fundamentalismos
En lo que se refiere a la película que blasfema contra Mahoma y la supuesta reacción de los ofendidos musulmanes que mataron al embajador norteamericano junto con otros funcionarios, no me voy a detener demasiado, ya que mi entendimiento del problema coincide con la mayoría de las opiniones que se han vertido sobre el tema:
1) la película, que ni siquiera es una película, ha sido una patraña de un profesional de la pornografía (lo cual ya se advierte en la mala calidad artística del micro video);
2) es parte de la ignorancia occidental y parte de la sed de cruzada de algunos pastores fanáticos que sólo pueden ver fanatismo en las ideas y en las acciones ajenas;
3) no es la posición religiosa del gobierno de Estados Unidos y mucho menos es la opinión de una mayoría de habitantes de este país;
4) algunos de los que defendemos la primer enmienda de la constitución de Estados Unidos nos encontramos en estos casos con ese borde ambiguo donde se superponen la libertad de expresión y la irresponsabilidad criminal de quienes incitan al odio;
5) la susceptibilidad musulmana ante estos actos no solo tiene una raíz religiosa sino que, sobre todo, tiene orígenes históricos, los que podríamos encontrar ya en el siglo XIX con una progresiva colonización y humillación de pueblos enteros por parte de las potencias occidentales. Etc.
Uno de los promotores del video “La inocencia de los musulmanes” fue el famoso pastor Terry Jones (famoso por sus amenazas de quemar el Corán en público y por su ignorancia, no por el numero de sus seguidores), personaje que vive no muy lejos de mi casa. Su productor, un egipcio copto que vive en Estados Unidos desde 1969, refiriéndose a estos hechos manifestó en publico que “el Islam es un cáncer, y punto”.
Sinceramente, no creo que ninguna religión sea un cáncer, como afirman algunos con respecto a la religión de los otros. En general y sin discriminaciones, quizás sean sólo el opio de los pueblos, como lo sugirió alguien en el siglo XIX y como pareciera ir quedando demostrado cada día más.
Ni siquiera desde la época de los faraones, pasando por las cruzadas, las conquistas y reconquistas, todas las guerras nacionales, nacionalistas e internacionales, la ambición y las razones del poder económico y político estuvieron alguna vez ausentes en ningún conflicto religioso. La fe puede elevar a un individuo o a un pueblo entero, es decir, puede liberarlo de ciertas condiciones de opresión, material y espiritual.
Pero de igual forma la fe puede, y de hecho ha servido para oprimir individuos y pueblos enteros, embriagando conciencias a fuerza de mecánicas repeticiones o calmando sus reivindicaciones ante la violencia social, económica y moral. Es decir, la fe también ha servido para oprimir a través de la reacción explosiva o a través del statu quo, de la paz de los cementerios que sobre todo conviene y beneficia a los sepultureros. Es decir, la “fe” ha sido desde siempre otro ideoléxico, una sola palabra que puede significar realidades diversas y hasta opuestas, pero que generalmente significa lo que el poder que la ha colonizado quiere que signifique. A partir de ahí, la palabra piensa por nosotros.
En mi modesta opinión, las religiones han sido la mejor excusa y legitimación para quienes se beneficiaban y se benefician de esas guerras; y el mejor anestésico moral e intelectual (de ahí la idea original de recurrir al opio como metáfora) para quienes siguen muriendo y matando con fanatismo en nombre de Dios, la Patria, la Libertad y Los Mejores Valores –que son siempre “Los Nuestros”
El cáncer radica en las ambiciones sin límites del poder económico y político del momento. Las religiones, que pueden ser un medio legítimo para la elevación espiritual de mucha gente, con más frecuencia que excepciones han sido perfectos instrumentos de opresión en masa, el opio que anestesia la conciencia y la moral, el anestésico que alivia y disimula los síntomas de la verdadera enfermedad terminal que, por alguna razón, nunca se ha podido atacar desde su raíz.
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Serguei
4 octubre, 2012
14:43
La religión es el opio de los pueblos es una consigna pronunciada por Marx en el siglo XIX, en un contexto historico en donde los liberales desataban su accionar para contrarrestar la gran influencia que el catolicismo había tenido en el mundo occidental.
Las sociedades pertenecientes al mismo lograron avanzar separando la iglesia del Estado.
No ha sucedido lo mismo en las sociedades islamicas en donde ambos están mutuamente compenetrados sin delimitación clara.
En las cuales la religión orienta las políticas de estado y regula las normas de convivencia de la sociedad civil.
Serguei
4 octubre, 2012
14:47
Desde que Marx pronunció su célebre afirmación, grandes cambios han acontecido en la dinamica social.
Uno de ellos es la masiva difusión del consumo de drogas.
A tal punto que sería mejor invertir los términos de la misma:
hoy día “El Opio es la religión de los pueblos”.
sourin
4 octubre, 2012
19:53
Pues yo veo que el marxismo ha sido tomado por sus seguidores también como una religión (no sé si así lo hubiera querido Marx), con sus dogmas absolutos (determinismo histíroco, materialismo dialéctico, destino manifiesto y otros eslóganes por el estilo) que son creídos y seguidos por sus adeptos sin analizar la realidad inmediata. ¡Cosa curiosa! Algo similar parece ocurrir con los que proclaman “la libertad de los mercados”. La diferencia con otras religiones es que, mientras éstas tienen espiritualidad y ofrecen al hombre la idea de una vida eterna mejor, aquéllas carecen de espíritu, son puramente materiales y no ofrecen nada al hombre después de la muerte.