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Editorial

El combate contra los accidentes de tránsito

Editorial PUBLICADO el Domingo 2 de septiembre, 2012
Editorial

Desde hace ya un tiempo se ha generalizado una comprensible alarma por la frecuencia de accidentes automovilísticos de consecuencias fatales que se dan en Uruguay.

Vale aclarar que la congoja que exhiben algunos periodistas de televisión cuando informan de los hechos no les impide emitir con lujo de detalles trágicas imágenes de autos destrozados, cuerpos que yacen sobre el asfalto y el trajín de las ambulancias.

Es loable la preocupación de las autoridades por este fenómeno, aunque los resultados no colman las expectativas. Mientras se sigue insistiendo en la campaña contra el alcohol, atribuyendo a sus efectos la impresionante cantidad de accidentes, al tiempo que se lanzan campañas exhortando a los conductores a ser más prudentes, los uruguayos seguimos manejando de manera caótica y sin respetar -y ni siquiera a veces conocer- reglas elementales de circulación.

A nadie escapa que beber alcohol no es lo más aconsejable para conducir correctamente y con el mínimo de riesgo. Nadie ignora que la ingesta de alcohol no sólo altera la percepción y disminuye los reflejos sino que, además, su poder desinhibitorio lleva al automovilista a creerse el mejor piloto del mundo y a pisar el acelerador a fondo. Sin embargo, no creemos que haya que poner el acento exclusivamente en el combate al alcohol porque no es por ahí que anda la cosa. A este respecto, recordemos que el filósofo español Fernando Savater decía algo así: “Quieren prohibir el alcohol porque está presente en el 25 por ciento de los accidentes de tránsito. ¿Por qué no prohíben el automóvil, que está presente en el cien por ciento de los accidentes?”.

El automóvil ejerce una fascinación que altera por completo la personalidad del automovilista, y no es preciso estar ebrio ni siquiera entonado para sobrevalorar nuestras aptitudes al volante. El automóvil da poder; y cuanta más velocidad sea capaz de desarrollar, más poderosos nos sentimos. Cada uno se cree el único que maneja correctamente y está convencido de que los demás son unos timoratos, unos ineptos que obtuvieron la libreta en una rifa; uno no se equivoca jamás, la culpa es siempre de los demás. Por algo esa furia, esa agresividad digna de mejor causa que aflora en cada chofer no bien surge el menor conflicto en el tránsito.

Es preciso el concurso de buenos psicólogos para diseñar una campaña de prevención de accidentes por medio de la cual pueda erradicarse la “viveza criolla” del que maneja ventajeando, no respeta las señales y se siente inmune e inmortal. Al mismo tiempo, deben imponerse exigencias más rigurosas para otorgar el permiso de conducir y establecer controles más estrictos en calles y carreteras de modo de castigar la imprudencia y el no respeto de las normas de circulación y de las señales de tránsito.

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2 Comentarios

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  1. - Para mí. la culpa de los accidentes la tienen los comunistas. Quieren circular por la izquierda, y van para adelante con el semáforo en rojo…
    - Noooo, que la culpa es de la derecha. ¿No viste la cantidad de accidentes que hay por pasar por la derecha?…

  2. Armando Muniz

    EL 4 DE AGOSTO DE 2000 FUE PUBLICADA MI LLAMADA DONDE DECIA: “ya que fácilmente se puede constatar el alto índice de vehículos empadronados en otros departamentos, especialmente de Flores, que parecen gozar de cierta impunidad y no respetan las reglas de tránsito”.
    O SEA QUE EN PARTE ESTOY DE ACUERDO CON “Cada uno se cree el único que maneja correctamente y está convencido de que los demás son unos timoratos, unos ineptos que obtuvieron la libreta en una rifa; uno no se equivoca jamás, la culpa es siempre de los demás. Por algo esa furia, esa agresividad digna de mejor causa que aflora en cada chofer no bien surge el menor conflicto en el tránsito”. PERO INDICABA UNA CAUSAL Y SU RAZON: VEHICULOS MATRICULADOS EN OTROS DEPARTAMENTOS. Y EN ESTE EDITORIAL, SE DEJA LADO, NO SE MENCIONA QUE EL MAS ALTO INDICE DE ACCIDENTES OCURRE CON LOS VEHICULOS DE DOS RUEDAS, QUE HAN PROLIFERADO EN DEMASÍA SIN CONTROLES DOCUMENTALES.