EDITORIAL

Después del 2014

El mes que viene habrá elecciones en Venezuela. El bloque de partidos y sectores oficialistas tiene diferencias importantes, un poco como nuestro Frente Amplio. Diferencias que se reflejan en problemas actuales, no solo en la imagen de sociedad ideal que se proponen o imaginan. Sin embargo, el conjunto del chavismo parece tener, a juzgar por los informes que llegan, una clara estrategia.

Lo mismo puede decirse del kirchnerismo argentino. El propio Kirchner ya tenía pensado un “delfín” para suceder a la pareja, y ya se habla de Cristina como candidata a la gobernación de Buenos Aires para armar un aparato social de apoyo; de la Cámpora en los liceos; del voto a los 16 años.

Del Frente Amplio de Uruguay no puede decirse nada de eso. De hecho no había nadie, ningún organismo, pensando en estrategia política. Ahora, la presidenta Mónica Xavier armó un equipo con el expreso objetivo de retomar la capacidad de preparar estrategias de este tipo. Por ahora, sin embargo, solo existe la esperanza de que al gobierno no le vaya muy mal y que Tabaré Vázquez acepte la candidatura y gane las elecciones. No parece haber esbozos de caminos para resolver la continuidad del partido en las intendencias metropolitanas ni para la recuperación de las perdidas en el Interior, o Colonia, donde el FA ganó en las internas.

Cuidado. Está claro que estamos hablando de estrategia política con minúscula; de aquella parte de la política que tiene que ver con las elecciones, la seducción de un electorado y la obtención del control de resortes estatales. Está claro, también, que la política no se agota en eso. Está claro que la “política con mayúscula” puede llegar a querer decir lo opuesto a eso, que si se queda en la seducción, decae a marketing. Para ser claros, por ejemplo, idear una estrategia de sucesión de Marcos Carámbula en la Intendencia de Canelones no resuelve la falta de debate sobre el modelo de país al que se aspira. Y a la larga o a la corta, el electorado va a preguntar esas cosas.

Tampoco, y en otro plano, abarca aquella “política con mayúscula” que consiste en el ocuparse en común de la vida de la polis; de la sociedad. Jacques Rancière dijo, en ese sentido, que la política “comienza cuando uno deja de dividir ganancias y pérdidas”.

Pero, aun suponiendo que un partido, un partido de izquierda, sepa qué proyecto de país quiere construir, aun así deberá tener una estrategia para sumar gente para impulsar esos cambios. No es una tarea vergonzosa, es una tarea imprescindible.