Sábado, 15 de Diciembre, 2012. Montevideo - Uruguay
Edición Impresa
Iniciar sesión Registrarse

Vota Venezuela, mira la región

Chávez aventaja en todas las encuestas a un candidato que nucleó tras de sí a toda la oposición con un estilo moderado para las elecciones de hoy.

PUBLICADO el Domingo 7 de octubre, 2012
  • Archivado en:

El actual presidente venezolano y amplio favorito a la reelección Hugo Chávez afrontará hoy las urnas para entrar en su cuarto ciclo presidencial seguido desde 1999, en medio de una campaña marcada por el crecimiento del candidato opositor Henrique Capriles y por los vaivenes en la salud del líder bolivariano. Casi 19 millones de electores están habilitados para votar y decidir el destino del país que tiene las mayores reservas comprobadas de petróleo en el mundo y que aparece con el rol estelar de ser la locomotora del abastecimiento energético de la región para los próximos años.

Promotor del denominado “Socialismo del Siglo XXI” y estandarte de la ola de gobiernos progresistas que asoman en la región en los últimos años, Chávez acapara desde hace semanas las miradas de toda la región y de otros continentes por una elección que puede llegar a influir en más de un país latinoamericano habida cuenta de los estrechos lazos de amistad y comercio que ha creado con diversas naciones sudamericanas.

Tras una campaña que giró en los primeros meses en torno a los problemas de salud del mandatario y durante la que mucho se especuló con su posible no presentación, en el último tramo Capriles puso énfasis en lo que él denominó “gasto” del Estado de su país ayudando a otras naciones sudamericanas, uno de los puntos que el oficialismo caribeño muestra con orgullo y traduce en “cooperación”.

Es que la aparición de Capriles, abogado de 40 años, como primer candidato con cierta competitividad desde que Chávez ganó su primera elección, muestra un reacomodamiento de las fuerzas opositoras en torno a una figura que ha tratado de presentarse como un moderado de centro luego de años de que la derecha caribeña insistiera, sin éxito, en candidatos abiertamente confrontativos.

En esa línea es además que Venezuela ha sido el laboratorio para pruebas que en los últimos meses se han expandido al resto de la región, con la oposición mediática marcando el pulso y la agenda de la oposición política, convirtiendo a los medios de comunicación en un jugador activo de la carrera electoral.

La activa política de participación estatal ha sido la principal impulsora de un proyecto que busca ir reconvirtiéndo la matriz económico-productiva del país caribeño, que, por ejemplo, ha entrado en un lento pero firme proceso de ampliación de su rodeo y capacidad industrial, por ejemplo, como forma de disminuir la dependencia de las exportaciones de petróleo.

Esa mezcla convierte hoy por hoy a Venezuela en un aliado comercialmente estratégico para la región en general y para Uruguay en particular, totalmente complementario con otras economías latinoamericanas, que le proveen los alimentos que allí escasean a cambio, principalmente, del petróleo que allí abunda. No obstante esta búsqueda integracionista, el oficialismo venezolano tiene también como horizonte un cambio en el Mercosur actual, al que según una de las autoridades diplomáticas en Montevideo, aún ven como una buena herramienta pero con “mucho para crecer y mejorar”.

Pero la única garantía de esa “conectividad energética” es hoy por Chávez, más allá de las promesas de Capriles de mantener ciertos aspectos de la integración regional imposibles de desandar por el amplio apoyo popular. A su favor tiene los antecedentes de Sebastián Piñera en Chile o Juan Manuel Santos en Colombia, que asumieron con un cambio de signo político y pese a ello no actuaron contra el consenso regional sudamericano, solidificado en el eje de la Unasur desde la asunción del ex mandatario argentino Néstor Kirchner en 2010.

Porque más allá del impacto que pueda llegar a tener una improbable victoria del opositor, la atención regional estará puesta en la diferencia que vaya a obtener el actual presidente cuando alrededor de las 20.30 horas se conozca la primera tendencia en un país en el que el voto electrónico agiliza el rápido escrutinio.

Pese a todo, y con su halo de líder invencible parcialmente dañado por una derrota en el referéndum constitucional para habilitar la reelección indefinida y por el empate en las elecciones parlamentarias de setiembre de 2010, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) enfrenta a la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) en un terreno que no es el tan conocido de la polarización ideológica a la que tan dócilmente se prestaron Henrique Salas Römer en 1998 y Manuel Rosales en 2006.

Capriles nunca fue a la polarización extrema, siguiendo la línea de los manuales de los jefes de campaña que le recomendaban recostarse sobre el centro para tratar de llegar a un electorado que venía acompañando a Chávez pero que podía llegar a cambiar de orientación disconforme con algunas medidas económicas puntuales. Esa reconversión de su perfil le permitió hacer caer fácilmente en el olvido su confuso papel en el asedio a la embajada de Cuba en los días del fallido golpe de 2002, cuando actuó tan convencido del éxito de la asonada como el resto de los partidos de la derecha (incluido el suyo, Primero Justicia) y de los medios.

En una redefinición de lo político en extrapolítico que implementaron con éxito relativo Sebastián Piñera en Chile y Mauricio Macri en Argentina, Capriles ha dibujado con prolijidad obsesiva su perfil de outsider de la política tradicional, renegando de los símbolos de los partidos del Pacto de Punto Fijo y exaltando sus condiciones de gestionador y administrador. Una suerte de pase del  “antichavismo” al “poschavismo” como forma de mostrarse superador de la polarización dispar que había marcado al país. No le alcanzará, claro está, pero quedará posicionado para un próximo turno… aunque mucho falta aún para 2018.

La elección se presenta, entonces, sorprendentemente competitiva, más allá de que si bien hay consenso en señalar la victoria chavista, la brecha puede ser bastante menor a la de los últimos comicios de2006, apesar de la recuperación del crecimiento económico en los últimos 20 meses que el PSUV creía que bastaría para revertir el escenario del angustioso empate en las últimas parlamentarias. Eso, descontando el enorme esfuerzo personal de Chávez, que ha lidiado con un debilitante tratamiento oncológico y ha logrado al mismo tiempo transformar buena parte de la ansiedad que afectaba negativamente su candidatura en un impulso positivo que la ha reforzado.

Con esas expectativas los gobiernos regionales han puesto todos sus ojos en una elección en la que, si bien la mayor expectativa pasa a estas horas por saber con qué diferencia ganará Chávez, nadie puede asegurar qué pasará con la salud del presidente tras una agotadora campaña. Y si bien el personalismo chavista tiene sus puntos positivos como la imponente manifestación que clamó por el “uh ah Chávez no se va” del pasado jueves, también recargó con demasía la salud presidencial, frente a un frenético Capriles que recorrió de punta a punta el país.

Los dos candidatos cerraron sus campañas en dos grandes ciudades, Valencia y Maracaibo. En la primera, el mandatario insistió en las dos ideas sobre las que ha pivotado su discurso; que “Chávez somos todos” y “está en juego la patria”, en un nuevo intento de enfatizar que el 7-O decide su destino. Y no solo el de Chávez, según se estima, sino que son muchas las cosas que pueden cambiar en la región.

Facebook
Volver arriba

Aún no hay comentarios.

Debes estar registrado y haber iniciado sesión para poder realizar comentarios. Registrarse