Jueves, 27 de Diciembre, 2012. Montevideo - Uruguay
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columnista invitado

No perder la memoria

En las últimas semanas hemos asistido a una discusión difícil para los frenteamplistas, ya sea para quienes ocupamos posiciones en el gobierno, el Parlamento o en distintas organizaciones sociales. Me refiero a la discusión desatada a partir del convenio salarial del sector de la bebida. Algunos conceptos manejados en la oportunidad merecen ser objeto de una especial atención.

Pedro Apesteguía
Militante
Director General de Secretaría del Ministerio de Economía y Finanzas
PUBLICADO el Martes 4 de diciembre, 2012 1 comentario

Pero primero lo primero. Si algo ha caracterizado a los gobiernos de izquierda desde 2005 a la fecha, ha sido el sistemático aumento del salario real, la disminución de la pobreza y la indigencia, la mejora de la distribución del ingreso y la calidad de vida de los uruguayos. Ello ha sido así por la lucha de los trabajadores, pero también por los cambios estructurales promovidos por los dos gobiernos frenteamplistas y el diseño de una política económica que ha tenido como centro el crecimiento económico con redistribución.

En otros términos, el gobierno no se opone al crecimiento del salario ni sostiene que es la causa del aumento de la inflación. Este gobierno no usará al salario como variable de ajuste. Recordamos de dónde venimos y sabemos quiénes somos y adónde vamos.

El Cerro no olvida: hoy la prensa opositora se muestra generosa para reportear sindicalistas, pero no recuerda, por ejemplo, los sistemáticos aumentos del IVA, la creación del Cofis y del IRP, que en la batalla antiinflacionaria derritieron los salarios.

El Cerro aprende: igualmente claro debería ser que los procesos generalizados de aumento del salario real y el empleo no son independientes del crecimiento de la economía en general ni de la marcha de cada uno de los sectores de actividad en particular. No hay procesos sustentables de aumento del salario real con inflación alta y creciente.

El gobierno del Frente Amplio, así como los trabajadores organizados, saben que no hay nada escrito de una vez y para siempre.

No puede ser la misma, y no lo es, la gestión del tema salarial por parte de trabajadores y empresarios que se procesó durante un período de vigorosa expansión económica, que aquella que se procesa, más recientemente, en el marco de un crecimiento más moderado por el impacto de la crisis global.

Hoy es necesario que todos los actores económicos y sociales comprendan que la negociación de los aumentos salariales debe ser consistente con la continuidad del crecimiento económico, que es lo mismo que dar continuidad al proceso de cambio estructural que estamos construyendo. De lo contrario estaremos atentando contra el proceso de cambios y le haremos el juego a la derecha mientras hacemos gárgaras de izquierda.

Para sostener el proceso de cambios es necesario vincular la negociación salarial con la situación de la economía, el sector y, en particular, la productividad de la empresa. Y todo ello en un marco que contribuya a que las expectativas inflacionarias converjan a la meta fijada por el Banco Central. Son estas pautas, conocidas por todos, que mejor se adaptan a la situación y al proyecto nacional en que estamos, y pretendemos continuar desplegando.

Que cada cual atienda su juego, y que se haga responsable. El centro del rango- meta de inflación no lo fija ni el PIT-CNT ni el Ministerio de Economía, lo fija el Banco Central del Uruguay. Es ese rango- meta de inflación el que se considera que mejor ajusta a la trayectoria de la economía y permite el crecimiento del salario y la redistribución de la riqueza.

Es posible, por qué no, que las pautas salariales sean rediscutidas para las próximas rondas de Consejos de Salarios pero no se pueden desconocer las variables fundamentales de la economía y sus reglas. En todo caso, ello debe de ser el resultado de una discusión y acuerdo entre trabajadores, empresarios y gobierno, y no de amenazas de camionadas.

En cualquier caso, no pueden ser sino calificados de insólitos aquellos comentarios que, desde filas oficialistas, festejaron el “rompimiento de las pautas salariales”… establecidas por el oficialismo. Como insólito fue el caso de aquel alcalde de un pueblo italiano que, en un rapto de frustración, convocó al pueblo a manifestarse contra… la política del alcalde.

Cuando era dirigente sindical supe intentar – y lograr – romper la pauta salarial. ¿Cambio de casaca? De ninguna manera. Aquellas de Sanguinetti-Zerbino-Fernández Faingold eran pautas para rebajar el salario y no para sustentar su crecimiento. Eran pautas diseñadas para que creciera una torta que después, otros se repartirían.

Por otro lado, convendría tener una actitud mucha más cauta a la hora de intentar elevar a la categoría de ejemplo a seguir en todos los sectores aquello que es acordado en algún sector en particular. Nunca es fácil la negociación salarial, lo tengo muy claro. Hay que valorar la fortaleza de la organización sindical, pero también tener en cuenta que no son iguales las negociaciones en sectores de actividad donde prima la competencia interna y externa, que en otros sectores protegidos y concentrados que pueden permitirse descensos de la productividad y el traslado de los costos. Es decir, a precios que pagan trabajadores de otras ramas y empresas que no cuentan con las mismas espaldas y condiciones oligopólicas. Tampoco es lo mismo cuando la negociación entre trabajadores y empresarios se da en áreas en las cuales el principal cliente es el Estado. O cuando los únicos clientes son los padres.

Difícilmente se puede elevar a un escenario de “lucha por la plusvalía” a ser replicada por el conjunto del movimiento sindical una conquista salarial que, por la vía de las condiciones del sector, podría ser trasladada a precios sin mayores perjuicios para la rentabilidad.

También resultan poco comprensibles algunas expresiones escuchadas estas semanas que minimizan el problema inflacionario y su influencia sobre los salarios (algo así como “tanto escándalo por dos puntitos…”) reclamando, en forma desafiante, explicaciones de expertos para comprenderlo.

No es necesario ser un “experto” para explicarlo. “Dos puntitos más de inflación” le hacen al salario casi lo mismo que aquellos “dos puntitos de recuperación” por los que muchas veces hicimos paros y huelgas. Es la inflación la que erosiona el poder adquisitivo de quienes tienen ingresos fijos, es la inflación el único impuesto que no tiene mínimo no imponible ni exoneraciones.

Ubicar a la inflación en niveles anuales menores a un dígito tuvo grandes costos para la sociedad uruguaya. Fue elevado a la categoría de objetivo absoluto por los gobiernos de los partidos tradicionales, altar al pie del cual se barrió con la negociación colectiva, la sustentabilidad del aparato productivo y el empleo. Objetivo absoluto que quedó por el camino durante la crisis del 2002, la cual, por cierto, no solo se llevó puesto el tan preciado objetivo.

Por el contrario, es la política económica de los gobiernos frenteamplistas la que ha logrado compatibilizar la estabilidad de precios con crecimiento económico, inclusión social y redistribución.

Es el Presidente de la República, es el gobierno todo, el que tiene claro que la continuidad de la reducción de la indigencia y la pobreza, el aumento generalizado de los ingresos de los hogares, las mejoras en la distribución del ingreso y en general, las mejoras en el bienestar social requieren aventar la amenaza inflacionaria.

Los dirigentes de los trabajadores organizados tienen la obligación de entenderlo, o por lo menos, de tener memoria.

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Un Comentario

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  1. Armando Muniz

    DICE: "los dos gobiernos frenteamplistas" REPETIDA TERGIVERSACION: EL PRIMERO FUE DEL ENCUENTRO PROGRESISTA. LUEGO "es necesario vincular la negociación salarial con la situación de la economía, el sector y en particular la productividad de la empresa". COMO HIPOTESIS, PIENSO QUE EN LUGAR DE LA PRODUCTIVIDAD, SE DEBEN CONOCER SUS GANANCIAS Y ENTONCES SI, DEBERAN JUSTIFICAR EL PORQUE TIENEN QUE VOLCAR EL AJUSTE SALARIAL AL PRECIO DE SUS PRODUCTOS.