Opinión

Al borde del abismo

Se acaba definitivamente el tiempo para que en Estados Unidos se llegue a acuerdo bipartidario para aprobar una solución al llamado abismo fiscal (fiscal cliff es más bien acantilado fiscal). Creemos que es un asunto interesante, que nos afecta de uno u otro modo, pero además puede ilustrar temas fiscales orientales.

Para empezar, el abismo fiscal no es un problema real, sino político. Los guinistas de Hollywood saben que si un libreto no tiene tensión, es fácil ponérsela añadiendo un plazo: esta noche el asesino serial va a matar; si en 24 horas no se encuentra la bomba, estallará, etc. Obama, triunfante en las elecciones, pensó que era momento para forzar un acuerdo y le puso fecha. No está resultando.

Hay, sí, un problema reglamentario. El Congreso vota máximos de lo que el gobierno puede deber. Entonces, si el presupuesto es deficitario, puede calcularse una fecha en que, o se deja de pagar a sueldos prestaciones o acreedores, o se viola el tope.

Pero no hay presión de los mercados; no están bajando los bonos estadounidenses porque los acreedores sienten que su gobierno tiene demasiado déficit. Tampoco hay riesgo de que no se pueda pagar, puesto que las deudas están en dólares y ellos tienen la maquinita, como insiste en afirmar Paul Krugman y, hasta cierto punto, tiene razón.

Como es un tema político, la discusión se centra en temas de impacto emocional, no necesariamente en formas de resolver el problema. El tema central es que los demócratas quieren forzar a los republicanos a eliminar exenciones tributarias a los ricos. En realidad, bajaría solo el 10% del déficit si se adoptaran una serie de medidas propuestas. En realidad, el 46% de las familias no paga impuesto a la renta gracias a un mínimo imponible alto. En realidad, fue una baja temporal en el impuesto a los sueldos que redujo los ingresos en US$ 100 mil millones en 2012. En realidad, finalmente, Obama quiere reducir el gasto social del gobierno; lo ha dicho y escrito; Pero quiere que aparezca como una concesión a los republicanos para que se puedan votar impuestos a los ricos.

Es natural que un gobierno trabaje con plata prestada; que su deuda crezca en proporción al crecimiento. Pero es peligroso que se llegue a niveles de déficit, de deuda o de carga impositiva demasiado grandes en proporción al producto interno bruto, porque a la larga habrá distorsiones que pagarán todos. Pero también, es razonable que el Estado asuma un cierto déficit en momentos de recesión. Recordemos que Estados Unidos nunca siguió las recetas neoliberales que exportaba, y fue Bush quien enfrentó la crisis con millonarios gastos keynesianos.

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