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editorial

Resistir es conservar las raíces culturales

Susana Andrade PUBLICADO el Viernes 19 de octubre, 2012
Susana Andrade

Los movimientos de contrafestejo recordando el último día de libertad antes de la invasión de Europa en América se hacen en muchas partes del mundo latino y caribeño, y en Uruguay desde la década de los 90. La novedad es que acordando con algunas organizaciones de la sociedad civil, sentimos la inquietud de darle el sentido de cambiar el nombre al racista día de la raza en Uruguay y alzar al unísono la propuesta.

Hemos logrado con esfuerzos conjuntos y con el acuerdo de todos los partidos políticos, que la idea sea hoy un proyecto de ley. Es necesario seguir adelante hasta poner el debate en el plenario de Cámara de Diputados. El “día de la raza” fue creado en España en el siglo pasado queriendo perpetuar la supremacía de “la raza española” retratada en la “conquista” del “Nuevo Mundo”. Hoy es clarísimo que fue saqueo de territorios, genocidio, y que el concepto “raza” aplicado a grupos humanos, es anacrónico y discriminatorio.

Lamentablemente no hubo “descubrimiento” sino despojo. No hubo “encuentro” sino masacre. Continuar con denominaciones que recreen jerarquías culturales contribuye a la segregación endémica y a la violencia. Transitamos caminos más igualitarios, también los símbolos representativos o fechas destacadas deberían serlo. Apuntamos a lograr un nombre lo más fiel posible a los hechos históricos, conciliado esto con un presente y un futuro integrador y una coexistencia sin opresiones, aunque así hayan sido los orígenes.

Tenemos la oportunidad histórica y la responsabilidad de dar cabida a la multiculturalidad de la sociedad uruguaya. Cambiar el nombre al día de la raza -igual que lo han hecho muchos países de Latinoamérica- nos permitirá afianzar valores en común con hermanos de región y de historias compartidas. El contrafestejo con aspiraciones de cambios nos permite situarnos en los contextos sociales desde una perspectiva original. La memoria también es objeto de manipulaciones e intereses; se maniobran recuerdos y olvidos, se decide qué es prioritario.

Nuestro compromiso cívico es mantener viva la ancestralidad que fue sistemáticamente marginada. Lo que somos como grupo étnico es una cuestión también política además de social. Representa un pasado en común, su interpretación y su vigencia. Significa que como ciudadanos de un país con proyección de futuro, tenemos la doble responsabilidad de conservar la huella ancestral y contribuir a la convivencia. La tradición es patrimonio de la patria y debe contener aportes de todas y todos sus integrantes por igual. De allí la importancia de los emblemas y nuestra visión de ellos. Tengamos presente que lo nuestro no es mejor ni peor, solo auténticamente nuestro. Y que resistir es mantener lo que nos es propio por derecho y por herencia cultural. Es conservar las raíces que nos brinden firmeza y paz para crecer. Es rechazar hegemonías e imposiciones. Es tan simple y tan difícil como eso.

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2 Comentarios

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  1. Señora Andrade: no olvide que, entre otras cosas, si no hubiera habido la colonización europea, no existiría ningún afrodescendiente en toda América.

  2. Lo que dice sourin es similar a decir: si no hubiera habido holocausto, no habría sobrevivientes. Con todo respeto.