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elecciones parlamentarias

2 elecciones: cercanas y muy diferentes

Egon Friedler
Periodista
PUBLICADO el Martes 29 de enero, 2013
Egon Friedler

El martes 22 de enero tuvieron lugar las elecciones parlamentarias en Israel: al día siguiente se realizaron elecciones parlamentarias en su vecino más inmediato, Jordania. Mientras que las primeras tuvieron una enorme repercusión en toda la prensa mundial, las segundas pasaron casi inadvertidas. A pesar de las diferencias de gravitación regional y mundial de ambos países, la desproporción es excesiva.

Si el peso de Israel en la política del Medio Oriente ha sido exagerado, el de Jordania es injustamente subestimado. El futuro de la región no depende de lo que hagan o dejen de hacer ambos países, pero cada uno de ellos tiene un importante rol en el contexto regional.

Solo a la luz de los resultados electorales es posible comprender, aunque no justificar, la amplia cobertura de las elecciones israelíes y el virtual desinterés por las jordanas. Mientras la elección israelí produjo un importante desplazamiento del electorado de la derecha hacia el centro y revitalizó al centro-izquierda, la elección jordana solo confirmó el “statu quo” con algunos cambios cosméticos, o como lo formuló un observador irónico: “ Y el gran ganador….fue el Rey”.

Hay que admitir que el resultado de las elecciones israelíes fue muy interesante, sobre todo porque rompió algunos mitos arraigados en gran parte de la prensa internacional incluyendo a la israelí: 1) Mito N.1: Mientras siga la inestabilidad regional y crezcan las amenazas a Israel el electorado se inclinará cada vez más a la derecha, por temor y por necesidad de un liderazgo fuerte. A pesar de las turbulencias de la política egipcia, la sangrienta guerra civil en Siria, las amenazas de seguridad que van desde las armas químicas que podrían pasar de las manos sirias a las de Hezbollá en el Líbano, para no mencionar la bomba iraní, los electores optaron por el centro. El gran ganador no fue como se esperaba, el carismático nuevo líder de la ortodoxia religiosa y nacionalista, Naftali Bennett, sino el centrista, periodista de televisión Yaír Lapid. 2) Mito N. 2 – Los inmigrantes de la ex Unión Soviética son incondicionales de Avigdor Liberman y son reacios a cualquier arreglo que implique concesiones territoriales a los palestinos. Aparentemente gran parte del millón de judíos que llegaron de Rusia y de otros países ex soviéticos se adaptaron a las realidades israelíes y dejaron de pensar en términos de poder soviético.

Es indudable que entre los votantes que hicieron perder 11 bancas al bloque de centro-derecha y entre los que votaron por partidos de centro y de izquierda hubo muchos inmigrados de la ex Unión Soviética. Mito N.3) Los militares retirados ingresados a la política siempre llevan las de ganar. El mayor perdedor en estas elecciones fue el ex jefe del ejército, Shaúl Mofaz, cuyo partido “Kadima” (a cuya anterior líder Tzipi Livni desplazó del liderazgo) fue el primero en el Parlamento anterior con 28 bancas. Como resultado de estas elecciones su partido resultó ser el más pequeño de la Knesset con apenas 2 diputados. Mito N.4) Netaniahu es imbatible. Hace pocos meses la influyente revista norteamericana “Time” tituló “Bibi rey de Israel” aludiendo al sobrenombre popular de Netaniahu y a los slogans voceados por sus partidarios más fanáticos.

Según “Time”, por su éxito con la economía y por la firmeza de su liderazgo, el líder del centro-derecha israelí era imbatible. Bueno, no lo fue tanto. Mito N.5) La izquierda israelí se evaporó y no existe más. Otra afirmación demasiado frecuente que resultó falsa. En el contexto israelí forman la izquierda partidos como el laborismo, el “Movimiento”, nuevo partido de Tzipì Livni y Meretz, la izquierda sionista tradicional. Los tres partidos casualmente están dirigidos por mujeres : la ex periodista Shelly Yechimovich en el laborismo, Tzipì Livni en “Hatnuá” y Zahava Gal On en Meretz. Entre los tres partidos tienen un total de 27 bancas en 120, apenas 4 menos que el bloque de la mayoría. Todo en política es relativo, pero por ejemplo Meretz tenía 3 bancas en el Parlamento anterior. Ahora duplicó su representación parlamentaria a 6. No es exactamente un fracaso.

Lo más previsible es un cambio hacia posiciones más flexibles del próximo gobierno israelí, en el que sin duda gravitará decisivamente la posición del líder del partido “Hay un futuro” : Yaír Lapid. Esto aumentará las posibilidades de un diálogo útil con los palestinos y de un mejoramiento de la posición internacional de Israel. Pero no debe olvidarse que el futuro de las relaciones con los palestinos y con sus vecinos no depende solo de la buena voluntad que tenga el gobierno de Israel. Dependerá en primer lugar de lo que hagan los árabes y no solo de cómo reaccionen los judíos. El conflicto existe no porque Israel quiso expulsar a los árabes del Medio Oriente, sino porque fue exactamente a la inversa.

La mayor diferencia entre las elecciones israelíes y las jordanas radica en el sistema electoral. Mientras el sistema israelí tiende a ser exageradamente representativo, el jordano es restrictivo y reduce artificialmente las chances de un sector de la población (el palestino) y aumenta la representatividad de los grupos tribales más identificados con el poder monárquico. Pero el sistema israelí por el cual alcanza un 2% del electorado, y parece ingresar al Parlamento, no carece de detractores. Hace mucho que distintos grupos hablan de cambiar el sistema que da un exagerado poder a pequeños grupos a los que debe recurrir la mayoría para construir coaliciones.

En su análisis del resultado electoral, el respetado columnista del diario “Maariv”, Ben Dror Yemini, considera el sistema una verdadera desgracia y reclama su urgente reestructura. Sin embargo, parece dudoso que en un momento en que se plantea un enfrentamiento con los sectores religiosos por el reclamo de movilización para el ejército de los estudiantes de las academias talmúdicas, los partidos laicos quieran abrir un nuevo frente con todas las fuerzas religiosas coaligadas.

Tampoco los palestinos de Jordania parecen dispuestos a dar una batalla por un cambio del sistema electoral francamente discriminatorio para sus intereses. No es que le falten a ellos y a otros sectores de la población motivos de quejas. Por ejemplo, la situación económica es dramática y las quejas por corrupción en el régimen no faltan. Sin embargo, la gran mayoría confía en la monarquía como una garantía de estabilidad y de tranquilidad y ve con demasiada preocupación lo que sucede en los países vecinos, Irak, Siria y Egipto. Por otra parte, los 250.000 refugiados sirios en su país recuerdan de manera muy elocuente a los jordanos el costo que puede tener una guerra civil.

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