ser blanco

Aparicio

He leído y escuchado comentarios sobre “la moda de republicanismo”. Por eso antes de comenzar con Aparicio Saravia quiero referirme a esta ideología que “heredé” de los caudillos blancos Timoteo Aparicio y Aparicio Saravia.

Extraña que en el siglo XXI no sepan que este concepto surgió en el siglo IV antes de Cristo, se desarrolló en la edad media en Italia en el siglo XVIII con un tal Rousseau. Nuestro país surge con Artigas republicano federal, al oponerse al gobierno bonaerense liberal-unitario.

La república combina “riqueza” y libertad, no solo debemos vivir libres, sino vivir decorosamente, donde la riqueza esté bien distribuida. La democracia no es el poder del pueblo, es decir no depende de las mayorías, sino la extensión de la mayor cantidad posible de soberanía a todos.

La Constitución de 1830 es oligarca y liberal; los derechos políticos dependían de la riqueza, para ser candidato se necesitaba una renta determinada o una propiedad, limitando así el derecho a ser votado y derecho a votar; jornaleros, peones, etc., estaban impedidos. Basados en un principio liberal, aquel que necesitaba trabajar, tener un patrón para subsistir, podía “vender” su voto. Hasta hoy peleamos por descentralizar el unitarismo de nuestra Constitución; la influencia liberal ha sido muy, muy, muy fuerte. Así se explica en parte el desprecio en nuestro país al caudillo.

No es “moda”, al republicanismo nuestros dos caudillos blancos no solo le aportaron, intentaron con sus lanzas que república y democracia fueran realidad, “lo mamé”. Con nuestro grupo Concertación Republicana Nacional queremos juntar a todos los orientales unidos por el bien común y que un futuro gobierno blanco logre re-fundar una auténtica república y como ese tal Rousseau, que desgraciadamente no está de moda y expresó algo así “la democracia solo puede subsistir en la república, donde los gobiernos deben sacrificarse al pueblo y no este al gobierno”.

No sé si Aparicio leyó Rousseau, sí poseía una sensibilidad republicana, por eso con frío y hambre lo siguieron patrones, peones, blancos, mestizos; sí tenía clara la situación de Uruguay a partir de la invasión de Flores el 19 de abril de 1863 derrocando al presidente constitucional Berro. Desde el Estado “fundó” el Partido Colorado primero identificando el Ejército, en los cuarteles flameaba la bandera roja, en los gorros la cinta roja, Aparicio les llamaba los churrinches; algunos como Gregorio Suárez usaban golilla y botones rojos en el uniforme. Con el Ejercito en su poder pudo convertir al Partido Colorado en el partido del Estado, es decir como partido único, en el sentido que con distintas artimañas, circulares privadas, etc., fue impidiendo que el ciudadano blanco votara y quedara al margen. Lorenzo Batlle, con “mayor calidad”, desplazó los caudillos departamentales como Máximo Pérez o Gregorio Suárez, que luego utilizó para luchar contra Timoteo. Luego de diez años de militarismo colorado llegamos a los noventa, ya era un partido hegemónico, liberal-unitario, “ganador jactancioso” en las elecciones nacionales.

Es el triunfo de la política del presidente Julio Herrera y Obes, “la influencia directriz” hasta el sistema electoral, con lo que ello significa, pasó a ser dominio posesión del Poder Ejecutivo, que en cada elección intervenía desde el nombramiento de las juntas electorales a su destitución. ¿Qué hacer? La Constitución podía ser reformada si durante tres legislaturas (doce años) era declarada de interés nacional.

A partir de 1894 se exigen reformas electorales, como la extensión del sufragio e integración mixta de los organismos electorales, así llegamos a 1896 con el gobierno de Iriarte Borda; el Senado aprobó estas reformas, los Representantes, demoraron, y Aparicio presenta sus tropas, la “chirinada”, el abstencionismo es la tónica de estas elecciones. En Buenos Aires setiembre 2 se crea la Junta de Guerra, el Directorio del Partido Nacional proclama la abstención y desautoriza los trabajos revolucionarios, llega marzo de 1897.

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