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Opinión

Discriminación: el rechazo al diferente

Editorial PUBLICADO el Domingo 2 de diciembre, 2012
La República Digital

Recordemos, en primer lugar, que el racismo campea en todo el orbe. En todas las latitudes es posible observar comportamientos discriminatorios hacia las minorías raciales o étnicas, así como hechos de discriminación en razón de características físicas, de credos religiosos, de ideología o de opción sexual.

Lamentablemente, nuestro país no es una excepción, a pesar de la imagen edulcorada que se pretende dar de la sociedad. Con todo, debemos admitir que ha habido una lenta evolución positiva debida a factores de diversa índole, entre los que corresponde destacar las políticas de Estado tendientes a combatir la discriminación bajo todas sus formas, y sobre todo la militancia tenaz de las minorías organizadas en su lucha por la equidad. Hoy en día ya no se oye una reflexión –común hace 50 años– que denota la feroz hipocresía de una sociedad que se veía a sí misma como liberal e integrada: “Yo no soy racista, pero no me gustaría que mi hija se casara con un negro”; asimismo, muy pocos uruguayos conservan rasgos de homofobia, y nadie proclamaría públicamente su rechazo a que alguno de sus hijos fuera homosexual. Sin embargo, ese cambio en los comportamientos no quiere decir que se haya erradicado de la mentalidad media uruguaya todo resabio de racismo o de homofobia; lo que ha ocurrido, más bien, es la toma de conciencia de que la discriminación en general, -y el racismo y la homofobia en particular- son actitudes políticamente incorrectas. Es posible que, de acuerdo con ciertos parámetros estéticos, alguien considere que los africanos o los asiáticos, en razón de sus rasgos físicos y del color de su piel, no cumplen con el prototipo de belleza mayoritariamente aceptado; cada cual está en su derecho, y sobre gustos no hay nada escrito. El problema se presenta cuando de esa pauta estética se deriva un rechazo al diferente y la consiguiente discriminación que éste sufre; he ahí la esencia del racismo, que se compone de desprecio y de la certeza de que el diferente es inferior.

Es cierto que el número de afrodescendientes en Uruguay es pequeño, pero el porcentaje de aquellos que llegan a ocupar puestos de trabajo o cargos públicos de relevancia es ínfimo; por el contrario, es alto el porcentaje de quienes se ubican por debajo de la línea de pobreza. Estos datos hablan por sí solos de una sociedad organizada de tal modo que se le cierran las posibilidades de movilidad vertical al colectivo de afrodescendientes.

Con todo, lo más visible del racismo más o menos latente que pervive en la sociedad se da en el uso discriminatorio del lenguaje, algo que fue motivo de polémica hace ya unos años, cuando el doctor Ignacio de Posadas no encontró mejor frase hecha para calificar el debate sobre educación que caracterizarla como una “merienda de negros”.

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Un Comentario

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  1. Y… NO VA A CAMBIAR ASI NOMAS LA COSA, NO NOS DA EL CACUMEN, SOMOS LO QUE SOMOS, UNA ESPECIE DIGNA DE SER OLVIDADA,