opinión

Artigas en Montevideo

Existe una resolución de la Junta Departamental de reafirmar la identidad nacional de Artigas, al mismo tiempo, reafirmar el hecho histórico de que haya nacido el 19 de junio de 1764 dentro de la ciudad amurallada, en el sitio hoy ubicado en la esquina de las calles Cerrito y Colón.

No es paradoja, los nombres de las calles se identifican con el descubrimiento de América por parte de Colón y la posterior llegada de las familias españolas al Río de la Plata, y Cerrito es el homenaje a la histórica batalla sucedida hace exactamente 200 años (el 31 de diciembre de 1812) en que las fuerzas patriotas conducidas por Rondeau, pero con un Artigas presente a través de sus ideas y sus caudillos (como Balta Vargas, Culta, Otorgués) quienes presionaron y apresuraron el 2do sitio que, a la postre, facilitó el triunfo a los patriotas en 1814 y1815.

Artigas nació en Montevideo, donde transcurrió su infancia; su adolescencia se desarrolló en Sauce, donde adquirió habilidades camperas que lo harán célebre con el gauchaje y los estancieros de la campaña. Resulta imprescindible rescatar del fondo de la historia las virtudes y los hechos artiguistas, de ahí que reclamar que el sitio donde nació Artigas, en el corazón de Montevideo, sea patrimonio de la ciudad no solo es una iniciativa loable, sino justa. Acompañarla es un deber moral, a la vez que una necesidad de poner leña donde hay brasas.

Artigas, en su labor de capitán del cuerpo de Blandengues (surgido para la protección de los hacendados de las incursiones portuguesas, así como de las depredaciones de los malvivientes) era considerado por la jefatura -los mando de la época- como el “Coquito” de la campaña.

Su prestigio trascendía fronteras y era halagado como funcionario ejemplar. Cuando se pliega al proceso revolucionario trasladándose de Colonia (donde cumplía una reclusión por cuestiones banales que le impuso el Brigadier Muesas, posteriormente muerto en la Batalla del Cerrito) enterado del Grito de Asencio, logra huir de la prisión y se presenta en Buenos Aires a poner su mente y su espada al servicio de la Revolución, encabezada por la Junta de Buenos Aires.

El camino de José Artigas fue signado por la peripecia y la lucha, donde encontró alegrías, halagos y duros contrastes, tanto en su vida personal como en la batalla política.

En los umbrales del bicentenario de las Instrucciones del año XIII, cuando su pensamiento florece a la luz de la claridad del tiempo, cuando en la propia Argentina hay una auténtica revisión del rol, del papel y de la imagen del caudillo federal, con más justicia aquí, en la Banda Oriental, en su refugio más íntimo, donde dio sus primeros pasos mirando al horizonte, donde divisaba la majestad del cerro, guardián y protector de la entrada al estuario, donde miraba hacia el sur, el este y el oeste, y reflejaba en las aguas del mítico río su mirar, sus sueños y esperanzas de niño, nacido en seguro baluarte: la Ciudadela que, rodeada de cañones y sembrada de barcos que protegían y unían Montevideo al mundo de sus abuelos, a la considerada madre patria que le brindaba lenguaje, costumbres e historia.

Ese niño nacido ahí, a las orillas del Río-mar, fue el creador de la gesta y la historia de los orientales.

De ahí que el lugar donde nació debe ser un símbolo de la mejor historia de Montevideo y de nuestro Uruguay.

Por ello, tiene que ser Patrimonio Nacional, no como un acto o una decisión localista, o simplemente patriotera, sino como una decisión de justicia que nos cubra de una omisión (a esta altura con rubor lo escribo) que nos exima de la vergüenza.

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