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Europa adopta el “impuesto Robin Hood”

editorial PUBLICADO el Lunes 15 de octubre, 2012
La República Digital

Once países europeos acordaron la semana pasada implantar una tasa a las transacciones financieras internacionales. Aunque puede ser que fracase por su forma de implementación, este acuerdo de “cooperación reforzada” es un paso que refuerza una tendencia hacia una mayor regulación de los mercados financieros, tendencia que Uruguay debe apoyar.

Se trata de España, Italia, Alemania, Francia, Portugal, Grecia, Eslovenia, Bélgica, Austria, Estonia y Eslovaquia; se comprometieron a implantar una tasa que gravará con 0,1% las compraventas de acciones y bonos y con un tipo del 0,01% las de derivados.

La noticia causó curiosidad porque la conocida como “tasa Tobin” fue el caballito de batalla de algunas organizaciones altermundistas militantes que a fines de los 90 y principios de esta década protagonizaron enfrentamientos con la Policía en varios países. Actualmente, la ONG Oxfam la rebautizó como “impuesto Robin Hood”. Estos movimientos pretendían por un lado castigar al sistema financiero y sacar rédito de ese mismo sistema para usarlo en el desarrollo del Tercer Mundo. Debemos acordar que la idea de llegar a un mundo justo con un impuesto es algo ingenua.

Tobin, un notable economista keynesiano que había asesorado a la Presidencia de EEUU, propuso la tasa cuando Nixon devaluó y dejó sin fundamento el sistema acordado luego de la Segunda Guerra Mundial. Para disminuir la volatilidad de los mercados, implantar una tasa del 0,5% al cambio de monedas. Si uno ve en el otro lado del mundo una oportunidad de comprar una moneda que al devaluar me puede dejar 1%, pero debe pagar 1% por esa nueva tasa, probablemente no lo haga. (Y, si no lo hace, no habrá recaudación; eso es lo que relativiza los cálculos de Attac).

Para seguir aventando mitos, el impuesto, que en Europa no grava el cambio de moneda –todos usan el euro- sino la compraventa de papeles y derivados, en realidad no lo pagarán los bancos sino los inversores, los propietarios de los papeles. Se llama derivados a los contratos –apuestas- sobre el precio a futuro de otros bonos, materias primas y operaciones similares.

En Chile y en Brasil hay impuestos para desalentar el ingreso de capitales golondrina. Hace unos meses, el Banco Central tomó una medida en el mismo sentido en Uruguay. Nosotros estábamos más protegidos porque los capitales que entran son, en general, inversiones productivas, no para operar en nuestra Bolsa de Valores. Pero estos capitales, que pueden retirarse de un día para el otro dejando un agujero, pueden ser muy peligrosos como desencadenantes de crisis.

De la “tasa Tobin” se volvió a hablar luego de la crisis bancaria estadounidense en 2008. Y, desde entonces, primero los países más débiles y actualmente toda la zona euro, estaba siendo objeto de ataques especulativos tendientes a bajar el valor de los bonos soberanos y, en general, de los valores europeos.

Pero tiene sentido si es una tasa universal. Si no, los capitales simplemente podrán desplazarse. Ese es el temor de Gran Bretaña. El mercado de capitales de Londres, que tomó estado internacional cuando los países socialistas lo usaron para depositar sus divisas, ha estado eludiendo acuerdos parciales. Aunque de hecho, ya tienen una tasa similar desde 2808. La semana pasada anunciaron que no se unirán si no lo hacen al menos los otros centros financieros importantes, como Nueva York, Singapur, Shanghai y Hong Kong.

¿Y, por qué dijimos que a Uruguay le importa? El fenómeno más relevante de la economía actual es la masa de capitales que buscan interés en mercados financieros, que hace unos años era 50 veces mayor que la que se invertía productivamente en todo el mundo. Esa situación quizá revele que el sistema capitalista ya no encuentra rentable seguir invirtiendo en lo que durante muchos años le dio ganancias y por tanto anuncie algún tipo de reestructura más o menos traumática. Pero por el momento esa masa especulativa que no encuentra aplicación en la producción es una ola devastadora. Somos chicos, pero por eso mismo, la brega por un nuevo sistema financiero internacional es una bandera de sobrevivencia para países como nosotros.

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