FERNANDO FALCE
“El Tano” Fernando Falce hace unos días ascendió a árbitro internacional, y ese crecimiento profesional se debe al “enamoramiento” que tiene por el arbitraje, y el apoyo de su familia. Además su tarea le ha permitido conocer desde un cuida coches hasta un presidente.
TRIBUNA, luego de “perderse” por algunos minutos entre el Buceo y Malvín, logró encontrar el hogar del rubio “Tano” Falce. Nos abrió la puerta de su casa, y nos invitó a sentarnos en su living-comedor, compartiendo la merienda con sus dos pequeños y preciosos hijos, Agustina, de 5 años, y Joaquín, de 3, mientras su esposa, María José, intentaba que no hicieran ruido para no interferir en la grabación, aunque el equipo de TRIBUNA le decía: “Dejalos, que los niños deben ser como son, niños”.
¿Cómo llegaste al arbitraje?
Siempre me gustó el fútbol, lo jugaba. En un momento decido por el estudio. Tenia 18 años, un día llegó mi cuñado a casa y le dijo a toda la familia, “miren que están mirando al nuevo Castrilli del fútbol uruguayo”, y me reí. El fue el de la idea de anotarnos al curso de árbitro. Pero recién había dejado el fútbol, tenia pelo largo y estaba para otra. El fue a buscar los formularios, hicimos la prueba de admisión juntos. El no llegó. Pero a mí de a poquito me empezó a gustar más, me fui enamorando de la profesión. Paralelamente estaba en 6º de Economía. Hice el curso, hasta que pasé la prueba y ahí fue cuando Juan Daniel Cardellino que era director de la escuela me dijo: “Falce, si usted quiere seguir esta carrera se va a tener que cortar el pelo”. Al otro día vinieron Da Rosa y Ernesto Filippi que eran mis profesores, quedaron sorprendidos por mi pelo, pero respetaron que durante el periodo de prueba me lo dejara largo. Y cuando quedé, me lo corté, y empecé una carrera que no me arrepiento para nada. Seguí estudiando un tiempo más en Economía, pero después dejé por el arbitraje y el trabajo.
¿Retomarás algún día los estudios?
No creo. Es difícil. Ya estoy grande.
¿Cuál es tu actividad paralela al arbitraje?
Es una empresa familiar en la cual está mi suegro y mi padre. Tenemos una distribución de la empresa “La Republicana” (cigarros, tarjetas de celulares, tabaco, hojillas, etc.) desde hace 6 años. Tenemos una zona determinada y una cartera de clientes. Yo hago la presenta, levanto pedidos. Antes fui administrativo y cobrador del SUAT durante 8 años. Este proyecto familiar fue para progresar y me ayuda también con la profesión. Me facilita los horarios.
Y eso te ayuda para lo que sueñan todos lo árbitros, su carrera internacional.
Sí, para eso hay que dedicarle mucho tiempo, y hay que prepararse antes. Cuando entras a la carrera tenés que aspirar a lo máximo. Primero vas quemando etapas, y hace muchos años que estaba en primera, y de a poquito voy llegando a objetivos. Hay mucha calidad en el arbitraje, pero llegan muy pocos. Me voy haciendo mi lugarcito.
¿Qué te ha dado y qué te has perdido gracias al arbitraje?
Muchas cosas. Crecer como persona, un estilo de vida. A los 18 años ingrese al arbitraje y cuando mis amigos se iban a acampar el fin de semana, me quedaba arbitrando 6ª y 7ª los sábados o domingos a las 8 de la mañana. Ese sacrificio lo hice con gusto. También conocí a mi esposa casi en el inicio de la carrera. Estaba en 3ª categoría. Ella se lo bancó. No es fácil. Por ejemplo, al casamiento de mi cuñada no llegué. Hay pruebas y exámenes todos los fines de semana, y en esta carrera no te podés quedar. En muchas cosas es sacrificado, y en temas puntuales, como alimentación y salidas. Lo positivo es tener una forma de vida muy ordenada, conocés mucha gente y eso te abre muchas puertas. Son personas de todo tipo, desde el que te cuida el coche en el estadio hasta políticos, directivos, gente muy importante. Un ejemplo es que a cualquier boliche, salón, súper al que vaya a vender, el tema del fútbol está siempre arriba de la mesa.
Y al conocerte, ¿te “cargan” sobre tu actuación en este o aquel partido?
Siempre te cargan, pero nunca tuve un problema por eso. Son las gastadas normales como a todo futbolista. Y eso que a los árbitros nos miran de costado, y eso es muy particular.
¿Cómo es un día común tuyo?
Me levanto a las 6.15. Trato de desayunar lo mejor posible. Luego voy a fábrica, donde levanto la carga de mercaderías. Eso es a las 7. Después, a partir de las 8 visito clientes y levantó pedidos, hasta las 13. Luego hago la parte administrativa: paso los pedidos, ingreso en la computadora los datos, planillado y el balance del día. Termino a las 16. Y esos horarios es lo que me permite dedicarme de lleno al arbitraje porque puedo descansar y entrenar bien. Y además tener un buen tiempo con mi familia. Tras el trabajo, vengo a mi casa, apronto el mate con mi señora y 17.30 vamos a buscar a nuestros hijos al colegio. Y de ahí a pasear, o hacer las compras, o a una plaza.
¿Y los días con entrenamiento?
Todo igual, solo que luego de buscar a los chiquilines, los dejo en casa y me voy a entrenar a eso de las 19. Eso pasa martes y jueves, donde entreno entre 20 y 21.30, y después llego a casa, ceno y trato de acostarme lo antes posible, en el entorno de las 23 para estar bien descansado al otro día.
¿Cómo es un día con partido?
Empieza el día antes. Ni bien te designan, empezás a planificar junto con tus compañeros. En la víspera trato de comer liviano, no salir de casa para evitar alguna lesión y acostarme lo más temprano que pueda para descansar lo máximo. También dejo armado el bolso. Levantarme temprano, comer bien y salir por lo menos un par de horas antes del partido. Encontrarme con los colegas. A veces vamos juntos, más bien en aquellos partidos de alto riesgo, que vamos con custodia policial. Y charlamos mucho, tratando de minimizar los errores. Analizamos los jugadores, la cancha, los técnicos, como viene la temperatura del juego en los medios y en las redes sociales, para planificar el arbitraje
¿Qué rol juega la familia y cómo está compuesta?
Es fundamental, es un cable a tierra. Mi señora es mi sicóloga, hablo mucho con ella y los hijos son la fuerza para seguir adelante. La vida del árbitro tiene dulces y amargas. Y hay que estar preparado para ambas cosas. Hay que estar firme y la cabecita bien puesta. Disfrutar las buenas y cuando pasa lo malo, cuando te caes, hay que levantarse lo más rápido posible.
El fútbol, el barrio y la escuela
Hice inferiores en Miramar Misiones hasta 5ª. Allí me llevó Mario José, que era vecino y el presidente del club. Además tuve un pasaje por Platense. En baby fútbol había jugado en el Zabala, el cuadro de mi barrio. Soy de la Curva de Maroñas. Fui a la escuela Nº 97. Nací y viví en la calle Villademoros y Aparicio Saravia hasta los 28 años, ahora tengo 36 recién cumplidos. Mi viejo era chofer de COETC.
“No creo que haya corrupción”
¿Existe la corrupción en el arbitraje? ¿Te ha pasado de cerca?
No hay corrupción en el arbitraje. Nunca me ha pasado gracias a Dios y si algún día me llegar a pasar lo denunciaría y tampoco creo que seguiría siendo árbitro. El arbitraje es de las cosas más grandes que me pasó en la vida. Cuando entra un árbitro a la cancha entra a hacer justicia. Seria lo último la corrupción. Por mi parte nunca sentí eso, y no creo que la haya. Este es un medio muy chico y acá nos conocemos todos. Estoy totalmente seguro.
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