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La Declaración Sociolaboral del Mercosur

Días atrás el titular del MTSS, Eduardo Brenta, planteó en la reunión de integración regional la necesidad de actualizar la Declaración Socio Laboral del Mercosur (DSL), adoptada en diciembre de 1998 en Río de Janeiro. Se trata de una manifestación escrita de 25 artículos que enumera una serie de derechos individuales y colectivos, fundamentalmente sociolaborales, que eran considerados esenciales para el desarrollo con justicia social.

Quienes estuvimos presentes representando a los trabajadores de la región, nos formulábamos la misma interrogante: ¿Aceptaríamos una declaración enumerativa de derechos o solo acordaríamos si se sancionaba un protocolo obligatorio sobre los mismos, más allá de lo declarativo? Eran épocas de pleno apogeo del neoliberalismo capitalista, que concebía la integración como un mero experimento económico, financiero y comercial, en el que los aspectos sociales quedaban relegados. A ello se agrega que no se trataba de políticas de real integración, sino apenas enfoques intergubernamentales, diríamos casi interpresidenciales, y no precisamente supranacionales como requiere un auténtico bloque regional.

Ese entorno no posibilitó sancionar un protocolo obligatorio, sino que se aprobó la DSL, existiendo de todos los sectores, incluido el gubernamental, el compromiso de promoverla y controlarla, tal cual surge de la siguiente declaración: “derechos son esenciales para acelerar los procesos de desarrollo económico con justicia social. Los Estados Partes se comprometen a promover su aplicación y seguimiento, considerando que por su carácter dinámico y el avance de la integración subregional, serían objeto de revisión, transcurridos dos años de su adopción”. En síntesis: compromiso de promoción, seguimiento y revisión por su importancia y dinamismo. Y por el avance que la integración subregional tuviera en años posteriores. Aspectos que hasta el momento no han sido tenidos en cuenta en la dimensión que se merecen. A 14 años de aquel acontecimiento, es muy oportuno el planteo del Ministro Brenta.

¿Y qué del proceso de integración de nuestra región? En nota anterior formulaba la siguiente pregunta, que no era de mi autoría: ¿Dónde se ubicará la región en el futuro, allá afuera con el mundo o acá adentro con nosotros? ¿Actuaremos de acuerdo a pautas comunes con visión de supranacionalidad, respetando especificidades obviamente, esto es, un bloque común, o por el contrario se acentuará el predominio de países fuertes, dominantes, actuando como Estados simplemente nacionales? La integración real exige un conjunto de relaciones económicas, comerciales, sociales y culturales entre los países integrantes del Mercosur, yendo hacia una estructura regional homogénea y a la vez diversificada. Y referido a Uruguay, significa plantearse y profundizar un país competitivo, del conocimiento, innovador en todos los aspectos. Todo ello deviene, sin duda, del hecho sustancial de que se está ante Derechos Humanos. Porque estos, o son integrales o no lo son.

En el futuro seremos juzgados según la profundidad y magnitud con que se encaró la integración en el Mercosur, quizás la mayor tarea política desde nuestra independencia. Además éste deberá ser el entorno en el que se analicen avances, retrocesos, perspectivas, etc.

Existen señales que nos permiten el optimismo. La conducta de la región en esta época de crisis es lo primero a destacar. En general no se siguieron los pasos recomendados por el llamado primer mundo y la burocracia internacional.

Por otra parte, actualizar la DSL implica una preocupación por lo social, que a fines del siglo pasado y primeros años del presente no se tenía en esferas gubernamentales mercosurianas. Hoy es diferente en casi todos los integrantes del Mercosur.

Además debe considerarse que la política exterior no solo debe referir a los aspectos económicos, financieros y comerciales, de defensa, etc, sino que también forma parte de la misma, la dimensión sociocultural en su más amplia dimensión.

Finalmente, la región debe mirar profundamente la calidad de su inserción internacional, hasta ahora basada obviamente en sus ventajas comparativas, pero que en este momento puede resultar débil, no dinámica. Por el contrario, creemos que mirada con perspectiva histórica, se trata de una inclusión que parte de una visión de bloque regional homogénea, con sus diversidades, basada en la complementación productiva, la innovación y el conocimiento. Por tanto dinámica y con perspectiva de futuro.

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