reflexiones programáticas IV

Estrategia y política económica

La elaboración de una estrategia de desarrollo genera importantes cambios en la elaboración e implementación de la política económica. Da nuevas líneas de acción y exige que la política macroeconómica de corto plazo, hoy nítidamente predominante, tenga que ser complementaria y a veces subordinada a la política de mediano plazo que surge de la estrategia. La estrategia de mediano plazo tiene como objetivos el crecimiento con justicia social. Ello requiere que no solo importe el crecimiento, sino especialmente su contenido, o sea la estructura productiva para alcanzar simultáneamente ambos objetivos. La macro economía de corto plazo tiene como objetivos primordiales la estabilización de precios, la estabilidad financiera, el crecimiento y el empleo. Aquí el elemento central pasa por el contenido del crecimiento, para alcanzar el desarrollo.

La nueva estructura productiva requiere avances significativos en el contenido tecnológico, para lo que se requiere el financiamiento correspondiente para la investigación y desarrollo, y los estímulos fiscales, crediticios, tarifarios, cambiarios, del poder de compra del Estado e inclusive protección y subsidios transitorios para aquellos rubros con capacidad de innovación y competitividad. La inserción económica internacional es un elemento central para la futura estructura productiva que requerirá de rubros con el mayor valor agregado posible y con altos y medios contenidos tecnológicos. A los instrumentos mencionados en el párrafo anterior, se agregan políticas tendientes a la búsqueda de nuevos mercados para diversificar el destino de las exportaciones y, esencialmente, para avanzar en la complementariedad productiva en el plano regional. Hoy existe un debate acerca de si el Uruguay está aprovechando adecuadamente el boom de los altos precios internacionales de nuestros principales productos de exportación. Esto significa los necesarios cambios de la estructura productiva.

En reciente presentación del ministro de Ganadería en el Senado se analizaba la creación de un fideicomiso financiero para un fondo lechero. La leche aumentó sustantivamente su producción y sus exportaciones. Siendo un rubro de producción con destino a mercados externos, el aumento de la producción puede estar vinculado a los aumentos de los precios internacionales, del tipo de cambio y de la productividad. Nuestra interpretación es que el tipo de cambio más bien jugó negativamente, y por lo tanto influyeron los precios internacionales y los importantes aumentos de la productividad. Pero a nuestro entender, los cambios tecnológicos derivan de la suba de los precios internacionales que permitieron elevados niveles de rentabilidad utilizados para mejorar los niveles de productividad. A ello debe agregarse la política de investigación agropecuaria que facilitó la incorporación de estos cambios tecnológicos. Con el descenso del tipo de cambio, si no hubiese aumentos de los precios internacionales, difícilmente se hubieran producido las mejoras en la productividad. Este también es un buen ejemplo de aprovechamiento positivo de los aumentos de precios internacionales, que también se produjeron en otros rubros del sector agropecuario. Los recursos naturales en forestación y minería se amplían, pero también es relevante analizar en los mismos rubros el papel de la industria manufacturera y los servicios.

Uno de los elementos centrales de la conformación de la nueva estructura productiva es la resolución de la heterogeneidad productiva, que se caracteriza por la existencia simultánea en diversos rubros de establecimientos con altos niveles de productividad y de muy bajo nivel de productividad. Esto significa que hay empleos de alto nivel de productividad y de altos salarios y empleos de bajo nivel de productividad y de bajos salarios. Este es un elemento esencial para resolver los problemas de la distribución del ingreso. La política económica pasa por la atención de los establecimientos de bajo nivel de productividad que requieren asistencia técnica para mejorar su organización y poder incorporar progreso técnico. Es fundamental analizar las posibilidades de articulación de estas empresas como proveedoras de las de mayor tamaño para las que la política económica debe contribuir con acuerdos sectoriales, con asistencia crediticia, con exoneraciones fiscales e inclusive con el poder de compra del Estado para garantizar su viabilidad. Sería muy importante poder incluir a estas pequeñas empresas en el encadenamiento de rubros que culminen en procesos de exportación.

La conformación de la futura estructura productiva también es vital para resolver los problemas del empleo, como la desocupación abierta, el subempleo, la informalidad y la precariedad. La política debe influir en la oferta calificada de la mano de obra, porque se requiere de una formación permanente dada la velocidad de los cambios tecnológicos. La mejora de la calificación proviene de los sistemas educativos formales y del aprendizaje en las propias empresas. No es ajena a este problema la necesidad de avanzar en el Sistema Nacional de Cuidados que permita a las mujeres incorporarse al mercado de trabajo para aprovechar sus buenos niveles de formación y conocimiento. La conformación de la estructura productiva es vital para la demanda de recursos humanos, para lo que se requiere de los estímulos fiscales, crediticios, cambiarios, tarifarios y otros para aquellos rubros que demanden mayor cantidad de mano de obra directa e indirectamente. La integración productiva interna y la complementariedad productiva regional son otros factores determinantes para mejorar los niveles de empleo productivo y digno. El papel del Estado vuelve a ser central para los acuerdos sociales imprescindibles para estos logros como los propios acuerdos regionales. El análisis de las cadenas de valor, junto a empresarios y trabajadores, es imprescindible para avanzar en estos objetivos.

La política macroeconómica tiene que ser coherente y compatible con este contenido del crecimiento. La estabilidad de precios, objetivo relevante del corto plazo, debe atender las especificidades de la inflación uruguaya y no puede afectar objetivos estratégicos de mediano plazo. Una clara incongruencia la constituye la política cambiaria, donde existe un incontrastable atraso cambiario que afecta los objetivos centrales de la futura estructura productiva. En la actualidad, el tipo de cambio real efectivo es inferior al existente en el año 2000 donde había prácticamente consenso de la existencia de atraso cambiario. Los rubros que tuvieron alzas de precios internacionales y mejoraron sus niveles de productividad no ven afectados sus niveles de competitividad. En cambio están nítidamente afectados los que no tuvieron aumentos de los precios internacionales ni los que no pueden competir con productos importados abaratados por el atraso cambiario. La estrategia de mediano plazo ayudaría también a resolver este tipo de incompatibilidades.

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