tenemos soja; por dónde almacenarla y cargarla. Tenemos servicios, cómo conectarlos al mundo.

Una segunda versión de esto es: Uruguay tiene ventanas de oportunidad y no debe perderlas. Podemos tener un puerto hub para la región y para conectar con Bolivia y el Pacífico a través de Chile, si no esperamos que otros satisfagan esa necesidad.

Una tercera razón es: las obras de infraestructura en sí dan trabajo y dinamizan la economía. La inversión pública es la receta clásica para sortear recesiones, porque tiene efecto multiplicador. Es decir, cada peso gastado en carretera vuelve al mercado a través de sueldos e inversiones y dinamiza a toda otra serie de empresas no relacionadas, mientras sigue circulando de mano en mano.

En nuestra edición de ayer publicamos un informe sobre los proyectos de inversión para este año. Este no es un tema que se discuta en el gobierno, ni siquiera la oposición ha presentado objeciones de fondo. Ahí hay una línea de trabajo que no será taquillera en lo inmediato, pero tendrá efectos de largo plazo.

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