tiempos modernos

Misa para ateos

- Por supuesto, se acuerda que hoy es el cumpleaños de Seregni.

- Cómo no. Y usted ¿va a ir a la misa para ateos que convocó Mujica?

- ¿Qué es una misa para ateos? Conozco las misas negras de los Satán.

- Nada que ver. Supongo que rezan: “No creo en Dios ni en su hijo todopoderoso ni que fue concebido por el Espíritu Santo, ni nada de eso.”

- ¿Y, para qué voy a ir?

- Para que se cure Chávez. Si usted va, se cura.

- Parece mentira; gente grande.

- A propósito de gente chica, ayer me pidieron para el Judas por primera vez, este año.

- No diga eso. ¿No se acuerda que un lector dijo que decir eso es antisemita?

- Craso error. A los judíos les dicen Judas como a los alemanes Fritz. Judas es un nombre. Y resulta que parece que traicionó a Jesús, entonces fue visto como el primer hereje. Y en el Renacimiento a los herejes se los quemaba. De ahí viene.

- Una vida equivocado.

- Y le digo más, se quemaban en el sábado de Turismo, no en Navidad; cuando se supone que se colgó Judas. Por eso se ahorca al muñeco y luego se lo quema.

- Tras cuernos, palos.

- Y más, no era juego de niños, sino cosa de alta política.

- ¿Alta?

- Bueno, más o menos. El pastor William Gregory, que estuvo en Montevideo en 1799 vio que quemaban a un judas con una cocarda tricolor de la Revolución Francesa. Y dice que marinos franceses que estaban en el puerto protestaron.

- Es medio como la magia de Chávez.

- Medio. El médico francés Amadée Moure, que estuvo en Montevideo y Buenos Aires en 1847, durante la época de Rosas, dice que a los judas los vestían de azul, el color de los unitarios. Se colgaban por todas las plazas y representantes del gobierno los venían a prender al son de bandas militares. Los judas tenían nombre; o sea, quemaban a fulano o a mengano: el general Paz, Lavalle, Rivadavia, la reina de Inglaterra, o Flores, el presidente ecuatoriano; en fin.

- Los quemaban en ausencia.

- Eso; siempre la magia.

- Copio un letrero colgado de uno de ellos: “Soy el cabezón, loco, salvaje, inmundo unitario Perengano, desertor de la Santa Causa de la Libertad Americana. Soy objeto de asco y de vergüenza para los hombres que me desprecian y me odian, esperando que vaya al fondo de los infiernos a arder con los demonios y recibir justo castigo de mis crímenes y mis infamias.”

- Alta política.

- Alta. Y la gente barulleaba, y los niños hacían niñerías, se tiraban cohetes y todo terminaba en baile. Lo único malo es que los quemaban de día.

- No luce tanto.

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