predominio de lo financiero
En 2008 EEUU sufre una profunda crisis financiera con secuelas negativas que se mantienen sobre el crecimiento y el empleo. Esta crisis repercutió en la Unión Europea, generando una profunda crisis económica, social y política, especialmente en los países del sur del continente. Estas crisis tienen menor repercusión en el sudeste asiático, cuyo dinamismo es la causa central del crecimiento de América del Sur en los últimos años. Estos acontecimientos se dan en el marco de un capitalismo que dejó de ser liderado por la industria y funciona bajo el predominio de las instituciones financieras. Se ha pasado del capitalismo industrial al capitalismo financiero.
Los grandes bancos privados tienen mucha fuerza en las relaciones de poder nacional e internacional, influyen sobre la ideología económica, sobre los Bancos Centrales y los organismos financieros internacionales, y sobre las decisiones políticas de los países. Estos grandes bancos tienen una alta responsabilidad en las crisis y debilidades que sufre el mundo desarrollado.
En el mercado financiero se intercambian cuatro billones de dólares diarios, cifra varias veces superior a los requerimientos del comercio internacional y las inversiones extranjeras. Alrededor del 90% de estas operaciones financieras se dan en el plazo de una semana, lo que marca su carácter especulativo. Las grandes empresas transnacionales, en muchas ocasiones obtienen mayores ganancias en estas operaciones financieras que en las inversiones productivas.
Los avances en la informática y la liberalización financiera facilitaron la globalización financiera. Esto se refleja en que, por ejemplo, un cambio en la tasa de interés de EEUU genera modificaciones en las tasas de interés, los movimientos de capitales y las cotizaciones de las monedas en el resto del mundo.
La influencia de estas grandes instituciones financieras privadas sobre la ideología económica se refleja en la política macroeconómica, donde en muchas ocasiones lo financiero predomina sobre lo productivo y lo social. En estos casos, por ejemplo, en la política macroeconómica se le da prioridad a garantizar el pago de los servicios de la deuda y la estabilidad de precios, antes que al crecimiento y al empleo. También influyeron decisivamente en las desregulaciones del mercado financiero, que fue una de las causas centrales de la crisis de EEUU.
Las grandes instituciones financieras privadas están detrás de importantes innovaciones como los derivados y la titulación, que funcionaron por fuera de las normas regulatorias, y se ubican en el centro de los procesos especulativos, que culminaron en la burbuja inmobiliaria y en la crisis financiera de EEUU. Algunos bancos cayeron -como Lehman Brothers-, pero otros recibieron cuantiosos rescates financieros. Siempre se encuentran fuentes de financiamiento cuando se trata de rescates a las instituciones financieras, pero no se encuentran para atender los muy graves problemas sociales que generan estas crisis.
En la crisis de 2008 hubo una etapa donde la política pasó a predominar sobre la economía, con elevados rescates financieros y atención al crecimiento y al empleo. Pero duró muy corto tiempo porque la existencia del déficit fiscal en EEUU no le da confianza al mercado, es decir al sector privado y, especialmente, a los bancos, y éstos influyen en los ajustes económicos. El argumento es que si el sector privado no tiene confianza, no invierte; no hay crecimiento y no hay empleo. Pero la realidad es que los empresarios invierten si tienen expectativas de ganancia, que en este caso no las consiguen por la falta de demanda interna, derivada de los ajustes económicos.
Éstos significan menores gastos públicos y no cobrar impuestos a los ricos, lo que repercute en un descenso de la demanda interna. Ésta ya estaba afectada por la caída del consumo privado derivado del endeudamiento de las familias. Por ello el crecimiento se desacelera.
La Reserva Federal expande los medios de pago para incrementar el crédito y estimular la demanda interna y el crecimiento. Esta expansión de los medios de pago queda en poder de los bancos privados, que en momentos de crisis buscan seguridad. Por lo tanto, no otorgan créditos para la producción ni el consumo y los utilizan en compra de bonos estatales. De esta manera tampoco contribuyen al crecimiento económico ni al empleo.
En esencia, los grandes bancos privados de EEUU tienen una elevada responsabilidad en la crisis norteamericana del 2008. La tienen por la creación de instrumentos financieros innovadores, con consecuencias muy negativas, que generaron fuertes procesos especulativos. La tienen porque influyeron en la desregulación de los mercados financieros. La tienen por su influencia en la ideología, que genera fuertes ajustes económicos para atender el déficit fiscal que limita la demanda interna y el crecimiento. La tienen porque no otorgan créditos a las actividades productivas ni al consumo, y su liquidez la utilizan, por razones de seguridad, en bonos gubernamentales.
En la crisis europea los grandes bancos también tienen responsabilidades por diversos mecanismos. Los bancos privados europeos reciben préstamos del Banco Central Europeo (BCE) a tasas de interés inferiores al 1% y los colocan al 7% en los países en crisis. Corren riesgos, pero cuando los países deudores tienen dificultades, no asumen los riesgos que corrieron. Tienen poder e influyen ideológicamente para que las autoridades de la Unión Europea y el FMI obliguen a los países deudores a fuertes ajustes económicos para garantizar y asegurar el cobro de sus colocaciones.
Cuando los países no están en condiciones de pagar sus deudas, los bancos privados acreedores obtienen rescates financieros a cargo del BCE. Los ajustes económicos se justifican para ganar confianza de los mercados, del sector privado y, especialmente, de los bancos, porque la causa de la crisis es de los estados de bienestar que aumentaron los gastos públicos según la ideología imperante en la Europa actual.
La crisis europea se inscribe en un contexto con determinadas características: en la creación del euro no se contempla ni Banco Central, como prestamista de última instancia, ni políticas fiscales similares. Por ello, el BCE no puede rescatar a los países con déficits fiscales, como lo hace la Reserva Federal con los distintos estados en EEUU; pero sí puede rescatar a los bancos privados en dificultades.
En la crisis de Grecia existían diversas opciones: una era la emisión de eurobonos, con lo cual todos los países del euro se hacían responsables de la deuda existente, lo que garantizaba seguridad y confianza al conjunto de los países europeos componentes del euro, pero Alemania se opuso; otra era la corresponsabilidad entre deudores y acreedores, pero ni Alemania ni los bancos lo aceptaron; finalmente se resolvió por la responsabilidad exclusiva de los deudores, con brutales ajustes que ocasionaron graves problemas económicos, sociales y políticos.
La ideología de los grandes bancos privados influye sobre el BCE y el FMI, que siempre defienden a los acreedores financieros. Grecia y otros países en crisis tienen dificultades para el crecimiento por el corte de la demanda interna, derivada del ajuste económico, y porque el valor del euro se fija en función de la productividad de Alemania. Esto les afecta la competitividad y no pueden crecer, ni por demanda interna, ni por exportaciones.
La recesión origina menos ingresos fiscales y esto afecta las posibilidades de garantizar el pago de la deuda, especialmente a los grandes bancos privados europeos. Se exigen nuevos ajustes, mientras que los bancos privados reciben nuevos rescates financieros. Es que los grandes bancos privados no pueden quebrar. Por una realidad discutible basada en las consecuencias sobre el resto de la economía, pero, sobre todo, por razones ideológicas y por su propio poder sobre las decisiones políticas de los países.
Por todo ello siempre son rescatados. Influyen decisiva y negativamente en las crisis, pero siempre salen robustecidos. Es la fuerza del capitalismo financiero, del capitalismo de la codicia.
El fútbol a veces los pone de rivales o de compañeros según las circunstancias. O ambas. Ese es el caso de Diego Godín y Radamel Falcao, compañeros y ahora rivales; pero, además, el charrúa será el marcador de su compañero “colchonero”.
Argentina recibirá a Paraguay buscando romper una racha que lo persigue hace 39 años; no derrota a los “guaraníes” en suelo rioplatense desde 1973. El partido comenzará a las 20.10 horas.
El “misionero” se enfrentará a Marne en el gimnasio de Welcome a partir de las 21.15 horas con ventaja de 1-0. En el mismo horario jugarán Urunday-Cader en Capitol.