reflexiones
El triunfo del presidente Chávez en las elecciones del pasado domingo en la República Bolivariana de Venezuela es un jalón muy importante en el proceso de integración de América del Sur.
Con la articulación de la oposición tras la candidatura de Henrique Capriles la derecha continental vislumbró la posibilidad de revertir el proceso de acumulación que las fuerzas progresistas y populares han logrado en la región en estos últimos 14 años.
Algunas breves reflexiones:
En primer lugar, en la campaña electoral venezolana no hubo espacio para que la oposición defendiera un programa identificado con las políticas neoliberales puesto en práctica por las opciones de derecha del continente. Más allá de la categorización que se hacía por parte del presidente Chávez de la candidatura de Capriles como “la opción de la derecha”, el propio Capriles se desmarcaba de ello, manifestando que su intención era la de llevar adelante un programa y un gobierno como el del presidente Lula en Brasil, dejando claro que no se iban a cortar los programas sociales, llamados “misiones”.
Se acusa al presidente Chávez de polarizar a la sociedad venezolana. La sociedad venezolana estaba latentemente polarizada antes de la llegada del presidente Chávez al gobierno en 1998. Entre el 70 y el 80% de la población estaba excluido de los beneficios de la renta petrolera, principal ingreso de Venezuela. La misma era manejada de manera discrecional por una elite en beneficio de minorías. Más allá del compromiso ético con los excluidos, puesto de manifiesto por el presidente Chávez, un simple cálculo matemático llevaba a tener claro que atender la situación de las necesidades de ese sector históricamente postergado y lograr su adhesión, determinaría un respaldo popular para un proceso de transformaciones y cambios. El 70% de esa cantidad de excluídos se ubica próximo al resultado electoral del domingo, y al porcentaje que ha estado acompañando la opción por el presidente Chávez, elección tras elección.
Esa renta petrolera ha sido puesta al servicio de atender las necesidades en materia de salud, educación (en la lucha contra el analfabetismo) y vivienda de los históricamente postergados. Y también -cosa criticada por la oposición- al servicio de una política exterior solidaria, impulsada por el presidente Chávez, tratando de insertar a Venezuela en un contexto regional que ha priorizado a América Latina y el Caribe, con una clara voluntad integradora.
Se pone en duda el carácter democrático del proceso iniciado en 1998. Es la cuarta elección en la que el presidente Chávez logra triunfar con un importante respaldo electoral (1998, 2000, 2006 y 2012). Ganando además un referéndum revocatorio (2004) que pretendió revocar su mandato. En la presente elección no existió una sola objeción sobre el sistema electoral y sus garantías. El mismo ha sido reconocido tanto interna como internacionalmente. Y Venezuela, el pasado domingo, ha dado una muestra al mundo de confrontación cívica democrática.
Se acusa al presidente Chávez de tener una política hostil hacia los medios de comunicación. En una visita tiempo atrás a Venezuela, pude constatar por parte de medios de comunicación venezolanos, invocaciones al magnicidio del presidente y una constante prédica desestabilizadora. En Uruguay seguramente hubieran debido ser clausurados por apología del delito.
Se cuestiona el estilo confrontativo del presidente Chávez. Y es claro que ha sido confrontativo. Pero cómo llamar a lo desarrollado por sectores internos que le propiciaron un golpe de Estado en 2002 y una huelga petrolera en 2003.
Podrá gustar más o menos el estilo, pero a no confundirnos: la derecha no se posiciona frente a Chávez por el estilo, lo hace por las opciones político-ideológicas que ha defendido. Por su opción por los más desfavorecidos, por su opción por la integración latinoamericana que garantice independencia y soberanía frente a los grandes centros de poder. En ese sentido, que la mayoría del pueblo venezolano, en una elección no obligatoria con el 80% de participación, lo haya acompañado el domingo, también resulta trascendente para el destino de la región. También resultará trascendente que gobierno y oposición encuentren la forma de dirimir diferencias en un marco que tienda a fortalecer la institucionalidad en Venezuela. Los discursos posteriores a conocerse el resultado parecen un buen comienzo.
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