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tiempos modernos

El peligro de la caligrafía

Irene Quake
analista
PUBLICADO el Sábado 3 de noviembre, 2012
La República Digital

- Lo que es cuando uno sabe que dejó algo en algún lado, pero no se acuerda en cuál, ¿no?

- ¿Qué perdió?

- No, yo nada últimamente. Pero al director de la cárcel de Lovaina hace una semana que se le perdió la llave maestra que abre 180 celdas.

- ¿Y los presos no salen ni para bañarse?

- No sé, el cable no se detiene en los problemas de los presos, sino en los del director.

- ¿Estarán preparando una fuga masiva?

- O el cerrajero de enfrente espera tener un buen pedido de cambios de combinación.

- Hay mucha picardía. Ya lo vimos en Pluna.

- Y no siempre le sale bien al pícaro.

- Pero complica. Además a veces da fruto varios años.

- Ya está payando. ¿Qué veces?

- Sin ir más lejos, había en Jaén un hombre en el siglo XVI que tenía buena letra.

- Bastante lejos.

- Déjeme terminar. Se llamaba Juan Pérez y como secretario tenía que poner la firma de varios funcionarios; supongo que nobles pero analfabetos. Y, ya que estaba, leía documentos de ministros, jueces, obispos, reyes y el Papa, “y por las noches se ejercitaba en imitarlas”. Nada muy grande, dice en su confesión, al principio falsificaba sentencias, títulos honoríficos, bonos del tesoro y esas cosas.

- ¿Escribió memorias? ¿Con buena letra?

- Parece más bien una confesión al cardenal de Toledo, y dice que fue a Portugal a introducir la Inquisición, para que no le tiraran con el Código. Se tituló: “Los notables y atroces echos de Juan Pérez de Saabedra que, con formas y firmas falsas de cardenales y del Papa, príncipes y emperador Carlos quinto y ministros, pusso la Ynquissición en Portugal a disgusto de el Rey y del Reyno, como se berá en este brebe discurso que el mismo escrivió a ynstançia del Yllustríssimo Sr. Cardenal Arzobispo de Toledo”.

Para resumir, presentó un documento del Papa que lo declaraba embajador (nuncio) en Portugal. Hizo venir al rey hasta la mitad del camino a recibirlo. “El picaronazo invencionero”, como dice otra crónica, estuvo dos años en su cargo, “puso en orden y concierto lo eclesiástico; reformó las religiones” (órdenes religiosas), e “hizo hacer al rey monasterios y grandes y buenas obras pías”. Siempre falsificando documentos. Parece que un día le tiró un plato a su secretario y este contó la verdad. Lo mandaron de por vida a las galeras, a remar, con orden de que no lo dejaran acercarse a papel ni pluma. Pero no lo descuartizaron porque hizo muchas cosas buenas.

- Que le quiten lo bailado.

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