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Editorial

Buena respuesta a la furia de Eolo

Editorial PUBLICADO el Viernes 21 de septiembre, 2012
La República Digital

Los uruguayos nos caracterizamos por ser hipercríticos de nosotros mismos; tenemos una tendencia –seguramente ya incorporada a nuestro ADN– a ver la realidad a través de un vidrio oscuro y a resaltar la mitad vacía del vaso.

Por supuesto que esa característica nos conduce, también, a ser implacablemente quejosos y a señalar los yerros de los demás; nos percibimos grises, amargados, pero al mismo tiempo estamos siempre dispuestos a echar la culpa de los males a los demás; fundamentalmente, a las autoridades, a quienes responsabilizamos indiscriminadamente de cualquier contratiempo. Somos reacios a admitir nuestros propios aciertos y, naturalmente, a reconocer los del prójimo.

Ante los últimos resultados futbolísticos, ya nos gana el escepticismo y empezamos a agorar el fracaso de la Selección mayor en las Eliminatorias; del mismo modo que las encuestas de intención de voto nos llevan a predecir el fracaso electoral del Frente Amplio en 2014. Estamos convencidos de que el maestro Tabárez ya cumplió su ciclo al frente del combinado, así como el Frente cumplió el suyo en el gobierno.

También somos desconfiados; sobre todo desconfiamos de los boletines meteorológicos, y estamos dispuestos a denostar a los predictores: en unos casos, por no haber pronosticado una tormenta, y en otros, por anunciar fenómenos que luego no ocurrieron.

Pues bien, el temporal (ciclón o como se llame el desborde eólico) del miércoles fue una instancia que sirvió para echar por tierra todos los prejuicios y preconceptos con que nos manejamos los uruguayos y que abonan esa mitología negativa de frases hechas tomadas como axiomas. De parte de los meteorólogos y de las autoridades del Sistema de Emergencias, recibimos las advertencias del caso con un cuidado equilibrio que evitó que cundiera el pánico.

Los meteorólogos acertaron en sus predicciones sin generar falsas alarmas; advirtieron con suficiente antelación de las condiciones atmosféricas y sus consecuencias. Las autoridades de gobierno también acertaron en el diseño de la respuesta a la emergencia.

Nos parece de rigor destacar estos aciertos. Hubo una correcta coordinación, bien aceitada, entre todos los actores; tal vez lo único a señalar fue la detención del transporte colectivo, rápidamente subsanada. Pero haciendo abstracción de ese contratiempo, la labor de los funcionarios del Ministerio de Interior (policías y bomberos), así como la de los funcionarios municipales y la de las cuadrillas de UTE fue verdaderamente encomiable y merece un reconocimiento público.

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