Miércoles, 19 de Diciembre, 2012. Montevideo - Uruguay
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tiempos modernos

Una tarde frente al mar

Raúl Legnani
maestro
periodista
HACE 12 horas
Raúl Legnani

Este martes el Pocho y el Tata resolvieron no avisarle al Puchis del encuentro que iban a tener. Prefirieron irse a la rambla y conversar en uno de los clubes que están frente al Parque Rodó. Es que los dos sintieron la necesidad de la intimidad, mirando el atardecer y sin el ruido de los autos.

No era, por cierto, la primera vez que se encontraban en esa zona. El Tata recordó que hace muchos años se fueron a contemplar el crepúsculo en una tarde en que el Pocho había sido despedido de su trabajo.

Eran horas de una niebla que avanzaba lentamente y que poco a poco los fue tapando, casi como si fuera el abrazo de una amante. Una vez que estuvieron tapados, comenzaron a hablar de cosas sueltas, contradictorias, con el temor de hablar de lo que realmente pasaba.

Los dos compinches coincidieron en que ambos recordaban que aquella conversación la grabaron, a pesar de que ninguno de ellos sabe dónde está aquel casete con aquellas intimidades.

Pasaron los recuerdos, las lágrimas disimuladas y, como siempre ocurre, la realidad se abrió paso. Fue cuando el perro de una vecina le ladró a una gaviota, que por cierto no le dio pelota al pobre can, pero que sirvió para actualizar las neuronas.

- Terminamos un gran año, querido amigo, dijo el Tata, con toda la intención de sacar la conversación del escenario del suicidio.

- Tiene razón, somos un país pleno de contradicciones, pero estamos sólidos, bien parados económica y financieramente, y los orientales somos cada vez más iguales, respondió el Pocho, quien ya se mostraba recuperado, a pesar de que sabía que su empresa se fundía.

Los dos amigos hicieron un balance anual y la verdad que se parecían a los ministros Lorenzo y Olesker, los que más defienden las gestión del gobierno progresista del Pepe Mujica y de la marcha del país. El perro, el que le ladró a una gaviota, levantaba sus dos orejas como queriendo escucharlos, mientras movía su cabeza en un sentido positivo.

Casi en ese mismo instante apareció un niño, de apenas ocho años de edad, pateando una pelota. Los dos veteranos miraron al pibe, mientras en sus caras se esbozaba una sonrisa. Es que la vida seguía casi en silencio, mientras que a lo lejos un bote de pescadores se arrimaba a la playa. El Pocho y el Tata los saludaron sin saber quiénes eran, lo que no importaba. Es que habían cumplido con su meta.

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Un Comentario

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  1. Pobres, el país a pesar de las buenas intenciones no tiene estabilidad. La institucionalidad jamás va a irse, llego para quedarse. El panorama de Parque Rodó, la playa, gaviota pescadores y niño con la pelota arman una visión muy especial, para dar marco a dos sensibles señores atormentados y sensibles al recuerdo. Ese recodo de la rambla, donde se ven palmeras sobre el verde, en lo alto, frente al club de pescadores, es muy bonito también para agregar al cuento, un tanto escueto de Legnani. Paso por alli todos los días en mis caminatas y me alivian de soportar tanto caos.