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Tiempos modernos

Piqueteros por la vuelta contra el papel

Julio Guillot PUBLICADO el Martes 11 de septiembre, 2012
La República Digital

Y, taba visto; se veía venir.

Los abnegados militantes ambientalistas no esperaban otra cosa que la ocasión más propicia para redoblar su lucha contra las pasteras.

Sabiendo que la ocasión es calva en la parte posterior de la cabeza, se dispusieron a cazarla de los pelos mientras la tuvieran en frente, justo antes de que pasara y ya no pudieran agarrarla.

Y así fue que, viendo el río revuelto como consecuencia de los comunicados poco amigables de la Cancillería argentina, se dijeron: esta es la nuestra; es ahora o nunca.

Y, es explicable, ¿no? Los pobres piqueteros tuvieron que bancarse dos años de pax romana, de relaciones casi idílicas entre Cristina y Pepe, dos años sin tener ni un solo motivo para protestar y denunciar el envenenamiento del río por la acción de UPM; dos años de inacción pueden ir minando el espíritu rebelde y combativo de cualquier movimiento revolucionario.

Por suerte ahora vuelven a tener el respaldo perdido hace dos años, un respaldo fundamental que les permitirá redoblar la lucha contra la celulosa, el enemigo número uno de la Humanidad y de la clase obrera, responsable de todos los males que aquejan al planeta. Por otra parte, hay un hecho significativo: fue durante los años noventa que la industria de la celulosa cobró un gran impulso en todo el mundo.

-¿Y eso qué tiene que ver?

-¿Cómo que qué tiene que ver? Todo es culpa de los Chicago Boys. ¿Usted ya se olvidó de que los noventa vieron el auge del neoliberalismo? Fue la década de Menem en Argentina y de Lacalle y Sanguinetti en Uruguay; fue el periodo en que se desmanteló el aparato productivo generando miseria y exclusión.

-Ta, me convenció. Consigamos el apoyo de Cofe y de Adeom para exigir que se vayan todas las pasteras y que se detenga la producción de papel en todo el mundo. Volveremos a escribir sobre pergaminos o sobre papiros; volveremos a sonarnos la nariz con pañuelos de batista con puntillas y encajes, con lo que recuperaremos viejos oficios que habían sido sepultados por el imperialismo neoliberal; y para otros menesteres diarios que llevamos a cabo en la privacidad del cuarto de baño y que exigen papel en forma de rollo, siempre hay sucedáneos, ¿no?

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