tiempos modernos

Sobre el Pepe digo una cosa y la otra

Con el Pepe somos bastante distintos, pero tenemos mucho en común. El Presidente prefiere la chacra, yo prefiero el Valerio de Pocitos, adonde también concurre Gonzalo Aguirre, quien fue vicepresidente de un gobierno del Partido Nacional. Los dos somos bastante diferentes, particularmente porque él es de origen blanco y yo batllista, que no es lo mismo que decir colorado, me diría Justino Zavala, mi vecino en México.

A pesar de ello empiezo a sentir lentamente mi derrota, no sin ánimo de pataleo. Creo que el Pepe es un fenómeno extraño, algo nunca visto en el Uruguay y en las cercanías del mundo, donde lo criticamos porque su frase preferida es “como te digo una cosa, te digo la otra”.

Seamos sinceros: ¿no es común decir en la mesa del boliche una cosa y después la otra? ¿No es lo mismo decir que Juan es buen volante, pero al rato afirmar que no tiene marca y por eso no lo ponemos de titular?

Si las respuestas son afirmativas, no podemos mostrar al Pepe como el eterno divagante, porque los uruguayos somos así y sospecho que somos mayoría los que asumimos esa conducta.

Lo cierto es que el Pepe, por culpa de ser muy parecido al resto de los uruguayos, se va transformando en un producto cultural de nuevo tipo, que fue captado en primera línea por los medios de comunicación del mundo global, quienes cansados de sus liderazgos plenos de dinero, de frivolidad y de chotez – así como de fracasos-, descubren en este viejo “trombósico” una cuota de humanismo y de sencillez que los lleva a decir que es un presidente “normal”, como ocurrió en una revista francesa.

Mujica está al borde de tocar el cielo con las manos, a pesar de que tiene vida para rato. Seguramente pase a la historia, luego de varias polémicas entre historiadores y periodistas (independientes, por cierto, para que la ortodoxia neoliberal no se ofenda), si logra bajar a tierra seis o siete proyectos que tiene para concretar en el segundo trimestre del próximo año.

Seguramente el tema más complejo a resolver será la educación, que tiene mucho que ver con la política, la preparación del cuerpo docente y el estado cultural de la familia uruguaya.

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