día histórico

Representantes sociales en el BPS

Existen determinados hechos históricos que por su trascendencia, al exceder el ámbito temporal en que se concretaron y proyectándose a futuro, merecerían una conmemoración masiva. Refiero a lo sucedido en el histórico 7 de octubre de 1992, cuando se integraron las fuerzas sociales al Directorio del Banco de Previsión Social.

“Se fomentará el corporativismo”, decían en aquellos días los opositores a la integración. Veinte años transcurridos permiten comprobar la falsedad de tal afirmación.

Fui testigo privilegiado de estas dos décadas transcurridas, desde antes de ese día, cuando luchábamos para que se concretara, como felizmente sucedió. Me tocó estar junto al entonces delegado de los trabajadores, hoy presidente, Ernesto Murro, a Ariel Ferrari, Luis Colotuzzo, Arturo Fernández, y hoy, 2012, junto al director Sixto Amaro. Tuve la enorme, ¡enorme! satisfacción de investir en el cargo, en nombre del anterior gobierno, al actual presidente del BPS, y de inaugurar junto al entonces presidente de la República Tabaré Vázquez, el primer Diálogo Nacional de Seguridad Social, que tantos éxitos logró, y que ahora felizmente ha sido retomado por el actual gobierno. Por otra parte, fui durante casi todo el período del gobierno anterior, el nexo entre el Poder Ejecutivo y el Banco de Previsión Social. Todo lo cual me da la fuerza y audacia suficiente para afirmar que, más allá de controversias, a veces muy duras, dicha integración le fue otorgando paulatinamente en el transcurso de los años, un estilo a la administración de la Seguridad Social, y posteriormente al país una gobernabilidad democrática y legitimidad política, que hoy día nos hace sentir orgullosos, ya que política y socialmente constituye ejemplo regional y mundial.

Una buena gestión gubernamental puede demostrarse por la cantidad de leyes aprobadas. Por ejemplo: fueron aproximadamente 40 en materia socio-laboral en los últimos 7 años, y varias en otros ámbitos sociales. Pero lo cuantitativo debe ir acompañado por la calidad. No recurriré a cifras sobre salarios, pasividades, disminución de la pobreza e indigencia, redistribución de riqueza, etc, que son por demás conocidas y que avalan la misma. Pero cualitativamente no puedo dejar de insistir en las consecuencias políticas, sociales y culturales, que se proyectaron a partir de aquel histórico 7 de octubre de 1992, donde la sociedad, el país todo en definitiva, comenzó a profundizar el diálogo, por tanto a democratizar la administración del BPS, concretando luego de 25 años, lo que estaba dispuesto en nuestra Constitución de 1967. Hoy día podemos decir que la calidad del Sistema de Relaciones Laborales y de Seguridad Social basado en el diálogo institucional, se proyecta a toda la sociedad

¿Cuáles son los principales cambios que deseamos resaltar? Sería larga la lista de prácticas no recomendables, clientelísticas, cuando no abusivas, que sucedían en los años previos a 1992. ¡Vaya si hubo y siguen existiendo cambios durante estos 20 años! El enriquecimiento que origina la discusión colectiva, en el consenso o en el disenso; la trasparencia que otorga el uso compartido de la información y consulta, son claves para la democracia, y para el destierro de dichas prácticas. ¿Sería posible ello sin políticas gubernamentales que así lo establecieran, y sin una gestión del organismo tripartitamente constituido?

¡Y las consecuencias políticas que originó! En primer lugar, porque el involucramiento de la sociedad a través de sus representaciones en las estructuras institucionales gubernamentales, y su participación en las decisiones, concreción y evaluación de las líneas políticas sustanciales de Seguridad Social, otorgaron mayor calidad política a toda la comunidad y al sistema político, hecho que nos proyecta a nivel regional y mundial.

Y en segundo término, porque este capital político social que se fue construyendo en estas dos décadas, y que nos permitió comprobar el profundo error político de los agoreros de veinte años atrás, nos origina la gran responsabilidad de proyectarlo, mejorarlo y profundizarlo hacia el futuro. Porque admitamos: existen deficiencias e insuficiencias. Y es lógico que así sea, porque como decía el gran Antonio Machado, se hace camino al andar.

Los que luchamos por la concreción de lo dispuesto en nuestra Constitución, y fundamentalmente por la trascendencia de la participación en sí misma, y por ser profunda y políticamente justa y necesaria, acorde al concepto democrático representativo que nos rige, actuamos, a diferencia de los derrotistas, de acuerdo a lo que nos enseñaba el genial Einstein cuando nos decía “no pretendas que las cosas cambien si siempre haces lo mismo”, lo que nos permitirá seguir proyectándonos como país cada vez con mayor profundidad.

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