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La intimidad, un valor supremo

editorial PUBLICADO el Jueves 25 de octubre, 2012
La República Digital

La historia del periodismo uruguayo, incluso durante la dictadura, está impregnada de un profundo respeto por la intimidad de las personas.

Ayer nos enteramos, después de conocida la renuncia de Alberto Breccia –de la que informó en exclusiva en LA REPÚBLICA- sobre cuál es su historia clínica.

El diario “El Observador” publicó en un amplio titular “Breccia en el Casmu, afectado por cáncer” rompiendo una tradición de la prensa uruguaya que en general no brinda ese tipo de informaciones, si no es para utilizarla con muy bajas intenciones, en una actitud donde prevalece el escándalo noticioso por encima de la paz espiritual de los individuos. No estamos por cierto ante el mejor pensamiento católico, que tanto influye en ese medio de prensa.

Estamos, entonces, ante un cambio noticioso profundamente bajo, de corte escandaloso y derechista, en el peor sentido de la palabra, que desprecia el dolor humano.

El diario “El País”, que disfrutaba en los años de plomo al publicar las fotos de los presos políticos con sus cabellos mojados por el submarino, tituló después de leer “El Observador”: “Breccia renunció a su cargo por razones de salud” y reprodujo en el texto la información de “El Observador” sobre el cáncer. Los portales también se subieron a la información de “El Observador”, tomándola como base.

No vamos a entrar, por cierto, a responder con la misma bajeza. Seguiremos transitando por la senda de un periodismo humano, respetuoso de la intimidad de las personas.

A la vez queremos dejar en claro que no nos sentimos satisfechos con la situación, porque no somos de los que disfrutamos de los errores de otros y mucho menos de sus claudicaciones filosóficas y religiosas.

Lo único a que aspiramos es a que la sociedad uruguaya no pierda sus códigos de solidaridad y respeto por el semejante. No queremos vivir en las cloacas, para sacar partido del dolor, buscando conmover a quienes viven del disfrute del morbo.

Sabemos, a la vez, que Alberto Breccia, enterado de tanta bajeza, se siente más fuerte que nunca, dispuesto a librar su gran batalla por la vida, por su familia, por sus amigos y compañeros.

Los responsables de “El Observador” y “El País”, se equivocaron: a Breccia no lo van a quebrar, porque mucho antes no lo pudo quebrar la dictadura. Seguramente seguirá con su fina estampa de caballero, con su fino humor, siempre pensando y actuando a favor de sus iguales, a los que seguramente no les pedirá que hagan conocer su historia clínica.

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