Opinión

Diciembre “chisporroteado”

En este mes del año, donde habitualmente las actividades políticas suelen ser más calmas, llegando a lo que denominamos descanso estival, en esta oportunidad no es así. Los representantes más relevantes de la política vernácula se han despachado de una manera poco habitual en nuestro país.

El ambiente venía algo caldeado, los lazos con el Gobierno de parte de la oposición se habían terminado de romper hace poco por hechos y situaciones varias. Y entonces era esperable que cualquier motivo iba a encender la pólvora, ya sea de un lado o del otro. Y surgió de donde no debió ser. El Presidente Mujica, tras una reunión del Mercosur, ante periodistas que lo interrogaron sobre el pedido de renuncia de Calloia (Presidente del BROU), por parte de dirigentes blancos y colorados, respondió con mucho énfasis que no “solicitaba renuncias a pedido de nadie” y enfatizó que mejor se fijaran “lo que hacían sus esposas”, antes de pedir renuncias al Presidente.

Verdaderamente como dicen los muchachos, al Presidente se le “saltó la cadena”, ya que fue una respuesta fuera de lugar y bastante ofensiva. Sabemos que al Pepe le colocan un micrófono por delante y habla. Y ello no está mal. Pero debería limitarse en algunas oportunidades y esencialmente luego de reuniones tensas, en no prestar declaración alguna.

Y como era de esperar, la respuesta fue inmediata y resonante por quienes se sintieron aludidos. El Directorio del Partido Nacional pidió a viva voz que Mujica se disculpara, cosa que así fue, a los dos días. Y allí tampoco les satisfizo ese pedido de disculpas. Lógicamente, no las aceptaron, ya que están en contra de todo lo realizado por el Gobierno del FA. Máxime ante los dichos del Presidente.

Pero fueron más allá aún, echando leña al fuego, en lugar de apagar el incendio y terminar con esta situación dolorosa para el país y la política en general. Sus dichos fueron quizá más desacertados que lo que dijo Mujica. Manifestaron que al Presidente le hacía mal el alcohol, y en buen castellano sabemos lo que significan esas palabras.

No es para nada saludable este clima. En lugar de culminar el año calendario con sonrisas y felices por saber que el país transita un momento trascendente, logrando mantenerse alejado de una crisis económica profunda en muchos países del mundo; en lugar de festejar que la desocupación es baja, de saber que se mantienen los números elevados en materia de turismo, con salarios en alza, con perspectivas alentadoras en lo que respecta a inversiones que llegan y llegarán, con obras trascendentes para el futuro en todo el territorio nacional; en lugar de eso, se derraman miles de litros de tinta, de horas en radio y TV, tratando este tema que es ínfimo al lado de lo que realmente es el Uruguay.

Aquello de que los hombres pasan y las instituciones quedan es aplicable en toda su dimensión en este momento. Y parecería que se han olvidado de ello los políticos opositores, que más allá del desacierto de Mujica, también saben que su carácter, su idiosincrasia pueblerina, su lenguaje común, lo traicionó.

No se mira por encima del bosque, por el contrario, y ello lleva a los líderes de la oposición a quedar en lo pequeño. Su ambición de poder los lleva a contrariar y poner cara de enojados y decir que ellos lo harán mejor, no proponiendo nada.

Se ha lanzado pirotecnia, en este caso muy “pesada” adelantando las festividades navideñas y de año nuevo, que nada bien nos hace domésticamente y menos para la imagen hacia el exterior.

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