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Allende el Olimar

Capuletos y Montescos

Pedro L. Martínez
Periodista
PUBLICADO el Lunes 24 de diciembre, 2012
Pedro L. Martinez

Todo el mundo sabe que Treinta y Tres tiene el mayor índice de intentos y suicidios del país, así como Cerro Chato el más alto del Departamento.

Los peones que ganaban tres o cuatro mil pesos por día pasaron con la minera a ganar veinte, invirtieron en la ilusión y se endeudaron. Esa “expectativa” de cambio luego se les cortó, y no es necesario leer El Suicidio, de E. Durkheim, para entenderlo.

Que las gentes están enfrentadas, divididas en los pros y los contras de Aratirí, por lo que inclusive se han distanciado y hay quienes no compran en comercios contrarios.

Todo el mundo sabe que no se trata de buenos y malos, aunque muchos ilustres se llamen a silencio, para ver si sacan algún rédito político.

Todo el mundo sabe que debemos cuidar el planeta, y la ecología y todos sus bemoles es una bandera que debemos levantar todos los países tercermundistas, en cuanto el calentamiento global y todo eso, natural de los ricos mercados industrializados del norte, que miran para otro lado.

Ahora, si vamos a ser ecologistas, vamos a hacerlo bien ,como decía el “Negro” Olmedo, y no quedarnos solo con la minera y el puerto de aguas profundas.

Todo el mundo sabe que este año se plantaron 900.000 hectáreas de soja transgénica, 160.000 de arroz, más todos los frutales.

Y si no sabe googlee todos los agrotóxicos que necesitan, entre por ejemplo en la Guía Sata, para ver las aplicaciones de herbicidas, fungicidas, insecticidas y otros, luego busque en agroquímicos las miles de toneladas de importación de cada uno.

Ponga el nombre del producto y su toxicidad para la tierra, las aves, los animales y ahí incluya al hombre.

Averigüe si se hace rotación de tierras de sembrado en la soja y sus consecuencias.

Pregunte por qué faltan pájaros y peces en los ríos. Llame al CIAT y pregunte cuántas intoxicaciones por año entre agudas y crónicas.

Pregunte sobre las malformaciones embrionarias, las enfermedades neurológicas, los abortos, las afecciones a la piel, las alergias, el asma y muchas cosas más que se van asentando en su cuerpo y no se sabe en qué van a devenir.

Entonces ni comparación entre más de un millón de hectáreas y el pozo minero, o el puerto, idea desde hace más de 50 años, trancado a veces por alguna ONG con muchos intereses económicos de otros países. De hecho, a quien le molesta más un puerto así es a Argentina.

Lo curioso es que los ecologistas de 4×4 ni se dan por enterados, solo les molesta lo que va en contra de sus intereses y muchos desprevenidos bien intencionados se suman a los aplausos.

Todo el mundo sabe que la generación de energía a partir de la cáscara de arroz, que contiene sílice, produce silicosis y fibrosis pulmonar, y que detrás de la planta fluye un río negro que es nuevo afluente del Olimar, frente a la Capital.

La FAO anunció que el excremento animal de las vaquitas y otros bichos produce más daño a la capa de ozono que todos los autos del mundo y evidentemente no vamos a dejar de comer asado y arroz.

Ahora lo del título, no hay buenos y malos en el tema, solo oportunistas y los que ponen a plazo fijo sus intereses económicos y políticos.

Sacando estos últimos están los que quieren cuidar la tierra, que los apoyo, y los que pretenden generar riquezas para que ningún uruguayo viva con 100 pesos, que también los apoyo.

Cualquier emprendimiento conlleva una agresión a la naturaleza, el tema es minimizarla y sobre todo controlarla, ese es el compromiso.

No creo en el paisajista de estómago lleno en estado de éxtasis oponiéndose al puerto, mientras exista un solo compatriota dividiendo el puchero en días para que alcance.

Todo es equilibrio, militancia ambientalista sí, pero para oficiar de controladores ciudadanos de que se cumplan las normas.

Debemos convivir con esa contradicción y atenuarla al máximo, y eso es un ejercicio democrático de participación y no parcializar, sino aceptar volver a la era de piedra y la producción nacional al carajo.

Debemos saber que la atrazina (herbicida) estaba tolerado como “nivel seguro” hasta 3 microgramos por litro en las corrientes de agua, ahora se sabe que el nuevo valor es de 2 microgramos por litro, y en unos años quién dice que sea menor. Mientras tanto nos tomamos el agua, con efectos tales como disrupciones endócrinas en peces y seres humanos.

Es el segundo herbicida más importado después del glifosato.

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