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PATÉTICO

El papel de los medios de la derecha

Javier Cousillas PUBLICADO el Domingo 21 de octubre, 2012
Javier Cousillas

La pobreza intelectual de algunos periodistas es alarmante.

Son tan burdos para anteponer sus deseos personales o patronales a la realidad que debieran informar, que generan rechazo de cualquier ciudadano que posea un mínimo de información y capacidad de discernimiento.

La transmisión de CNN de la noche del domingo, previo a que se dieran a conocer oficialmente los resultados electorales en Venezuela, con casi 30 minutos de entrevista a un ciudadano argentino representante de una organización creada en no se sabe dónde, integrada por no se sabe quién, cuyo financiamiento se presume que no debe ser muy popular y que se dedica a controlar elecciones en países democráticos, intentó poner en duda el resultado electoral, dando a entender que si se demoraba tanto en dar los resultados era porque al chavismo no le habría ido muy bien.

En ningún momento intentó esbozar algún razonamiento de por qué pudo haber tres o cuatro horas de “demora” entre que se cerraran las mesas y que se dieran los resultados oficiales, en un país en que votaron más de 16 millones de personas. Solo se limitó a poner en duda la cristalinidad de la elección y su resultado, además de criticar cada vez que pudo al “régimen chavista” y su relación con el kirchnerismo.

Bastó que saliera el candidato de la derecha a reconocer la legitimidad de la victoria popular, para que el Catón argentino invitado por CNN desapareciera de la transmisión sin la más mínima explicación de tan rastreras opiniones.

Vergüenza similar pasó el perio-mercenario Jorge Lanata -a esta altura con más de una decena de patronales de distinto pelo a cuestas- cuestionando las elecciones venezolanas y la falta de libertad en la patria de Bolívar porque fuera demorado en el aeropuerto, lo que sirvió al Grupo Clarín para editar grandes titulares que llevaron a un segundo plano la victoria de Chávez y los sectores populares.

Pero más allá de estos ejemplos, gran parte de quienes cobran sus salarios como periodistas –y no solo en el exterior- no son ni más ni menos que operadores políticos, por lo general de quienes les pagan el sueldo.

En Uruguay –como en el resto del mundo- existen “periodistas” que además de operadores de las ideas más retrógradas, bastardean a la profesión.

El programa “Santo y Seña” de Ignacio Álvarez de la pasada semana, que pretendió debatir sobre la “Reforma del Estado” fue dedicado a denigrar a los funcionarios públicos y resultó, además de fuera de época, patético.

Fuera de época, porque esa prédica -poner al Estado como el principal enemigo del pueblo- estuvo de moda para los voceros criollos de la derecha en los 90 del siglo pasado, con Posadas, Batlle y Conrado Hugues (uno de sus invitados estrella) a la cabeza.

 

Hoy nadie discute, salvo el señor Álvarez, la importancia y el papel que juega el Estado en nuestro país, ante la inexistencia de un empresariado autóctono (burguesía nacional, según Trías) con un potencial económico y un proyecto de país viable para el conjunto de los uruguayos.

Solo basta mirar hacia Pluna: ni una empresa nacional interesada en su suerte, salvo sus propios trabajadores. El resto, empresarios sí, pero de España, Venezuela o Argentina.

Pero además de fuera de época, el programa fue patético por el contenido del mismo.

Estuvo dirigido a intentar demostrar que el funcionario público es algo así como una especie de veterana gorda tomando té detrás de un mostrador, a la cual –con nuestros impuestos- todos le pagamos el sueldo.

El Estado en este país, sus instituciones y sus trabajadores, son otra cosa muy distinta a la obtusa y retorcida visión del sarcástico “periodista” y sus aun más tristes laderos.

Que hay mucho por mejorar, ¡vaya si lo hay! Lo venimos diciendo desde el año 1992, cuando se pretendió vender algunos bienes para remediar algunos males y lo reafirmamos en el 2003 con una clara mayoría de los uruguayos en contra de la venta de Ancap.

 

Gobierno y trabajadores defendimos el Estado y lo estamos mejorando, le guste o no le guste al señor Ignacio Álvarez.

Ancap y Antel están entre las principales empresas de Latinoamérica y son (salvo para el “periodista”) referencia en muchas áreas de sus actividades. OSE se encuentra en constante expansión y brindando excelentes servicios a costos por demás razonables a toda la población. ANP se desarrolla, se moderniza y crece, equipando sus puertos y construyendo el de aguas profundas en Rocha. El Correo y AFE luchan por actualizarse y ser más eficientes en régimen de competencia, al igual que muchas de las Intendencias de todo el país. No es difícil imaginar por qué la gente sigue prefiriendo el BSE o el BROU (que tienen algo más que ascensoristas) a la banca privada.

Pero su “producción” no fue a mostrar cómo se trabaja en la refinería todos los días del año y en turnos rotativos, en las plantas de portland o en las plantas de distribución, ni a quienes montan antenas o empalman cables, ni a quien trabaja en la operativa portuaria, ni a un policía o bombero que a diario se juegan su vida por salarios que distan mucho de ser los adecuados. Salarios quizás unas 20 o 30 veces menores que el del “periodista” que los cuestiona.

Para qué darle unos minutitos de micrófono a un maestro o profesor público. En una de esas puede aclarar lo que significa el Estado uruguayo y la gente se informa de una manera más realista que con el Santo panfletario que presentaran el miércoles pasado.

Tampoco entrevistó a profesionales médicos, enfermeros o

choferes de ambulancias de hospitales de ASSE que además de ser funcionarios públicos se dedican a salvar vidas, a atender a aquellos que no tienen un seguro privado de salud o a traer niños al mundo para que luego –por suerte solo algunos- sean televidentes de Santo y Seña u otros engendros pseudo-periodísticos.

El Estado para este “periodista” se reduce a un funcionario que reparte números detrás de un mostrador para que la gente haga cola, que todavía arriba cobra un sueldo y no lo pueden echar, porque los funcionarios públicos, según este señor, ¡son inamovibles!

Donde parece que son inamovibles es en la televisión. Allí no se juzga si tienen pereza o pobreza intelectual, si son incapaces, ineptos o inmorales. Lo peor es que todos (públicos y privados) les pagamos el sueldo cuando compramos los productos que anuncian en su programa.

Patético.

 

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Un Comentario

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  1. Geronimo Salas

    TIENE RAZÓN COMPAÑERO, PERO UN TUFILLO A RESENTIMIENTO SALE DE LA NOTA.
    NADIE INGORA LO QUE DICE USTED, ¿PERO LA SOLUCIÓN DONDE ESTÁ?