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editorial

Otras formas de inseguridad

editorial PUBLICADO el Viernes 24 de agosto, 2012
La República Digital

Para la mayoría de la sociedad uruguaya, la inseguridad es el problema número uno. Es explicable que así sea pues en los últimos años se ha incrementado la violencia delictiva, sin perjuicio del papel que han desempeñado y siguen desempeñando los medios audiovisuales como difusores y magnificadores de los hechos que recoge la crónica roja.

Hurtos, arrebatos, copamientos y rapiñas se suceden a diario para abonar la sensación de inseguridad que vive el ciudadano común y la alarma que tal circunstancia genera. Se trata de delitos contra la propiedad, por más que –con excepción del simple hurto – esos delitos impliquen, también, violencia contra la persona; en la rapiña, el copamiento o el mero arrebato, hay una situación de violencia (física o moral) ejercida por el delincuente contra su víctima.

El ciudadano medio está naturalmente alarmado por la posibilidad de sufrir alguno de tales delitos que tienen como móvil obtener un beneficio material para quien los comete. Teme por su patrimonio pero también por su integridad física.

Sin embargo, la violencia delictiva no se agota en la comisión de delitos contra la propiedad. Por estos días se ha desbaratado una red de proxenetas que operaba en Uruguay y que practicaba, además, la trata de personas con fines de explotación sexual. Nos consta que todo hecho de tales características provoca la indignación de la comunidad toda en razón de lo repugnante que resulta esa conducta; no obstante, el ciudadano medio sigue estando más preocupado por los delitos contra la propiedad pues percibe que él goza de una cierta inmunidad al respecto.

Del mismo modo, los episodios de violencia doméstica –que también reciben la condena social – no suelen alarmar al grueso de la población. Sin embargo, en lo que va del año ya suman 20 las mujeres asesinadas a manos de su pareja o ex pareja. Y eso, sin contar todos los casos en que, sin llegar a la muerte, la mujer ha sido objeto de malos tratos, amenazas, y cualquier otra forma de violencia física y psicológica.

Es preciso tomar conciencia de este drama que nos azota y que no retrocede. Terminar con estos comportamientos es una tarea que a todos nos incumbe.

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