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ser blanco

Timoteo Aparicio, figura relevante del partido blanco

Jorge Saravia
Senador Concertación Republicana Nacional
PUBLICADO el Lunes 5 de noviembre, 2012
Jorge Saravia

Creo que Timoteo no creyó que esa revolución nacional durara tanto. La llamaron así no por el partido, que surgirá de un programa de principios (7 de julio de 1872) sino porque el valiente caudillo Anacleto Medina, colorado de Rivera, en su proclama al unirse al ejército de Timoteo expresa: “La bandera que levantamos es la bandera de la patria, bajo cuyas sombras caben todos los orientales; la divisa tiene todos los colores purísimos de esa misma bandera y nuestro partido es el gran Partido Nacional, formado por todos los buenos orientales”.

Timoteo, jefe de ese ejército nacional, siempre anheló la paz. A los diez meses de iniciada la revolución, envía una carta al presidente Lorenzo Batlle presentándose como el jefe político en armas, (ya lo vimos en un artículo anterior): “Señor Presidente: colocado al frente de un movimiento político y de la mayoría del pueblo que se ha visto forzado a recurrir a las armas para alcanzar los fines que le proponía, y habiendo conseguido para bien de todos que ese movimiento a la vez no se tradujera en guerra civil despiadada y conservase siempre su carácter nacional”.

Con anterioridad, en junio de 1871, pidió negociar con el gobierno. En carta al mediador brasileño expresa: “Hemos, no una vez sino varias, ofrecido la paz al señor general Batlle (…) El gran ejército nacional domina hoy toda la República; queremos se le dé a toda la ciudadanía lo que es suyo, que no se le prive de sus derechos, que se respeten y acaten los mandatos de nuestra carta fundamental; será necesario que el señor Batlle oiga la opinión general del país que pide la paz a gritos”. Pero la guerra continuó hasta el fin de su Presidencia (1º de marzo de 1872).

En enero de 1872 se firma en Buenos Aires un armisticio que el presidente no firmó por el artículo 9, que establecía que los senadores cuyo período no terminaba, entreguen sus bancas y se convoque a elecciones legislativas. El artículo 10 establecía que se crearía un gobierno provisorio hasta el establecimiento de la nueva legislatura. Aceptar era reconocer el fraude electoral.

La tan ansiada paz se firmó y la Convención de Paz se ratifica el 9 de abril de 1872; consta de 8 artículos, estableciendo la renuncia a la lucha armada y el “reconocimiento en plenitud de sus derechos políticos, sin considerar opiniones y actos políticos anteriores”. Se sobresee toda causa política, nadie podrá ser perseguido por sus opiniones políticas; se convoca a elecciones generales, quedan con su grado los militares rebeldes y se depositan $500.000 para los gastos de pacificación. Y nos queda el “mentado” artículo 5, en el cual se detienen historiadores y políticos, considerándolo el que cambió la historia política del país. No lo consideró así Timoteo; los blancos y los soldados de Anacleto se merecían un tratado con soluciones políticas, electorales y sociales: “El gobierno reconocerá la libertad electora (…) como un compromiso de conciencia y honra”.

Pero digo: la libertad electoral era constitucional y no la cumplían, violando la Constitución; no hay un reconocimiento político sino un reconocimiento ético. No se nombra al partido blanco, de cuya existencia y fortaleza ya no se dudaba. El 2º párrafo es ambiguo, unitario, es decir centralista, y se cumplirá en los departamentos de campaña y la ambigüedad se acentúa: “… dependerá en alguna parte al menos de personas para desempeñarse como jefes políticos…”. “Estos serán reconocidos por su moderación y ofrecen a todos las más serias y eficaces garantías”. ¡Una burla! ¡Co-participación! ¿Y el acuerdo verbal?

“Se dice que la nación

nos da cuatro jefaturas

pero diré de seguido

que no me gusta esta paz.

Hubiera querido más

el triunfo de mi partido

por el que tanto he sufrido”.

Coincido con el gaucho Lussich. Acusado de traidor al oponerse el levantamiento de dos de sus ex jefes, Ángel Muniz y José Ma. Papillon y por sostener en un manifiesto la autoridad del gobierno y ponerse al servicio al grito de “¡Mueran los traidores!”, incendian su campo y su casa. Timoteo vio en la revolución tricolor la preponderancia de un círculo personal que explota y engaña en provecho propio. Va a resistir enérgicamente a los explotados de las desgracias de la patria. “Bien sabía cómo actuaban los doctores”.

Timoteo da dignidad al partido blanco, autoridad política, enraíza la tradición y la identidad blanca, funda las bases de una ciudadanía consciente de sus responsabilidades y las bases del sistema electoral al crearse dos años después el Registro Cívico Nacional.

El gaucho don A. Lussich tenía razón “que no me gusta esta paz”. 24 años después otro caudillo blanco, Aparicio Saravia, muestra su ejército en 1896, “La Chirinada”, para obligar al gobierno colorado a una reforma electoral pero… los uruguayos le debemos un homenaje, el 22 de agosto de 2014 se cumplirán 200 años de su nacimiento.

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Un Comentario

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  1. Armando Muniz

    HE ESCRITO COSAS MUY DURAS DE MUJICA, DE LAS QUE NO DEBE HABERSE ARREPENTIDO PORQUE SIGUE MANTENIENDO SU ACTITUD, PERO QUE LE HAYA DADO LUGAR A ESTE CAMALEON, QUE ESTA DISFRUTANDO SUS 30 MONEDAS, DE ESTO SI QUE ESTOY SEGURO QUE SE ARREPINTIO. PERO PIENSO EN EL DICHO QUE LE CABE: QUIEN ROBA A UN LADRON, MERECE PERDON.